Las dobles raíces de Virginia Maestro

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“Quiero conservar el estilo del sonido americana, pero en mi lengua materna. Ese era el reto que me planteé hace un año y medio de cara al disco que ando preparando”

 

Cuatro discos avalan a Virginia Maestro, antes conocida como Virginia Labuat. Ahora presenta un nuevo epé casi íntegramente en castellano, titulado “Roots”. Ignacio Reyo habla con ella -en dos momentos distintos- para entender en qué parámetros se mueve ahora.

 

Texto: IGNACIO REYO. Fotos: JUAN PÉREZ- FAJARDO.

 

Hay estudios psicológicos que corroboran que los cinco primeros años de edad de una persona son cruciales para su desarrollo personal posterior. Dime dos recuerdos que tengas de esa franja de edad. Uno musical, si puede ser.
Mi primer recuerdo musical antes de los cinco años es escuchar a mi madre cantar ‘Alfonsina y el mar’, yo estaba en la trona y ella preparando la cena, en verano. Recuerdo cuando aprendí a montar en bici sin ruedines, cuando iba en bicicleta en verano con mis hermanas por el Campo De La Cruz, una casa que teníamos a un kilómetro de Linares. Recuerdo sobre todo eso: montar en bici, bañarme en la piscina y excursiones que hacíamos.

 

‘Alfonsina y el mar’ está dedicada a la poetisa que se suicidó. ¿Cómo la interpretaste cuando eras pequeña y cómo la interpretaste de adulta?
De pequeña me impactó por la melodía, la letra ni la entendía. Se me quedó grabada porque tiene una melodía muy especial. Es una de las historias más tristes que he escuchado en una canción. Me parece brillante, tanto que la grabé con Iñaki García en un disco que hemos hecho a piano y voz, que no sé cuando verá la luz. Es de versiones. Recoge todas las canciones que han sido más significativas para mí. ‘Alfonsina y el mar’ está entre ellas.

 

El single adelanto de “Roots”, ‘Let love die’, habla de “dejar morir un amor mientras nuestros corazones siguen latiendo”. En un blog decían que el tema tiene un punto a ‘Somewhere over the rainbow’, haciendo una inapropiada acusación de plagio.
Tampoco me la tomo como una acusación de plagio, es simplemente una comparación. No es una acusación de plagio porque no es un plagio. Lo único que tiene en común es un intervalo que son dos notas separadas por una distancia igual o similar a un intervalo que aparece en ‘Somewhere over the rainbow’. Nada tiene que ver la melodía, nada tiene que ver la letra, y mucho menos la producción. En cualquier caso, me lo tomo como un halago, pero también como una crítica fácil y vaga. No me lo tomo a mal. La letra habla de dejar morir un amor a tiempo, antes de que se muera por sí solo. Dejar morir un amor mientras está vivo, antes de que se deteriore y el recuerdo sea más agridulce que hermoso.

 

¿Es autobiográfica?
Bueno, siempre hay algo de autobiográfico.

 

 

‘Mira que eres linda’ es una canción popular. ¿Por qué la has versionado?
Habla de mis raíces, de las raíces que creé con mis padres cantando en el salón de casa el ‘Mira que eres linda’ que cantaba Antonio Machín. Como estas raíces son en mi lengua materna, y en mi sitio de origen, en Andalucía, se ve cómo ha sido el viaje, cómo he llegado a mis raíces y mi lengua de adopción que es Nashville. Yo me siento de los dos sitios.

 

¿Y ‘Ojos azules’?
Es una canción que le gustaba mucho a mi abuelo. Estaba incluida en una cinta de casete que me regaló donde había canciones del folclore peruano. Le gustaba a él especialmente. Yo la cantaba cuando niña gracias a él que me la descubrió. Me pareció una bonita forma de hacerle un homenaje.

 

También has interpretado el bolero ‘Sabor a mí’.
La colaboración es con Julián Maeso y con Diego García, Twanguero. Se grabó hace un año y medio, formó parte de un epé que él publicó. He aprovechado también para publicarla en el primer epé que he sacado, siempre he sacado discos largos. Me venía como anillo al dedo porque también la cantaba con mis padres de niña.

 

En este trabajo hay un tema tuyo, ‘Noviembre’, con una colaboración.
La escribí hace un año y medio. Está interpretada con Gaby Moreno, una cantante y compositora guatemalteca a la que admiro mucho, con la que he compartido gira en España la primera vez o de las primeras veces que vino a tocar. Está grabada en directo en el estudio por Bernardo Calvo. Tocada junto con Alex Riquelme a la batería, Héctor Rojo al contrabajo y Amable Rodríguez a la guitarra eléctrica.

 

¿Qué diferencias encuentras entre componer en español y componer en inglés?
No pienso nunca en el idioma cuando invento melodías y pongo acordes. Sale una melodía sobre una serie de acordes. Luego un borrador, normalmente en inglés por la fuerza de la costumbre, porque he escuchado más música en inglés que en español. He formado mi forma de cantar, mi fraseo, escuchando cantantes y grupos ingleses y americanos. Aunque no soy bilingüe, para mí es más natural, y el tipo de melodía y el tipo de fraseo musical se asemeja más a lo que he escuchado. En español se mezcla la influencia latina y española con la que arranqué a cantar. La dificultad se me presenta ahora que quiero volver a escribir en español, mezclándolo con el inglés. Quiero conservar el estilo del sonido americana, pero en mi lengua materna. Ese es el reto que me planteé hace un año y medio de cara al disco que ando preparando. Ha sido toda una experiencia, lo está siendo, pero no significa que tenga que renunciar a mi lengua adoptiva.

 

¿Cuáles son tus mayores influencias anglosajonas y latinoamericanas?
Tampoco tengo demasiados referentes latinoamericanos. De niña, Los Panchos o Antonio Machín. De norteamericanos la lista es más larga, desde el rock sureño de Lynyrd Skynyrd pasando por Otis Redding, Al Green, Janis Joplin… The Beatles, que te lo estoy mezclando con británicos. Aretha, Etta James, Bessie Smith, Eva Cassidy. O artistas de ahora como son Natalia LaFourcade, Julieta Venegas, la misma Gaby Moreno, Carla Morrison. Por supuesto Lindi Ortega, Margo Price. Elein Jewel se me ha metido en la cabeza mucho en los últimos meses.

 

¿También Imelda May y Lucinda Williams?
El primer y segundo álbum de Imelda May me sorprendieron muchísimo. Lucinda Williams me encanta. Me encanta el primer disco de Adele, y Amy Winehouse. Me gusta desde el americana más country hasta el soul, pasando por el blues, el rock and roll. Yo al final hago pop con influencia de todo lo que te voy nombrando. Al final la música que yo escribo se ve influida por la música que estoy oyendo en el día a día.

 

Llegaste a versionar ‘La chispa adecuada’ de Héroes del Silencio. ¿Por qué?
No he sido nunca fan de Héroes del Silencio. Creo que Enrique Bunbury es de los mejores artistas de los que podemos presumir. Lo vi hace poco en directo, realmente me quito el sombrero. Es un artista del que hay mucho que aprender, le admiro muchísimo. A Juan Valdivia ni siquiera le conocía por nombre hasta que tú me lo has mencionado, puesto que nunca he sido fan de Héroes Del Silencio. La guitarra crea un ambiente perfecto para la canción. La letra es bastante poética, está bien escrita, bien contada. En mi juventud más temprana tenía una amiga, Teresa, que era muy fan de Héroes del Silencio. Cuando nos juntábamos con la guitarra ella solía cantar mucho ‘La chispa adecuada’. A fuerza de escucharla la aprendí un poco.

 

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“A partir de mi paso por Operación Triunfo sí que he sentido la mirada del prejuicio, la crítica con el prejuicio, esa pegatina en la espalda”

 

¿Por qué te presentaste en 2008 a Operación Triunfo?
Porque buscaba una oportunidad para tener un contrato con una multinacional que avalara mi carrera discográfica, porque por mí misma no podía costearla. Era mi sueño, grabar discos con mis propias canciones. Ese es el motivo que me llevó a ponerme en la cola del casting, aunque estuve a punto de no presentarme, porque pensaba que era el anti perfil para entrar en ese programa por los estilos que me gustan, y por el tipo de carrera que quería desarrollar. Operación Triunfo hasta aquel entonces no coincidía mucho con el tipo de artista que yo he querido ser. Finalmente me presenté, y en contra de todo lo que pensaba no solo me seleccionaron, sino que gané. Conseguí fichar con Sony Music, estar siete años con ellos. Objetivo cumplido.

 

Cuéntame la historia de cuando te echaste a dormir el día antes.
El día del casting puse el despertador temprano. Sonó la alarma, la apagué. No quería que nadie derrumbara mi moral. Ante un posible “no” muy rotundo que sabía que me iba afectar preferí acostarme de nuevo. De pronto me volví a despertar con un presentimiento y la certeza de que no sabía por qué, pero tenía que ir, y con ese presentimiento me levanté, me preparé y fui al casting.

 

En el periodismo musical, ¿has sufrido o has tenido que luchar contra los prejuicios de por dónde empezaste?
Nunca he dejado de ser la artista que soy. Siempre he sido la misma, antes, durante y después de Operación Triunfo. Hay mucho prejuicio y voy a generalizar, porque es un prejuicio generalizado que no solo le pertenece a cierta parte del periodismo musical. Tampoco voy a generalizar con los periodistas, hay periodistas muy buenos a los que admiro y respeto muchísimo en este país. Pero a partir de mi paso por Operación Triunfo sí que he sentido la mirada del prejuicio, la crítica con el prejuicio, esa pegatina en la espalda.

 

¿Cómo fue tu disco debut, “Labuat”?
Fue una época muy emocionante. Recuerdo el momento en que me dieron el disco y lo sostuve en mis manos, se me cayeron las lágrimas. Era una imagen que había imaginado de mil formas diferentes durante toda mi vida. Fue muy bonito. Estaba en casa de Risto (Mejide), con los Pinker Tones, unas cuántas personas más… todos los que hicimos el proyecto. Recuerdo los cinco días grabando en Barcelona con los Pinker, con Risto, con Miguel Manzo, que es profesor de técnica vocal, y mucha gente que se pasaba por el estudio. Sentía el peso de una gran responsabilidad, era mi primera experiencia en un estudio de grabación. Recuerdo el amor que le tenía ese proyecto porque venía de manos de Risto, que es una persona que quiero mucho. Me divertí haciendo las maquetas con los Pinker Tones, ellos apostaron mucho por mí, me sentí muy respaldada. Lo hice lo mejor que pude. Le tengo un cariño muy especial y me siento muy orgullosa de aquel proyecto.

 

¿Qué tal tu experiencia de telonear a Beyoncé?
Me llamaron de Sony y me preguntaron si quería telonear a Beyoncé en su gira en el Palacio de los Deportes y en el Palau Sant Jordi. Fue una llamada muy emocionante, un subidón. Dije que sí sin dudar, por supuesto. En Madrid no pudo ser porque tuvieron problemas de horarios con el montaje de escenario, no pude hacer la prueba de sonido y no toqué. La teloneé en el Palau Sant Jordi. Fue un día de sensaciones muy contradictorias. Era muy joven, tenía muy poca experiencia en los escenarios y era un sitio muy grande. Además, lo hacía sola, no había banda. Estaba por un lado aterrorizada y por otro quería demostrarme a mí misma que podía hacerlo. Fue una prueba de fuego tremenda.

 

Volviendo a tu discografía, tras “Labuat” vino tu segundo disco, “Dulce hogar”.
Lo compuse en mi primera casa en Madrid, a finales de 2008 y 2009. Lo compuse bastante rápido. Tenía un par de temas en la recámara y los incluí. Recuerdo muchas noches de soledad con mi guitarra, buscando melodías, buscando letras. Estuve escribiendo en muchos viajes en el tren, grabé muchas maquetas hasta que Sony dijo que me daba luz verde para buscar productor y empezar a trabajar. Me costó mucho sacar ese álbum adelante, pero gracias a Iñaki García, que fue mi productor y mi mano derecha, se pudo materializar. Recuerdo la grabación con mucho cariño. El disco tiene catorce canciones, cinco en inglés. Los singles que se publicaron, ‘The time is now’ ‘Circus’ y ‘I call your name’, fueron en inglés. Tenía muy claro que quería hacer el siguiente álbum íntegro en inglés y quería marcar en castellano.

 

¿Te costó componer en castellano?
No, ese disco no. Quería contar otro tipo de historias que me resultaron más fáciles. Tampoco me planteaba conceptualmente el álbum, tenía unas canciones muy dispares. No estaba preocupada por encontrar mi lenguaje como escritora de letras. Fue un disco muy trabajado, pero no estaba tan obsesionada como en los siguientes por encontrar mi propio estilo o mi propio sonido. No me importaba que unas canciones tuvieran un tipo de letras, o una forma de sonar, o una tímbrica muy diferente a otras del mismo disco. Estaba más preocupada por poder tener en mi poder la libertad creativa de decir son mis canciones por primera vez.

 

Pasemos a “Night and day”. Es tu tercer disco, muy indicativo de quién eras tú.
Es el primer álbum en el que Sony me pide un tercer disco a cuatro meses vista, que puedo hacer artísticamente lo que me dé la gana. Hice, literalmente, lo que me dio la gana. De los ochenta borradores que tenía seleccioné veintiuno. La idea fue hacer un cedé y luego un deuvedé para que todas las canciones pudieran tener cabida. Supongo que las ganas de incluir tantos temas eran directamente proporcionales a la falta de libertad artística que había tenido desde que tuve carrera artística. Las compuse durante dos años y medio. Trabajé muy duro, tenía mucha ilusión. Por primera vez hice un ejercicio de estilo, con un tipo de tímbrica, de sonido. Fue un aprendizaje muy bonito.

 

Con ese disco en inglés ya no te posicionas con los grupos españoles, pasas a competir con los artistas anglosajones. Es un disco con ansias de trascender en España, y que pueda triunfar en Inglaterra y Estados Unidos. ¿Te lo planteaste así?
Mi planteamiento en la música nunca ha sido competir o luchar contra nadie ni con nadie, ni en Operación Triunfo. Mis ansias de dedicarme a la música, desde que empecé a darme cuenta que quería hacer de mi vida la música, siempre ha sido luchar conmigo misma, en el peor de los casos. Pero no desde el punto de vista negativo, sino de sacar el mayor rendimiento posible de mi faceta musical y compositiva. Una vez que tenía el disco grabado empecé a proyectar lo que me encantaría lo que pudiera pasar con el álbum. Era consciente que al ser en inglés pues obviamente podía, o no, transpasar la frontera. Pero nunca compongo ni grabo pensando con qué artistas voy a competir o voy a dejar de competir. Yo no compito, hago la mejor música que puedo, intento ser lo más honesta posible. Y ya el resto del mundo se encarga de hacernos competir los unos con los otros (risas).

 

Hay grupos que sí lo han hecho: Queen grabaron ‘Another one bites the dust’ intentando competir con la música disco y tener éxito.
Queen, o quien sea, cuando sacan algo diferente a lo que la moda estipula, subrayan la genialidad del artista que se atreve a innovar, a ser honesto, independientemente que vaya o no contracorriente con lo que la sociedad debes ser. Al final el artista debe ser honesto, y quedarse en movimiento en su propio péndulo, independientemente de que sea el péndulo en que los demás se balancean.

 

Tras “Night and day” publicaste “Blue bird”, tu primer disco sin compañía. ¿Cómo fue?
En 2014 hay una ruptura contractual con Sony Music por diferencias en las direcciones artísticas. Tras “Night and day” tenía ya bastante encaminado el horizonte musical al que me quería dirigir. En Sony no estaban muy convencidos. Tuvimos una conversación. No quería estrangular mi estilo, la música que quería hacer, porque si no lo hago de forma honesta prefiero no hacerlo. Me tiré a la piscina, pedí la carta de libertad, me la concedieron y todo fue amistoso. Tenía que hacer un disco sola, y como no tenía dinero decidí arriesgarme a hacerlo mediante crowdfunding. Sentí un respaldo enorme del público, no lo esperaba en tan poco tiempo. Conseguí lo que pedía en quince días y el crowdfunding duró cincuenta y cinco. Pude hacer el disco que yo quise, con quien yo quise… más o menos, porque hubo algunas demoras. Fue el inicio de mi carrera absolutamente en solitario. También supuso un cambio de nombre artístico, de Virginia Labuat a Virginia Maestro, mi nombre real. Fue enfrentarme a muchos miedos, a hacer de pequeña empresaria. Dos años y medio después me veo más fortalecida, más valiente, y con el estilo musical más nítido.

 

¿Cuáles son tus proyectos de futuro?
Estoy preparando el siguiente álbum, llevo un tiempo componiendo en español. Quiero que converjan mi lengua materna y mi lengua de adopción, que estén unidas la influencia que tengo de niña, de empezar a cantar en español Los Panchos y el mundo bolerístico que bebí de mis padres, y toda la influencia de la música que he ido escuchando, sobre todo norteamericana.

 

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