LIBROS
«Una novela que habla sobre cómo nuestras decisiones no cambian solo la vida, sino el mundo»
Jacobo Bergareche
Las despedidas
LIBROS DEL ASTEROIDE, 2023
Texto: CÉSAR PRIETO.
Jacobo Bergareche ha cultivado todos los géneros: guiones, articulismo, poesía, teatro, ensayo, libros infantiles y novela. ¿Queda alguno más? Es en este último donde ha cosechado sus logros más personales, con su primera novela, Los días perfectos, y sobre todo con la reciente Las despedidas. En realidad es una novela corta, a pesar de sus más de ciento cincuenta páginas, porque abarca un par de días en la vida de Diego, un importante ejecutivo que está a punto de inaugurar, junto a su mujer, Claudia, su casa de Menorca. Diego y Claudia tienen tres hijos. Con la mayor de ellos, Marina, en una terraza en la que descansan de un paseo familiar, Diego ve aparecerse a un fantasma del pasado.
Diecisiete años antes, ya ennoviado con Claudia y atenazado por el suicidio de un primo suyo con el que formaban una pandilla inseparable, acudió al Burning Man, un festival de Estados Unidos, para despejar una mente que lo estaba masacrando. Allí, conoce a una chica con la que pasa los días de concierto paseando, contándose sus vidas y haciendo el amor. No se dan sus nombres, ni sus direcciones, y prometen no volver a verse nunca más. Hasta que un día, en esa terraza de Menorca, casi veinte años después, la vuelve a ver.
A partir de este momento, Diego entra en una vorágine que combina situaciones domésticas —algunas hilarantes— con un deseo hirviente de volver a recuperarla, de verla otra vez, de estar con ella, con su antigua amante, con su amiga de tres días, en un momento en que la relación con su mujer, nerviosa por la inauguración de la casa, la ha convertido casi en una antagonista.
Su mundo vuelve a ser el de los veinte años y quiere recuperar sensaciones porque unos ojos le han abierto de nuevo las puertas de la percepción. Y lo hace tomando como vehículo las canciones, el “Dark star” de Grateful Dead o temas de los Stones y Led Zeppelin, que se enmarcan entre paisajes del Mediterráneo, una especie de sala de visitas que le puede propiciar de nuevo el contacto con ella. Y todo lo lleva Bergareche con el pulso de un reloj, un mecanismo que desarrolla apuntes de locura con líneas hechas con escuadra o cartabón, racionales, medidas, hasta llegar al final deseado, el único posible, si uno se ha metido de lleno en la novela.
Una novela que habla de cómo unos ojos entrevistos pueden cambiar una vida y de cómo nuestras decisiones no cambian solo la vida, sino el mundo. Scott Fitzgerald evocaba, en el final de El gran Gatsby, a «barcos a contracorriente, empujados incesantemente hacia el pasado». Un pasado que, en realidad, como señalaba William Faulkner, «no está muerto, ni siquiera es pasado». Diego no lo sabía, seguramente, pero se ha encontrado de bruces con que su pasado ha ocupado la realidad de nuevo, impecable, hasta ser el único presente.
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