SERIES
“La historia no es excesivamente ambiciosa en lo que quiere contar: mantiene un buen equilibrio entre momentos grandiosos, acción y momentos más personales, con una intriga de multiples tramas y personajes”
“Las crónicas de Shannara” (MTV)
Alfred Cough y Miles Millar (“Smallville”, “Into the badlands”)
Producida por Jenna Santoianni («Dig», “South of hell”), Tim Scanlan (“Los 100”, “Smallville”) y Tim Coddington (“Marco Polo”).
Producción ejecutiva por Dan Farah («Blindado», “Ready Player One”), Gene Stein (“Dig”, “South of hell”), Terry Brooks, John Favreau (“Revolution”, “El libro de la selva”).
Texto: FERNANDO FERNÁNDEZ.
Aunque la fantasía ha sabido hacerse hueco en la pequeña pantalla, especialmente la futurista que mezcla un “retorno al pasado” en las formas de la humanidad, el género no termina de calar en el público, más allá de la omnipresente y sobrevalorada “Juego de tronos”. Será que la sombra de “El señor de los anillos” es muy alargada, y da la sensación de que muchos de estos proyectos se encuentran intimidados por la grandiosidad de esta saga, como si no fuera posible decir algo más sobre la fantasía. Sucede especialmente si esta es expansiva (no tan intimista como “Juego de tronos”, aunque intenten cambiarlo en sus últimas temporadas) e incluye múltiples razas y multitud de seres, pero especialmente si está más cercana a la acción.
Por ello es toda una sorpresa la aparición de una serie como “Las crónicas de Shannara”, sobre todo viniendo de una productora y cadena como la MTV. Una marca mítica para los 90, que creó buena parte del estilo actual de la televisión, con grandes series adelantadas a su tiempo como “Aeon flux” y formatos realmente atractivos para los jovenes, pero que lleva más de una década perdida en horrorosos “reality shows” como “Georgia shore” o “Embarazada a los 16”. Su decadencia le ha llevado a tal punto que series que han funcionado relativamente bien como “Teen wolf” han sido estrenadas en Europa por otras cadenas de pago en vez de por la propia MTV.
Y es una lástima, porque la serie merece la pena. Tremendamente entretenida, los aficionados a la fantasía van a disfrutarla durante esta primera temporada, mientras llega la segunda. La serie tiene una estupenda factura técnica, algo que puede apreciarse en las campañas de promoción. Aprovecha al máximo los maravillosos parajes que Nueva Zelanda ofrece y de la misma manera que lo hizo “El señor de los anillos”, la serie y sus directores buscan crear ese mundo fantástico y hacerlo real e increíble al mismo tiempo. La historia no trata de ser excesivamente ambiciosa en lo que quiere contar, sino mantener un buen equilibrio entre momentos grandiosos, acción y momentos más personales, todo acompañado de una intriga de multiples tramas y personajes. Una historia continua, como una novela, pero no tan compleja como para no hacernos engancharnos a ella si nos perdemos algún episodio. Aunque sigue el formato actual de media temporada, en este caso diez episodios que no la hacen repetitiva ni cansina.
Personajes entre el bien y el mal
Uno de sus grandes aciertos es tomar una estupenda saga de base, “Las piedras élficas de Shannara” de Terry Brooks, y modernizarla con elementos clásicos de fúturo distópico que le proporcionan una base curiosa y actual (especialmente con esos lugares reconocibles que salpican su universo). Sin embargo, no traicionan la historia ni el sentido original en el ningún momento, y le dan un toque original, ya que nos hace preguntarnos qué ha ocurrido en el mudo para que nuestro universo actual se encuentre poblado de elfos, druidas y demonios. Pero estas preguntas no son importantes para el desarrollo de la ficción, algo que beneficia claramente a la historia escrita en los setenta.
La trama va por un camino diferente, más clásica y tópica, con un grupo de personajes enfrentados a un viaje para poder encontrar algo y salvar al mundo del mal que está por venir. Nada que reinvente la rueda en absoluto, pero consigue mezclar a personajes protagonistas muy jóvenes, conectando claramente con el público juvenil, que son los principales responsables de llevar a cabo dicha búsqueda y salvar el mundo que conocen. Y junto a ellos otra serie de personajes, veteranos y experimentados, que son los que van a tratar de guiarles y de enseñarles, ya sea a través del bien o a través del mal. Ese es otro de los elementos de la historia que funciona bien, con varios personajes moviéndose sobre el filo de lo correcto y lo incorrecto, para que sea su decisión final la que defina cómo son realmente.
Probablemente sea el desarrollo de estos personajes lo que en ocasiones parezca más flojo. Los jovenes actores principales, Austin Butler (“Arrow”, “Los diarios de Carrie”), Poppy Drayton (“Downton abbey”, “El padre Brown”) e Ivana Baquero (“El laberinto del Fauno”, “La otra hija”) no consiguen encontrar sus personajes hasta casi el final de la temporada, con solo su joven personalidad haciéndonos interesar en la historia. Y los veteranos Manu Bennet (“Espartaco”, “Arrow”), John Rhys-Davies (“El señor de los anillos”, “Indiana Jones”) y James Remar (“Dexter”, “Anatomia de Grey”) cuentan con una presencia más escasa y con menos juego del que podrían haber dado. Y por supuesto que la serie no cuenta con un presupuesto excesivamente holgado, que hace que sus efectos especiales en ocasiones dejen algo que desear. Es la calidad de sus directores, Brad Turner (“24”, “Hawai 5-0”), Jonathan Liebesman (“Invasión a la Tierra”, “Ira de titanes”), James Marshall (“Smallville”) y Jesse Warn (“Espartaco”, “Los originales”) la que le proporciona un estupendo ritmo y estilo.
En conjunto, la serie pasa más que sobradamente el aprobado y su temática supone un interesante cambio de tercio sobrelos géneros que nos encontramos en la pequeña pantalla. Además, ahora que se ha desembarazado de gran parte de la trama principal de las novelas, es probable que las futuras temporadas puedan permitir a la serie decidir hacia dónde quiere ir exactamente, proporcionándole una mayor libertad a su historia y personajes. La primera temporada termina con una buena cantidad de tramas que despertarán el interés del espectador.
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Anterior crítica de series: “Public morals”, de Edward Burns.