Las bandas más polémicas del rock (y 2)

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“Los Sex Pistols navegaron por el Támesis, tocaron y lanzaron improperios hacía la figura de la Reina hasta que la policía rodeó el bote y lo desvió a puerto”

 

Tras repasar las escabrosas historias que rodean a Guns N’ Roses, Oasis, Ozzy Osbourne o Moetly Crüe, Fernando Ballesteros repasa las idas y venidas de otras conflictivas bandas del rock and roll.

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

Sex Pistols: La bomba de relojería punk
Que el bajista de un grupo muera a los 21 años por culpa de una sobredosis de heroína meses después de haber sido detenido como único sospechoso de la muerte de su novia, apuñalada en una habitación del Hotel Chelsea, es motivo para aparecer en esta lista. Pero cuando todo eso ocurrió, cuando murieron Nancy Spungen y Sid Vicious, los Sex Pistols ya eran historia. Y en esa historia habían sucedido muchas cosas.

Dirigidos por el pro situacionista Malcolm McLaren, los Pistols fueron un huracán que se lo llevó todo a su paso y que tenía en su interior una compleja red de relaciones que, más allá de los ambiciosos planes de su manager, condenaban al grupo a una corta vida. McLaren, siempre dado al slogan y la búsqueda del titular, encontró su justa réplica en lo musical en los textos de Johnny Rotten, el más leído del cuarteto. Tenían las armas y las aprovecharon.

Altercados con los sellos, rupturas de contratos, conciertos suspendidos, sobreexposicion mediática, censura… todos estos ingredientes estuvieron presentes cada día de su corta y fugaz carrera. Todo ello complementado por la facilidad de la banda y su manager para crear situaciones que generaban noticias, como la vivida con el lanzamiento de “God Save the Queen”. Virgin la hizo coincidir con los 25 años de reinado de Isabel II, de tal forma que el día del evento real alquilaron un bote para promocionar su sencillo, del que ya habían colocado 150.000 copias en diez días. Navegaron por el Támesis, tocaron y lanzaron improperios hacía la figura de la Reina hasta que la policía rodeó el bote y lo desvió a puerto. Allí arrestaron a los Pistols y a su manager. El plan funcionó, pero el boicot sufrido les privó de tener un número uno que disfrutó en su lugar Rod Stewart.

La relación entre Sid y Nancy daría para decenas de episodios, pero si hay que cerrar con otra situación escandalosa del grupo, me quedo con la protagonizada junto al pobre Bill Grundy. Fue el 1 de diciembre del 76, el momento en el que los Pistols se convirtieron en la bestia negra de la sociedad británica. Ocurrió en el programa “Today” de Thames Television, cuando un enfadado Bill Grundy, al que se le habían caído de la escaleta Queen en el último momento, se encontró con unos invitados no muy deseados a los que recibió con comparaciones odiosas con los Rolling Stones.

Grundy les provocó para que demostraran lo rebeldes que podían llegar a ser y los chicos no se arrugaron y le dedicaron algún que otro improperio como “viejo verde” o “hijo de puta”. Los Sex Pistols, acompañados para la ocasión por Siouxsie, que acabaría liderando a los Banshees y que era amiga de la banda, acabaron en las portadas de los tabloides del día siguiente y el viejo Grundy en la calle y perdido para siempre.

Dead Boys: Chicos problemáticos
De todos los grupos que protagonizaron la explosión punk neoyorquina de la segunda mitad de los 70, los Dead Boys fueron probablemente los más ingobernables. Y mira que había donde elegir. Estos chicos, que venían de Cleveland y a los que capitaneaba Striv Bators, eran una bomba de relojería, la típica banda en la que parece que todo puede terminar mal de un momento a otro. Hasta que lo hace.

Para empezar, como alguno de sus integrantes recordara años después, se plantaban en las oficinas de su discográfica con los litros de cerveza en la mano. Es más, se preguntaban entre ellos cuántos litros iba a durar la reunión. Era su unidad de medida del tiempo.

En escena eran un huracán, un terremoto que se manifestaba al ritmo de Bators, todo un animal de escenario que había mamado de su gran ídolo Iggy Pop. Y como él, se jugaba el tipo cada noche escupiendo unas letras que tenían también mucho de provocación.

El día a día de estos tíos, acostumbrados a dirimir sus diferencias en los billares a golpe de tacos, era una locura. El bajista Jeff Magnum no lo soportaba. Él contó cómo el guitarrista Cheetah Chrome llamó una noche a la policía pidiendo que le detuvieran porque había perdido el juicio. Así estaban las cosas en el cuartel general de los Dead Boys.

Tenían la sensación de que todo se podía ir al garete en cualquier instante. Y ocurrió. Una noche, el batería Johnny Blitz fue apuñalado cuando salía a tomar algo con amigos, entre ellos Michael Sticca, roadie del grupo y de Blondie. Una disputa con un coche del que se bajaron varios puertorriqueños se saldó a navajazos y terminó con Johnny en el hospital al borde de la muerte y Sticca en RIkers Island, viviendo una temporada tras las rejas.

Johnny salvó la vida. Al llegar a urgencias, cuando le quitaron la ropa, el cirujano se quedó pensativo por un momento. Era judío y la esvástica que llevaba Blitz le dejó paralizado, hasta que un codazo de su compañero negro le hizo reaccionar y entre los dos acabaron curando al batería. Lo del grupo era diferente: tras aquello, estaban heridos de muerte. El final no tardaría en llegar.

The Germs: Darby Crash, listo para dominar el mundo
Los Germs fueron una banda de Los Angeles liderada por Darby Crash, todo un personaje. Estaba fuertemente influenciado por todo lo que había devorado sobre Hitler, y aquella obsesión iba a marcar la trayectoria de un grupo en el que militó Pat Smear y por el que llegó a pasar la mismísima Belinda Carlisle.

Darby, un imberbe de 18 años, no dudó en ilustrar su epé «Lexicon Devil» con personajes como Hitler, Goehring o Mussolini y por si fuera poco hacia declaraciones como «Somos fascistas». El chico defendía que había dos opciones: seguir jugando un juego que no iba a dar resultados o empezar con algo nuevo, y en ese caso, tenía claro que él debía de ser el líder de esa nueva revolución.

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Algo de eso había, porque formó el «Circle One», una especie de secta punk en la que dominaba y controlaba a sus fans, que lo daban todo por él y que lo acompañaban en sus locuras. La principal, su idea de terminar suicidándose, algo que tenía inicialmente previsto hacer en escena.

Su final, sin embargo, llegó en compañía de Casey Cola, su gran amiga, su principal seguidora y también amante. El cantante, de 22 años por aquel entonces, había pactado con ella que aquel sería el final, pero ella no cumplió su parte. Quizá el juego había ido demasiado lejos y Darby no tenía intención de que aquello terminara así. Nunca lo sabremos.

Se marchaba una personalidad nihilista, la de un tío muy inteligente pero tremendamente controvertido y con unas ideas que escandalizaban incluso a buena parte de la escena punk angelina. En cualquier caso, la heroína, una dosis letal de ella, puso fin a su vida, y solamente él podría reponder si aquella fue su intención. Si aquel fue su último acto para epatar al mundo, la jugada no le salió del todo bien. Apenas unas horas después, el 8 de diciembre de aquel 1980, era asesinado John Lennon. Evidentemente, la desaparición del enfant terrible del punk de Los Angeles no tuvo demasiado espacio en los titulares de aquel día.

Led Zeppelin: Sexo, acusaciones de plagio y ocultismo.
Al principio de los 70, los Zeppelin eran “El Grupo”, así, con mayúsculas. Una maquinaria imbatible en directo que iban un poco más allá en cada paso que daban en el estudio, y cuyo techo ni siquiera se vislumbraba. Como suele ocurrir, instalados en la cima, disfrutaron de todo lo que te da el status de gran estrella.

Las legendarias sesiones de sexo con decenas y decenas de groupies escandalizaban a las mentes biempensantes, pero la cosa iba más allá. Sus controversias tuvieron una triple derivada: el sexo, las fiestas y la droga. Lo de siempre, vamos, pero también el ocultismo y las acusaciones de plagio, un fantasma que todavía les persigue.

Los especialistas hablan de decenas de posibles plagios, y el pasado año aún se enfrentaron a un juicio por este motivo. De hecho, la banda de Plant y Page fue demandada por la supuesta copia de la introducción de «Starway to heaven», como recogió en su día Javier de Torres en su artículo “Tormenta de plagios”. Spirit sostenían que la habían fusilado de su instrumental ‘Taurus’. En esta ocasión, sin embargo, los tribunales terminaron dándoles la razón.

En cuanto a los escándalos sexuales, habría para varios libros. Uno de los más sonados cuenta cómo una chica de 17 años fue atada en la cama de un hotel mientras ellos jugaban con sus partes íntimas y una cría de tiburón. Poco más que añadir, aunque lo cierto es que la leyenda ha terminado por exagerar aquello y yo ya no sé donde termina lo real. Posiblemente ni ellos mismos se acuerden. Quizá tampoco tengan muy claro, ahora que han pasado tantos años, cómo acabó un teléfono público en la puerta de su habitación durante una gira japonesa. Increíble pero cierto.

Luego estaba el ocultismo. No entraremos en los supuestos mensajes satánicos que desprendían sus composiciones al escucharlas al revés, simplemente recordaremos que Page estaba fuertemente influenciado por la figura de Aleister Crowley. En los 70, con todo lo que tenían encima y la presión de la prensa, no hablaba de ello y alimentaban las dudas, pero cuando el grupo ya era historia, Jimmy se sinceró y reconoció que Crowley era una figura fundamental para él.

Los años salvajes, las fiestas y las juergas se cobraron su factura y los Zeppelin pagaron un alto precio. Sobre todo el pobre Bonzo, que tras meterse al cuerpo unos 40 vodkas (la cantidad varía según las fuentes) murió el 24 de septiembre de 1980. Sin el batería que propulsó a la fiera, el grupo dejaba de existir.

Burzum: El crimen del black metal noruego
Lo que ocurrió en el black metal noruego en la primera mitad de la década de los noventa ofrece material para una buena película de terror. Iglesias quemadas, suicidios, lesiones autoinfligindas y si, también asesinatos.

“Señores del Caos”, que editó aquí Espop ediciones, nos acerca a aquel fenómeno y lo hace mediante un trabajo periodístico sobresaliente, mitad análisis sociológico mitad crónica de sucesos. Es adictivo perderse entre las páginas que retratan todas aquellas barbaridades. Posiblemente lo que más me impresionó fue el asesinato del guitarrista de Mayhem “Euronymous” a manos del líder Burzum Varg Vikernes. Fue una noche de agosto de 1993 en el apartamento de Euronymous. Hasta allí se desplazo Vikernes, que había sido su amigo, para acabar con su vida tras asestarle un total de 23 puñaladas.

Han corrido ríos de tinta sobre el suceso y, seguramente el retrato más certero lo encontramos en el libro referido. La clave de la historia fue una lucha de poder entre los líderes rivales de un circulo satánico o una disputa por culpa de un contrato de grabación. O, seguramente, una mezcla de todo y unas cabezas un tanto dañadas.

Anterior entrega: Las bandas más polémicas del rock (1).

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