FONDO DE CATÁLOGO
«Un álbum rotundo que ponía al alcance de los fans un producto de calidad y que los metaleros tomaron como suyas, al ser letras en castellano»
Barón Rojo
Larga vida al rock and roll
CHAPA DISCOS, 1981
Manel Celeiro nos acompaña hasta 1981 para encontrarnos con el célebre debut de Barón Rojo, Larga vida al rock and roll, la colección con la que se estrenaron los hermanos De Castro al abandonar Coz.
Texto: MANEL CELEIRO.
Los últimos años Barón Rojo se han visto convertidos en un culebrón a raíz de las diferencias y cruces de declaraciones entre las dos facciones «históricas» del grupo, léase los hermanos De Castro por un lado y el bajista y vocalista José Luis Campuzano, conocido como Sherpa, y el batería Hermes Calabria por el otro. Un epilogo triste e indigno de un nombre indispensable del rock nacional, tanto por el impacto generado a nivel estatal como por el que lograron durante un tiempo más allá de nuestras fronteras. Y es que, pese a lo que nos quieran contar ciertas fuentes, los géneros musicales triunfantes a nivel de venta de discos y despacho de entradas para los conciertos durante los ochenta fueron el hard rock y el heavy metal. Parece que durante esa década La Movida madrileña, el pop o el after punk eran estilos dominantes si nos atenemos a su repercusión «mediática»; sin embargo, los que realmente llenaban pabellones hasta los topes y colgaban discos de oro en sus paredes eran formaciones como Barón Rojo, Obús o Ángeles del Infierno.
Propulsados por el rebufo generado por la NWOBHM, la nueva ola del metal británico, culpable de revitalizar los sonidos duros desde la segunda mitad de los setenta a nivel comercial, proporcionándoles frescura y un nuevo impulso creativo a cargo de bandas como Iron Maiden, Def Leppard, Tygers of Pang Tang, Praying Mantis o Saxon. Con nuestras calles viendo pasar multitudes ataviadas con chaquetas tejanas y cruzadas de cuero llenas de parches yendo en peregrinación hacia los conciertos que se realizaban en los viejos Pabellones del Real Madrid en el caso de la capital o en el Palau D’esports de Barcelona.
Este era el escenario cuando en la primavera de 1981, exactamente el 27 de abril, se editaba el primer disco de Barón Rojo con el explicito título de Larga vida al rock & roll y con una portada, diseñada por José Flores, en la que el clásico aeroplano del famoso piloto de la Primera Guerra Mundial se ve inmerso en una batalla con las naves alienígenas de uno de los videojuegos de la época. Tras esa imagen se escondía un cuarteto de músicos con experiencia en proyectos anteriores y dueños de un notable dominio de sus instrumentos. Demostraban una habilidad técnica reforzada por talento para la composición y unas letras que intentaban ir más allá de los tópicos dominantes del género, borracheras, sexo, diversión y orgullo de pertenencia a la tribu metálica, para abordar una temática de más calado social con ayuda de Carolina Cortés, pareja de Sherpa, en algunas de ellas. El éxito fue inmediato y aunque la compañía que lo editaba, Chapa Discos, tenía fe ciega en los Barones, la rapidez con la que caló entre el público fue sorprendente. Sobrepasó rápidamente las expectativas de unidades vendidas, actuaron en todos los rincones de la piel de toro y fueron objeto de atención y buenas críticas no solo por parte de la prensa especializada existente en aquellos tiempos, sino por parte de un buen número de medios generalistas habitualmente alejados de la escena rocanrolera. Cifras y datos que refrendan el peso que la parte inicial de la trayectoria del Barón, especialmente los primeros cuatro discos, ha tenido en el desarrollo del rock nacional contemporáneo, así como su influencia en el nacimiento posterior de cientos de bandas.
Un álbum rotundo
Estamos ante un álbum rotundo, que ponía al alcance de los fans un producto de calidad y que los metaleros tomaron como suyas, al ser letras en castellano. Cantar en su idioma les permitía entender y corear unas estrofas que retrataban una parte de la realidad social que se vivía en esos años. La cara A del vinilo se abría con un riff impetuoso y una base rítmica arrolladora en la canción “Con botas sucias”, un feroz ataque a las compañías de discos y un varapalo sin tapujos a CBS, con la que habían editado los discos de Coz, y la última pieza de la cara B del vinilo era el homónimo y épico “Barón rojo”, que se convirtió en uno de los pilares de sus presentaciones en vivo. Entre un tema y otro transcurrían poco más de treinta minutos de rock duro de excelente factura y acabado con puntos álgidos, como la adaptación del “Anda suelto Satanás” de Luis Eduardo Aute, la enérgica oda a la consecución de los sueños que narra “El pobre” o los reproches a la dependencia de la clase política ante el influjo de los poderes fácticos en “El presidente”. Junto a ellas había composiciones que transpiran amor por el rock desde dos vertientes, el rechazo y el recelo a los que se apuntaban al carro (“Los desertores del rock”) y la incontestable canción de homenaje que daba título al álbum, “Larga vida al rock and roll”, acogida como un himno por su audiencia y un tema bandera de su repertorio durante años.
Tras este epatante debut, y gracias a los buenos réditos económicos conseguidos, la banda madrileña se fue a registrar su siguiente trabajo a Inglaterra. Los estudios Kingsway vieron el nacimiento de Volumen brutal, que se puso a la venta en febrero del 82 y significó el impulso definitivo a su carrera. Se grabó en dos versiones, castellano e inglés, y supuso otro gran éxito, llevándolos a ser portada de revistas internacionales de tanto prestigio como la británica Kerrang! Se editaron sus discos en toda Europa y Japón, y se incluyó su nombre en el elenco del prestigioso festival de Reading junto a tótems como Twisted Sister, Iron Maiden o Gary Moore, una proyección internacional que les hizo volar muy alto por aquel entonces. Tiempos de gloria que parecían anticipar la pieza instrumental “El Barón vuela sobre Inglaterra”, incluida en el segundo trabajo de una de las bandas más legendarias de nuestra escena.
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Anterior entrega de Fondo de catálogo: Postcards from a young man (2010), de Manic Street Preachers.