Ser seguidor de The Kinks, el grupo de Ray Davies, es como formar parte de una cofradía muy especial: No es una formación cuyo nombre le suene al común de los mortales, ni de lejos, como el de los Beatles o el de los Rolling Stones, sin embargo ellos –sus fieles militantes– están convencidos de que los Kinks fueron tan grandes, o más, que esos dos y que el talento como compositor de Davies supera con creces a los de Lennon/McCartney y Jagger/RIchards. No es cuestión de entrar en estériles disquisiciones, pues no cabe duda de la grandeza de los Kinks y de la mordaz y genial pluma de su líder.
Pero, lo dicho, The Kinks es una banda semiolvidada –aunque últimamente vuelve a estar de actualidad por esos intermitentes rumores que, cada poco, auguran su reunificación; y por una exuberante caja antológica que los llevó a las tiendas la pasada Navidad– pero no para todo el mundo. Ahí está, por ejemplo, Juanjo Palacios que desde La Web de los Kinks repasa en castellano su historia, ofrece la discografía completa e incluso traduce algunas de las letras de Davies: esas que le han dado la fama de escritor irónico y cultivado. Un placer darse una vuelta por sus funcionales y claras páginas para recordar la leyenda de los Kinks.
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Salvador Domínguez. Sus discos y los de los demás.