Teddy: «Hacía muchos años que no escuchaba el disco, así que lo rescaté y volví a empaparme de las ideas que yo mismo había plasmado allí»
Teddy Bautista vuelve a la música con un doble elepé titulado Ciclos 5.0. El periplo de las heroínas (Altafonte, 2025). Y lo hace cincuenta años después de la publicación de Ciclos (Ariola, 1974), un álbum de culto entre los devotos del rock progresivo, reverenciado en Japón, donde incluso Haruomi Hosono, el único exmiembro vivo de la Yellow Magic Orchestra, le ofreció hace años al propio Teddy volver a grabar con él aquel legendario disco, el último firmado por Teddy con los Canarios. Una entrevista de Luis Lapuente.
Texto: LUIS LAPUENTE.
Fotos: CANARII – OLGA / ARCHIVO PERSONAL DE TEDDY BAUTISTA.
La música de Ciclos fue una recreación electrónica en clave de rock sinfónico y progresivo de Las cuatro estaciones de Vivaldi, tamizada por el moog, los sintetizadores y secuenciadores de Teddy, y los instrumentos tradicionales de una banda de rock. Un esfuerzo revisionista superior en el fondo y la forma al que abordaron, por ejemplo, Emerson, Lake & Palmer con la obra de Mussorgsky en el elepé Pictures at an exhibition (Island, 1971).
Pero es que el bagaje musical y la paleta artística de Teddy Bautista abarcaba un espectro mucho más amplio y ambicioso que el del mencionado trío británico. Al frente de Canarios, Teddy fue pionero en la escena del rock, el soul y el jazz rock hispanos, con canciones inmortales como “Peppermint frappé”, “Get on your knees”, “Child” o “Requiem for a soul” y con álbumes como Libérate (Barclay, 1970), donde hay vestigios de Traffic, de los Rascals, de Otis Redding y de los Blood, Sweat & Tears de Al Kooper, en piezas como “Free yourself” o la deslumbrante “Magna”, ambas en la vanguardia del rock de la época.
En 1973, ya embarcado en otros horizontes musicales, Teddy Bautista se hizo con un sintetizador modular fabricado a medida para él en la factoría de Robert Moog y se desplazó a Londres para comprar la mesa de mezclas de Pink Floyd. Tras disolver los Canarios que habían grabado el directo Canarios vivos!!!! (Ariola, 1972), Teddy formó una nueva banda con Antonio García de Diego (guitarras), Christian Mellies (bajo), Mathias Sanvellian (piano y órgano) y Alain Richard (batería y percusión), reservándose él las voces, el mellotrón, los sintetizadores y demás teclados electrónicos. Con ellos grabó Ciclos y luego siguió aventurándose en la producción de musicales como el celebrado Jesucristo Superstar (inmortalizado en el doble elepé homónimo del año 1975). Ya en solitario, centró su actividad a lo largo de los años setenta y ochenta en el trabajo de laboratorio como arreglista, ingeniero de sonido, compositor y productor de artistas tan diversos como Luis Eduardo Aute, Triana, Camilo Sesto, Franklin, Tara, Leño, Taburiente, Topo, Caco Senante o Nacha Pop.
Teddy: «Todo Ciclos 5.0 es un homenaje al periplo de esas heroínas, símbolo de la emancipación femenina»
Viaje de regreso a un disco
Conviene situar en contexto la trayectoria profesional de Teddy Bautista para entender el espíritu y la letra de su flamante nuevo trabajo, el doble elepé Ciclos 5.0, que nace de la inagotable voracidad artística que le condujo en diferentes momentos de su vida a estudiar programación en los Bell Labs y a dar clases de sintetizador en el Public Access Synthetizers Studio, en Nueva York. Pero, de alguna manera, la historia de este disco también se escucha como el trasunto de otro periplo heroico, el que empezó con su trabajo en defensa de los derechos de autor como consejero delegado y presidente del consejo de dirección de la SGAE, puesto del que fue defenestrado en 2011 tras una maniobra conspirativa a varias bandas, que culminó con su linchamiento mediático y procesamiento judicial, y, once años después, con la absolución de todos los cargos: «Durante los once años que duró el proceso judicial hasta mi absolución, escribí muchísima música, descubrí que no todo habría de ser convencional, me monté una especie de laboratorio con los teclados y el ordenador, y pasé de hacer escalas a esculpir sonidos, a diseñar el mundo sonoro que tenía en la cabeza pero que no sabía si estaba ordenado. Hasta que, entre unos experimentos y otros, me di cuenta de que el modelo que estaba buscando ya lo había ensayado en 1973… ¡Ciclos, claro! Hacía muchos años que no escuchaba el disco así que lo rescaté y volví a empaparme de las ideas que yo mismo había plasmado allí; primero, deduje la metodología de crear las estructuras musicales y, segundo, la dramatización de todo el proyecto, tenía que imaginar una historia con planteamiento, nudo y desenlace. Y así nació Ciclos 5.0 El periplo de las heroínas».
Escuchando “La conjura de los herméticos”, uno de los temas de Ciclos 5.0, la odisea de estas mujeres visionarias parece una imagen en espejo de la trayectoria profesional y vital del propio Teddy Bautista. Un artista y un guerrero comprometido en la lucha por la libertad y los derechos de los creadores, que sufrió emboscadas y soportó durante años una terrible muerte civil, por la que nadie, nunca, le pidió disculpas cuando fue absuelto por los tribunales. «No lo había pensado, desde luego no ha sido premeditado, pero ahora que lo comentas», dice Teddy, «tiene sentido que mi propia biografía se refleje en este periplo de las heroínas, tanto por lo que tiene de paralelismo vital, como porque me he inspirado en algunos libros que me acompañan desde hace años: El arte de la guerra, de Sun Tzu; La propensión de las cosas, de François Jullien, donde al autor habla sobre ese diálogo permanente entre la tensión y la relajación, el silencio y la pulsión sonora; El libro de los cinco anillos, de Miyamoto Musashi, un compendio de las artes marciales, se supone que inspirado por una bugeisha; y Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, que cierra la historia».
Ciclos 5.0, subtitulado El periplo de las heroínas, parte de Metántropo, uno de los personajes de aquella epopeya que fue el primitivo Ciclos. Alumbrado por el grito primal de la vocalista Rudmini Sukmawati (hija del político indonesio Sukarno) en el primer acto de Ciclos, Metántropo se transmuta aquí en una mujer samurái y, a partir de ahí, Teddy elabora una historia intrincada, misteriosa, que cuenta el viaje desde Oriente hasta la república de Venecia de un grupo de mujeres científicas, artistas y guerreras: «Todo Ciclos 5.0 es un homenaje al periplo de esas heroínas, símbolo de la emancipación femenina. El personaje masculino, Metántropo, se reencarna en onna bugeisha, la primera mujer samurái que nace en el templo bushido porque los campaneros estaban embriagados de sake a las doce de la noche y no controlaron las campanadas. Decía la leyenda que, si sonaba una campanada de más, nacería la mujer samurái. Quizá pueda parecer una licencia literaria o un capricho narrativo, pero para mí tiene mucho sentido: el espíritu, que lleva aparejada la memoria, se traslada al cuerpo de una mujer, como anunciando el primer paso del empoderamiento femenino. Además, resulta que esta mujer es una samurái invencible».
Al llegar a su destino después de un largo viaje donde van recalando en las ciudades invisibles, este grupo de guerreras, artistas y científicas adelantadas a su tiempo son recibidas por las autoridades venecianas. Pero, al darse cuenta del peligro que representan esas mujeres extraordinarias, las fuerzas oscuras que gobiernan la república preparan una trampa para ellas y las asesinan. Solo sobreviven dos, y ese desenlace le sirve a Teddy Bautista para imaginar una secuela de la historia: «Estoy pensando en qué les ocurre a las dos heroínas que se salvan de morir asesinadas. Llevo tiempo pensando en la segunda parte de Ciclos 5.0, porque el periplo es la venida de Oriente hasta Occidente y la atracción del mundo occidental, pero al final se salvan la guerrera y la científica, y estas dos emprenden el camino de vuelta. Estoy pensando en retomar aquí la historia y rebautizar la ruta de la seda, donde Marco Polo sitúa sus ciudades invisibles. Me gusta pensar en ese camino de vuelta a Oriente como la ruta de la esperanza, pero esa, en todo caso, sería materia para otro disco».
El disco de hoy en músicas de siempre
Hay que dejarse permear lentamente por la música de este doble elepé con el que Teddy vuelve al mundo y da la vuelta al mundo. Un disco fraguado a lo largo de muchos meses de trabajo, desentrañando la colección de deuvedés que atesoró en uno de sus viajes a la biblioteca musical de Shangái, que digitalizó y limpió cuidadosamente para incorporar «por ejemplo, en “La danza de las mujeres samuráis” instrumentos del Medio Oriente. A lo largo del álbum, además, se escuchan aquí y allá los siguientes instrumentos: pipa, koto, guzheng, erhu, biwa, taikos, shamisen, yanqin, darbukas, djembe, duduk, kanoon, bansuri, tanpura, sitar, santur, angklung, xiao, xun y shakuhachi».
En 1993, Teddy ya había trabajado con sonidos orgánicos e inorgánicos, dejando constancia de su talento como sintesista en el cedé La memoria del agua, editado por el sello GASA. En el libro Conversaciones con Teddy Bautista (Efe Eme, 2023), Teddy anticipaba esta vocación ecuménica que relampaguea a lo largo de Ciclos 5.0: «Frank Zappa había escuchado Ciclos porque se lo regaló un amigo suyo, y no es que fuese su música favorita, pues decía que las cosas escritas en su tiempo solo pueden entenderse cuando conoces ese tiempo, cuando las escuchas y las relacionas con el momento en que se escribieron. Zappa y yo fuimos buenos amigos, nos vimos varias veces en mi casa y escuchó La memoria del agua, le gustó mucho el tema central (“Gernika”), que está dedicado a él. Se lo puse antes de que se publicara el álbum y le gustó especialmente la segunda parte, un adagio, que incluye una secuencia de guitarras que le fascinaba, con ese toque como militar al final, la explosión rítmica acentuada, pam papapam, pam papapam, la saqué de un desfile de las SS presidido por Hitler que vi en la Filmoteca Nacional, es una acentuación que desvela la explosión del fascismo, es la desaparición del ser humano y la sublimación del fanatismo, es un monstruo que posiblemente todos llevamos dentro pero que solo se despierta si confluyen circunstancias excepcionales. Estuve pensando en incluir La memoria del agua como un bonus en Ciclos 5.0, porque los derechos son míos».
No pudo ser, pero aquellas ideas quizá embrionarias germinan resplandecientes en piezas mayúsculas, como “El dolor y el éxtasis”, donde se vislumbran los ritmos sintetizados de Giorgio Moroder y la música electrónica de Vangelis, y hay recuerdos muy nítidos a la banda sonora de Blade runner: «La música de Vangelis en Blade runner es impresionante y, además, la hace casi toda con dos aparatos, un Moog modular parecido al mío y un Yamaha CS-80. Yo tenía uno, pero me lo robaron, era un aparato pesadísimo y muy grande, parecía hecho de plomo. Es un instrumento increíble, te ofrecía la posibilidad de hacer polifonías sin límite de voces y de sonidos. Si recuerdas, Vangelis va alternando en la música de esa película una secuencia de fondo hecha con el moog y los pads (secuencias de cuerda sostenidas) del CS-80 por encima. “El dolor y el éxtasis” es el alegato de la científica en pro de la superación de las dificultades por el dolor y el esfuerzo, algo que me recordó a la serie de TVE sobre Teresa de Ávila, con esa música prodigiosa de Pepe Nieto, un encargo que compuso después de que se filmaran las imágenes. Concha Velasco me dijo entonces que ella sentía como si ya hubiera escuchado esa música de Pepe mientras se metía en la piel de santa Teresa. Así que cuando compuse “El dolor y el éxtasis”, no pude dejar de pensar en las palabras de Concha, en su interpretación y en la partitura de Pepe Nieto. Como Vangelis, recurrí al secuenciador, pero haciéndolo jugar con unas voces que de algún modo expresaban cierta angustia, y utilicé la percusión para sustituir a los pads del sintetizador Yamaha».
Teddy: «Zappa y yo fuimos buenos amigos, nos vimos varias veces en mi casa y escuchó La memoria del agua, le gustó mucho el tema central (“Gernika”), que está dedicado a él»
Pero, además, en varias canciones de El periplo de las heroínas aparece, sigiloso, deslumbrante, el sonido del piano, confundiéndose con las percusiones y los sintetizadores en un crescendo sobrenatural. Por ejemplo, en “La liga de las mujeres extraordinarias” —«algunos músicos amigos míos que escuchan mis progresiones al piano en este tema lo llaman “la secuencia de Teddy”»— y especialmente en una de las cimas musicales del álbum, “Epifanía 88”, pero aquí es un piano que también trasciende su propia sonoridad, que parece apuntar más a Steve Reich que a Ryuichi Sakamoto; dos de los cuatro referentes musicales del álbum, con Hauschka (alias artístico del alemán Volker Bertelmann, que acaba de firmar la banda sonora de Cónclave) y Max Richter, un músico prodigioso que publicó en 2012 una versión experimental de Las cuatro estaciones distinta a Ciclos, más apegada a la partitura de Vivaldi, y que en 2020 firmó el álbum Voices, gran música clásica del siglo XXI, que trasciende la tradición de Occidente para descubrir polifonías orientales, esas que se perciben, nítidas, magnéticas en temas de Ciclos 5.0 como “Antarabahva” y “Onna Bugeisha”: «Además de Steve Reich y de Terry Riley, Richter es una influencia permanente en mi música. He escuchado muchísimo a Max Richter y además lo he desmenuzado, sobre todo por el uso de las voces en sus discos. Estuve obsesionado durante un tiempo con encontrar el paralelismo de Richter con Carl Off, con ayuda de Jesús Gluck, que, si recuerdas, fue el primer teclista de Los Bravos cuando murió Manolo…».
Una influencia, la de Richter, palpable también en “La proporción áurea” y en “la danza de las mujeres samuráis”, donde se imbrican las percusiones y los instrumentos de Oriente con las voces aurales y los sintetizadores, creando una atmósfera cacofónica, casi asfixiante.
Pero Teddy Bautista confiesa su devoción por otros dos músicos, cuyo espíritu le ha guiado durante la gestación de este disco: Hans Zimmer y Bernard Herrmann, compositores que han desarrollado buena parte de su carrera escribiendo bandas sonoras para el cine. En cierto modo, el cine sería ahora lo que fueron en otros tiempos el teatro y la ópera para los músicos, el vehículo ideal para crear a partir de un modelo que te ofrecen. Al fin y al cabo, la música cuenta historias y, muchas veces, son historias prestadas por otros, historias que se enriquecen mutuamente con las músicas: «Eso es muy cierto y merecería un trabajo musicológico que lo desarrollara. Los compositores, desde siempre, desde el Ars Antiqa, han hecho música porque se la encargaba un noble o una orden religiosa o incluso los vecinos. Sería muy interesante seguir la pista del músico a lo largo del tiempo, porque la música siempre ha estado ligada a un descriptivo. Se escribían oratorios, óperas, cantatas, con el ansia de transmitir, no solo de amenizar, sino sobre todo de contar, de contar historias. Ahora, ese papel lo cubre el cine. Yo tengo atesoradas en un fichero las músicas de películas que considero emblemáticas, desde El cantor de jazz hasta Cónclave. Cuando escuchas la banda sonora de esas películas te das cuenta de que los directores siempre buscan un músico que le proporcione otra dimensión a su obra, como es el caso de Hitchcock con Bernard Herrmann. Recuerdo que hace tiempo asistí a un taller de música y cine con Carmine Coppola. Coppola nos preguntó en un momento dado qué era la música para nosotros y cada uno fue diciendo lo que pensaba, pero al final, Carmine sentenció: “todo eso que dicen está muy bien, pero no se olviden de que la música es la tercera dimensión del cine”».
Además de Zimmer y Herrmann, se adivina en el imaginario de Teddy Bautista la huella de Jerry Goldsmith, autor, entre otras, de la partitura extraordinaria de El planeta de los simios (1968). Especialmente, en uno de los temas más “occidentales” de Ciclos 5.0, “Réquiem por un sueño en Do menor”, con esos bonitos pizzicatos de sintetizador, esos coros eclesiales y esos enjambres de cuerdas, que recuerdan a la banda sonora de Goldsmith para La casa Rusia (1990): «Claro que sí, no te extrañe, porque Jerry Goldsmith me encanta, pero es que además, esa película es muy importante, no solo por el trabajo descomunal del director y de los actores (Sean Connery, Michele Pfeiffer, etc) sino porque allí, si recuerdas, hay una escena rodada en la sede de la VAAP, la sociedad de autores rusa. Yo conocía al entonces presidente de la VAAP, que era checheno, y que estaba indignado porque consideraba que la VAAP no podía aparecer en una película de espías, que eso era un insulto a su organización, porque la suya era una casa de tolerancia, de libertad creativa, donde lo mismo se enseñaba a Beethoven que a John Cage».
«Vuelve a tus orígenes porque ahí es donde estás a salvo», se escucha cantar en sánscrito en el “Réquiem” de Ciclos 5.0, y Pablo Salinas, el gran guitarrista, colaborador y amigo de Teddy, dice con razón que ese pasaje le recuerda a Karl Jenkins, el ex miembro de Nucleus y de Soft Machine, más referencias acumuladas en esta obra ingente, inagotable, que juega en otra división, como ha escrito Fernando Neira.
Y son precisamente las guitarras punzantes de Pablo Salinas en “Asesinos de guantes negros” el único instrumento orgánico que suena en este álbum, aparte de las voces: «Estuve dándole muchas vueltas, pero al final me di cuenta de que necesitaba esas guitarras. Es que fíjate que, en ese tema, se cuenta cómo las fuerzas oscuras que gobernaban Venecia invitan a cenar a las heroínas llegadas de Oriente y se las cargan, así que necesitaba el instrumento que de alguna forma justificara la traición. Al mismo tiempo, están las voces de las asesinadas, que son más un lamento que un grito de dolor o de reproche. Las guitarras cumplen en este tema el papel de instrumento asesino».
Queda por destacar el papel muy especial de las dos hijas de Teddy, Yaiza en las voces y Laura en el diseño de la carpeta, subrayando ambas el nivel extraordinario de una obra mucho más valiente, ambiciosa y personal que Ciclos, menos encorsetada en su época, en la que Teddy Bautista se permite un último guiño al pasado al dividir la historia de El periplo de las heroínas en dos equinoccios y dos solsticios, como esas cuatro estaciones inmortalizadas por Vivaldi en una de sus obras magnas.