La Troba Kung-Fú: Rumba global

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«Los rumberos auténticos son los que están en el bar a última hora y animan la fiesta. Se trata de un espíritu musical y está en todas las culturas. Usamos la rumba catalana como un idioma. Sale de dentro»

Surgido de las cenizas de Dusminguet y con Joan Garriga al frente, el grupo de, precisamente, La Garriga (Barcelona) acaba de lanzar su segundo disco, el formidable “A la panxa del bou”, un compendio de su filosofía musical, de la rumba catalana hacia el mundo. Eduardo Tébar habla con el motor de La Troba Kung-Fú.


Texto: EDUARDO TÉBAR.


Es verano y Granada arde. Por las altas temperaturas y por la hipertermia generada por el fútbol. En una lúgubre tetería del Albaicín, Joan Garriga recupera el aliento. Al cantante, acordeonista y compositor de La Troba Kung-Fú le aguarda una noche intensa: compartirán escenario con Aterciopelados. La banda del municipio barcelonés de La Garriga publica su segundo disco, “A la panxa del bou”. Sugerente título inspirado en un cuento infantil catalán. Como el protagonista del relato, también ellos ansían salir y explorar el mundo. Las ventas a través de su web se disparan en países como Bélgica, Austria y Francia. De su estancia en el Brooklyn chicano –acompañando a Peret en el Lincoln Center– captaron la cumbia sonidera. El ex Dusminguet acaba de patentar un trabajo de fusión transoceánica.

A Garrriga le pilla en fuera de juego la noticia de la muerte de Charlie Gillett, capo mundial de los ritmos étnicos. El maestro de la BBC babeaba con Dusminguet. “Una pena, se va uno de nuestros grandes valedores”, alega el músico. “Fuimos una banda de culto. Eso pretendíamos. Flipo al comprobar que la gente se acuerda de nosotros. Dusminguet tenía sus virtudes y sus defectos, como la Troba. Pienso que hemos mejorado en algunas cosas. El tiempo te da madurez. Vamos a mejor. En Dusminguet latía la ebullición adolescente. Gran parte de su prestigio vino a posteriori. No vendimos tantos discos, ni se nos reconoció tanto ni sonamos tanto en la radio”. La Troba Kung-Fú se mete en el fango del mestizaje total. Hip hop, ranchera, reggaetón. Y, sobre todo, rumba. La jaranera rumba catalana.

Ya lo dijo Albert Pla: “No sólo de rumba vive el hombre”.
No hay que ser purista en nada. La música sirve para liberar ritmos y tensión. Soy de los que piensan que la música no ha cambiado tanto en los últimos 2.000 años. No me interesa la discusión sobre los estilos.

Pero la rumba, por su naturaleza, está condenada a la perversión.
Claro. Y luego hay intérpretes que tienen una manera muy marcada. Buenas ideas que se copian y que establecen fórmulas válidas en forma de canción, estribillos o maneras de tocar. Pasa cíclicamente en todos los estilos. El género en sí jamás puede cerrarse. Evoluciona siempre.

Y evolucionáis con guasa.
La guasa no se puede separar de la rumba catalana. Está en su actitud. Los rumberos auténticos son los que están en el bar a última hora y animan la fiesta. Se trata de un espíritu musical y está en todas las culturas. Usamos la rumba catalana como un idioma. Sale de dentro.

¿Cómo toca la rumba catalana un payo?
La rumba catalana es rumba gitana en origen. Con el tiempo, algunos payos se han mezclado con los gitanos o se han hecho pasar por ellos.

Como Gato Pérez.
Gato Pérez llegó con su película, más rockera que otra cosa, y utilizó la rumba catalana como paisaje. Curró con ellos para extraer el perfume. Utilizó la rumba para contar cosas. Ayudó a los gitanos del barrio de Gracia. Y los gitanos a él. Cuando llegó de Argentina, buscó una fusión rumbera. Su salsa y sus letras eran espectaculares. La rumba catalana es más gitana que catalana. Yo, como catalán no gitano, he entendido que es un idioma. Es como entrar a formar parte de una gran familia. Hay algo que une a todas las músicas gitanas del mundo. Quizá sea esa capacidad de aceptación y de desapego. Yo me llamo Garriga y nací en La Garriga. Es un ejercicio de liberación que no veas (risas).

Participasteis en el recopilatorio “Achilifunk”, otro ejemplo de rumba heterodoxa y liberada de corsés.

Supongo que aporta una fusión ya creada y basada en cosas de grupos conocidos y desconocidos. Cuatro funkies y cuatro gitanos haciendo la rumba catalana.

Lo del reggaetón, ¿no es pasarse?
Vemos ingredientes interesantes en el reggaetón. No le encuentro muchas diferencias con respecto a la rumba. Son patrones rítmicos afrocubanos.

Ya, pero hasta Tego Calderón reconoce sus limitaciones.
La rumba es un compás, una respiración. Cuando el baile se convierte en medicinal y existe la improvisación, es como una misa. Con el tiempo se ha modernizado y se ha ido sofisticando. Ya no nos reunimos en familia para tocar la rumba y cantar, sino que acudimos a las discotecas. Pero la rumba sigue estando ahí, en esos momentos festivos en los que te puedes reír de todo. Y muchas músicas comparten estas características. Hasta el techno.

¿Hay fiesta en Barcelona? En el álbum la comparas con una prostituta.
Es que se pone guapa para los de fuera. Pero tú, que estás realmente enamorado de ella, te quedas olvidado. En realidad, es un tributo a la Barcelona en la que te puedes perder. Cada vez está más señalizada. Se ha silenciado ese componente porteño de pérdida.

No obstante, la ciudad sigue preñada de propuestas multiculturales.
La veo bien. El problema es que no hay muchas salas para tocar. Ahí está el drama. Todos escuchamos músicas de todo el mundo. Es normal que alguien toque rock con influencias de la India. Sin embargo, hay más oferta que demanda y más demanda que producto. No se prestan los espacios. Hay un desajuste entre la administración y los músicos; entre quien decide lo que es legal o ilegal y la gente que quiere hacer cosas. Eso es un drama. Parte de la crisis deriva de eso.

La crisis agudiza el ingenio. ¿Por eso inventáis el formato de juego-canción?
Nunca hemos visto a la Troba como algo cerrado que se ciñe sólo a hacer canciones. Vemos el arte en general. Si una idea es buena, debe tener incidencia en cualquier momento del día a día. Los juegos con las canciones, como nuestra web o un periódico elaborado por nosotros, son formas de expresar nuestra filosofía.

También sois un ejemplo de autogestión.
Hay una parte de apuesta y otra de necesidad. Tampoco quedan más opciones. La vida consiste en decidir. Aprendes en el proceso. Y es bueno aprender a ser autosuficiente. La asociación resulta positiva, pero no la dependencia. Soy un independentista radical en todos los sentidos. Y radical viene de raíz.

Entonces, ¿podemos certificar la defunción de la industria?
Es una debacle. No sé muy bien lo que va a pasar porque lo veo peor que en otros sitios. Vivimos en la cultura de que la música tiene que ser gratis. No se respeta el oficio del músico. No podemos competir con los americanos, los ingleses o los franceses. Aunque la música está ahí. Las canciones van a salir igualmente. Tendríamos que cambiar el chip, pero no sé si con la crisis lo vamos a conseguir. Faltan salas y circuito. Aún existe el estigma de que la música comporta problemas y ruido. Viviríamos mejor con otra mentalidad. La crisis, en lugar de subsanarlo, provocará que esto vaya a peor.

Internet devasta el negocio y atomiza la música. Dada vuestra aceptación en Latinoamérica y en Europa del Este, ¿cómo veis el futuro?
Internet es un arma muy potente. Los instrumentos no son buenos o malos en sí mismos. Como con la comida o las drogas, todo depende de cómo las uses. De entrada, no me parece mal que la música sea gratuita. Lo que me fastidia es que sólo la música sea gratuita. La gente paga por el ordenador y por la conexión sin plantearse nada. Pero, en cambio, no se acepta pagar por la música. Me parece muy injusto. Grandes lobbies están controlando el asunto y nadie dice nada. Volvemos a la Edad Media: tendemos a que sólo cuatro vivan bien.

En Dusminguet aplicabais la lluvia de ideas. ¿Y en la Troba?
En Dusminguet se plasmaba casi todo. Pero este sistema acabó por fomentar que cada uno defendiera su parcela. Se perdió el concepto de grupo. En la Troba buscamos un lenguaje a partir de los medios con los que contamos todos. Le damos más cariño a cada componente musical.


Desde aquí puedes acceder a la web de La Troba Kung-Fú.

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