La tierra prometida, de Doctor Divago

Autor:

DISCOS

«Permanecen inalterables, treinta y tres años después de su debut. Y sin deslices»

 

Doctor Divago
La tierra prometida
BONAVENA, 2023

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

Cada vez espacian más sus discos (cinco años han pasado desde Complejo Alquería Frailes 13, cinco pasaron antes desde Imperio), pero las constantes vitales de esta enseña del rock valenciano (y español) permanecen inalterables, treinta y tres años después de su debut. Y sin deslices. Los creadores de fuste se distinguen por delinear universos propios, y hace ya muchísimos años que eso es algo que no se les puede discutir a Manolo Bertrán y compañía, ni en lo lírico ni en lo sonoro. Pocas trayectorias tan fiables y reconocibles. Sin importar que aquí les produzca David Garzinsky, en lugar de Dani Cardona.

Hay motivos de sobra en estas diez canciones para que el seguidor de largo recorrido se solace: guiños a su galería de tótems y a sus propias referencias (a Sal Mineo, al gong que pone fin a cualquier combate de boxeo, a “El vertiginoso atleta moral”, su tema de 1997; incluso a Cisco Fran —La Gran Esperanza Blanca—, su gran compañero generacional), textos que siguen brillando por su aguda perspicacia y su punzante imaginería, y toda la diversidad de coloraciones que a estas alturas cabría exigirles. El rockabilly al comienzo de “De puntillas (mejor dicho, levitando)”, el rock and roll desmelenado y rabioso en “Tan ocupado” (con la harmónica de Chumi en ebullición), la psicodelia en “La gloria y los insultos” y en la coda final de “Mi suerte y la tuya también” o su faceta más abiertamente pop en “La verdadera luz” y “El autillo vuelve a cantar”.

Por no faltar, no faltan ni siquiera un par de clásicos instantáneos que sumar a su amplio historial, esta vez por la vía de ese ejemplar medio tiempo que es “Ojos de serrín” y el estribillo que corona “La tierra prometida”, tras un ritmo sostenido que suena como a Motown al ralentí. Dejémosles envejecer sin disimulo, como reza su cierre, “El anciano de la tribu”, aunque solo sea por aquello que dicen de los buenos vinos. Qué menos.

Anterior crítica de discos: Electrophonic chronic, de The Arcs.

 

 

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