«Sabíamos que para los rockeros éramos demasiado blandos y que para el pop éramos deamasiado rockeros. Nos movíamos en un terreno un poco pantanoso porque teníamos un estilo muy específico, de voces, de guitarras acústicas»
La Tercera República, el dúo formado por Josu Garcia y Pablo Martín, hace balance con el recopilatorio «Por ahora», una buena manera de adentrarse en su sinuosa obra de primeras o redescubrirla. Este mismo miércoles, se presentan en Madrid.
Texto: JUAN PUCHADES.
Dedicarse en España a tirar adelante un proyecto inspirado por los sonidos acústicos engalanados con cuidadas armonías vocales (con CSNY o Loggins and Messina en el horizonte) es condenarse a golpearse contra una pared. Los antecedentes así lo demuestran (toda la saga CRAG es el ejemplo más obvio): unos pocos (entre los que me incluyo) te admirarán sin reservas, pero la mayoría no sabrá entender qué coño es eso de unos tíos desplegando armonías vocales, firmando textos interesantes, intercambiando las voces solistas, aferrados a unas guitarras acústicas… Sin embargo, Josu Garcia y Pablo Martín, pese a haber confirmado lo difícil del empeño, se mantienen en sus trece, dejando caer cada tanto un nuevo álbum de esa maravillosa locura que es La Tercera República. Es cierto que en quince años solo han publicado cuatro discos, y el más reciente («Por ahora») es un recopilatorio de los tres primeros con el añadido de unos pocos temas nuevos. Pero ahí siguen, como unos campeones que nunca recibirán los merecidos laures. Pero cuando estás en lo que ellos están, me temo que eso no importa lo más mínimo. Hay cosas que son como la fe religiosa, y la fe, aseguran, mueve montañas.
Lo singular es que puede que Josu y Pablo sean más conocidos por sus trabajos con otros artistas, como músicos o como productores, mientras que La Tercera República es como su refugio, un grupo que nunca ha desaparecido y que con constancia se sube a los escenarios. La entrevista es con Josu García, que últimamente descarga electricidad con la guitarra en la banda de Loquillo. Y anda compaginando la promoción de «Por ahora» con los conciertos con él. «Pero la promo de La Tercera es tranquila –comenta–, seleccionada, una cosa llevadera. Y con el Loco estoy muy contento, me lo paso en grande y hay una buena gira por delante».
¿Cómo se os ha ocurrido teniendo solo tres discos, sacar un recopilatorio de La Tercera República, no habría sido más razonable publicar un disco nuevo?
Con toda honestidad: grabar un elepé entero nuevo costaba un dinero que nadie estaba dispuesto a asumir. Y, bueno, primero se nos ocurrió sacar un epé, por lo mismo, porque grabar doce o trece temas nuevos cuesta una pasta. Así que pensamos en esto, como solución para refrescar un poco la memoria de los tres trabajos anteriores, que tuvieron su repercusión pero excepto el primero que sí que tuvo una venta interesante, los otros habían pasado un tanto desapercibidos. Nos pareció una forma de refrescar el repertorio antiguo y contar también algo nuevo. Sé que es crudo decirlo, pero ha sido por motivos económicos.
El título, «Por ahora», tiene algo de resumen, pero también se puede interpretar como hasta aquí hemos llegado, como si pudiera haber una pausa.
Sí, pero creo que más bien es una puerta abierta al futuro: «esto es lo que tenemos por ahora, pero habrá más». Es una manera de decir que seguirá habiendo más. Nosotros vamos a nuestra velocidad, no seguimos la ansiedad y la urgencia de otras carreras, con la compañía detrás diciéndote que has de tener nuevas canciones. Lo bueno que tiene estar en la barricada es que vamos a nuestra propia velocidad, no tenemos esa presión y esa urgencia de sacar disco, y a nosotros nos va bien así: cuando podemos, sacamos algo. Pero tanto Pablo como yo estamos metidos en otras aventuras, en otros proyectos, manejamos la carrera de La Tercera República de una manera tranquila y suave.
¿Al final, el grupo se ha convertido en un capricho?
Se puede llamar así… Más que capricho es algo que no estamos dispuestos a enterrar porque nos gusta mucho, es algo que nos permite hacer un tipo de música que nos gusta y que, insisto, no se mueve al dictado de lo que te exigen. ¿Capricho? Sí, es un lujo mantener un proyecto que tampoco tiene un rendimiento bestial. Sí, la verdad es que se le puede llamar capricho.
¿Desde el primer momento, Pablo y tú buscabais este sonido, el que llamábamos de la Costa Oeste, el típico acústico de CSNY, de voces muy trabajadas?
Sí, es totalmente deliberado. Pablo y yo nos conocimos en un bar en el que se puede tocar música hasta las tantas de la madrugada. Él estaba cantando una canción de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, no recuerdo si ‘El vividor’ o ‘Carrusel’, pero sí recuerdo que sin conocerlo de nada, me puse a su lado y comencé a hacerle coros. Cuando acabó la canción, hablamos y nos dimos los teléfonos, quedamos para tocar y coincidimos y en que a los dos nos gustaba esto. Nos enseñamos canciones que teníamos y ahí nació todo. Pero, sí, teníamos esa cosa en común de acústica, de voces, de Simon & Garfunkel, de America, de James Taylor, de Jackson Browne, de los Eagles…
¿En aquella época tú ya trabajabas en el estudio de Alejo Stivel?
Efectivamente, sí, ya trabajaba con él, como músico en sus producciones, como productor asociado, cumpliendo diferentes papeles.
El nombre del grupo guarda una historia, porque creo que os lo regaló Joaquín Sabina, ¿no?
Sí, yo había trabajado con él en «19 días y 500 noches», disco que produjo Alejo, yo grabé guitarras, y en esa época íbamos mucho a su casa, a charlar, a tocar la guitarra, y le contamos el proyecto del grupo y le comentamos que nos hacía falta un nombre, y dijo «oye, pues yo tengo un nombre, se me ocurrió y lo registré por si alguna vez montaba un grupo con Krahe». Era La Tercera República, y efectivamente lo tenía registrado, nos dijo que nos lo regalaba, solo hubo que ir al registro de marcas y hacer el cambio de titularidad del nombre. Y nos regaló el nombre, que desde el primer momento nos pareció muy romántico, ahora quizás está más próximo de lo que nos podíamos creer, pero en aquel momento nos pareció que encerraba mucho lirismo y mucho romanticismo, era como una utopía, nos parecía sonoro y bonito. Y por supuesto que aceptamos encantados el regalo.
Sabina también os regaló una letra formidable, la de ‘Bombón helado’.
Sí, salió en nuestro primer disco. Fue lo mismo, estábamos en su casa, abrió un cajón y dijo «aquí tengo letras sin música», cogió una al azar y nos soltó: «¡a ver si tenéis cojones y le ponéis música a esta letra!». Trabajamos en ella, le pusimos música, se la enseñamos, y exclamó «¡excelente!», con esa voz tan suya. La verdad es que es una canción que nos piden mucho en directo y tiene la gracia de esas letras suyas, con historias que solo él sabe contar.
Con el primer disco de La Tercera República recuerdo que hubo un lanzamiento no sé si potente, pero sí decente, parecíais un grupo con el que podían pasar cosas, ¿no?
Sí, sí, para la compañía de aquel momento, DRO, cuando firmamos el contrato éramos la herencia natural de Los Secretos, lo veían así. Además nos aseguraban que lo nuestro iba a ser una carrera de largo recorrido, que no nos preocupáramos si no funcionaba el primer disco, que ya funcionaría el segundo, o el tercero, etcétera. Creo que ellos eran honestos y lo pensaban así, me parece que realmente querían hacer un desarrollo a medio plazo, lo que pasa es que las circunstancias mandan. El primer disco fue muy bien, y como dices, tuvo un lanzamiento muy adecuado, tuvimos dos números uno en Cadena 100, hicimos aquello que hacía Cadena 100, que no sé si lo hacen todavía, «Cadena 100 en vivo», que fueron ochenta y tantos conciertos con ellos por toda España, tanto en acústico como con banda, también tuvimos dos videoclips… No sé, fue un lanzamiento adecuado y vendimos doce mil copias, que para ser el primer disco de un grupo nuevo no estaba mal, era un buen comienzo, todavía eran los tiempos en que se vendía mucho.
Vender hoy doce mil sería la bomba.
¡Bueno, bueno, bueno! Imagínate, hoy con eso seríamos disco de platino. Pero en aquellos tiempos era un buen comienzo, tanto es así que con el segundo disco hubo una cierta promoción, pero ellos harían sus cuentas, y además tuvieron un par de fichajes muy fuertes justo ese año e imagino que focalizaron más su inversión y su atención en esos lanzamientos, y a nosotros nos fueron dejando más de lado. La cosa fue una muerte natural. Sí, con el primer single del segundo disco no hubo la respuesta que ellos esperaban y ahí se fue enfriando la cosa.
¿Al principio, Pablo y tú tenías puestas esperanzas en el futuro del grupo?
Sí, pero a ver, nosotros sabíamos que para los rockeros éramos demasiado blandos y que para el pop éramos deamasiado rockeros. Nos movíamos en un terreno un poco pantanoso porque teníamos un estilo muy específico, de voces, de guitarras acústicas. Y sí, había gente del rock que nos quería y había gente del pop que nos quería, pero sabíamos que era una apuesta muy complicada. Pero sí, en algún momento vimos que aquello se podía fraguar y podía tirar para adelante, ya lo creo que sí.
Las historias se repiten. Seguramente todo esto es lo mismo que les pasó y pensaron en su día Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán.
¡Es muy posible!
Ese ver que aquello era muy bonito, que muchos lo reconocían, pero que era el estar en tierra de nadie: o demasiado blandos o demasiado complicados.
Sí, es posible que haya cierto paralelismo. El otro día estuve con Guzmán, que es un tío que sigue en activo y peleando desde la trinchera, sacando sus discos. Me decía «a ver si hacemos algo juntos alguna vez». Joder, fíjate, un tío como él y piensa en que hagamos algo juntos; «coño, es que tenemos mucho que ver», me decía. Guzmán nos tiene mucho cariño y nosotros a él lo que le tenemos es veneración. De hecho, cuando tocamos en acústico tocamos temas tanto de CRAG como de Guzmán, solemos hacer ‘El país de la luz’.
¡Menuda canción!
Joder, ya te digo, un temazo.
Cuando llegó el tercer disco, hicisteis algo que nadie debería de hacer, porque tiene mucho de suicidio: cambiar de nombre, pasasteis a llamaros Martín & García.
Habían pasado cinco años desde el anterior, y queríamos sacar un disco, pero no teníamos compañía, porque DRO ya nos había dado la carta de libertad, y en esas que surgió aquella especie de experimento de SGAE que fue el Sello Autor, que ha acabado como ha acabado, pero nos brindaron la oportunidad de grabar el disco. De repente, entre amigos, se nos empezó a decir que el nombre no nos había ayudado nada, así que pensamos en rebautizarmos, aunque el proyecto era exactamente el mismo, no había ningún cambio en cuanto a orientación o estilo. Solo era rebautizarlo, porque igual así funcionaba. Claro, era un arma de doble filo, porque por un lado era apostar por algo nuevo, y algo nuevo puede funcionar, pero por otro lado nos quitábamos a los pocos que nos seguían con el nombre anterior. Aunque decíamos «el que nos conozca, sabrá que somos nosotros». En fin, fue una de esas decisiones que, efectivamente, tienen algo de suicidio, y así fue, ese disco pasó muy desapercibido.
¿Si tuvierais que reeditarlo, lo haríais como La Tercera República?
Obviamente. Sí, porque no sabemos si el nombre de La Tercera República nos ha perjudicado o nos ha ayudado, pero es nuestro nombre.
¿Supongo que antes de grabar ese tercer disco, ya teníais claro que esto se había puesto muy cuesta arriba?
Sí, porque en ese momento, 2008, aunque la crisis no se había declarado en todos los ámbitos de la economía, en la industria discográfica ya era patente: en 2008 ya iba totalmente cuesta abajo y sin frenos. Era muy complicado. De hecho, la promoción de aquel disco nos la hicimos nosotros, el vídeoclip nos lo pagamos nosotros, ya fue un poco tirar por nuestro lado y por nuestra cuenta.
«Lo nuestro siempre ha funcionado por compensación, somos dos personalidades muy diferentes en lo personal, él es más vocalista, yo soy más guitarrista, aunque los dos cantamos y los dos tocamos la guitarra, pero digamos que siempre ha funcionado el equilibro»
Como dices, pasaron cinco años entre el segundo disco y el tercero, pero entre el tercero y el cuarto han pasado otros cinco. ¿En este tiempo cuando os juntáis Pablo y tú a tocar, habitualmente, qué hacéis, acústicos por Madrid?
Sí, bueno, no solo por Madrid. Después de tantos años, hemos tejido una especie de entramado de locales por toda España que cada dos años nos llaman, por Galicia, Asturias, Levante… Hay sitios que nos llaman y vamos a tocar. Y claro, como ir con banda es imposible, no salen los números de ninguna manera, vamos Pablo y yo con las acústicas y cantamos nuestras canciones. Hacemos el repertorio que nos apetece en cada momento, de hecho no lo llevamos preparado, vamos haciendo el setlist a medida que vamos tocando las canciones.
¿En serio?
Sí, no ensayamos, son temas que tenemos tan interiorizados que según veamos al público nos decimos «¿esta?», «venga, esta».
Visto desde fuera parece muy complicado ajustar las armonías vocales, que son parte esencial de La Tercera República, ¿es muy costoso?
Tiene su complicación, lo que pasa es que, a ver, cuando te haces especialista en algo, y esto no es vanidad, o cuando algo te gusta tanto, es muy fácil, Pero es que la cuestión de las armonías vocales la tengo en la cabeza desde que era niño. Mi padre era músico, no profesional, pero sí aficionado, y siempre nos ponía mucha música, y yo cantaba armonías encima de los discos, armonías que no estaban en los discos, y mi padre flipaba. Digamos que es algo que a veces lo tienes de manera natural, en este caso yo lo tengo, y Pablo también. Tenemos esa facilidad para construir armonías vocales. Los dos lo tenemos muy mecanizado, muy automatizado, él va por una tesitura y yo por otra. Sabemos cómo se hace y el trabajo es más leve, no es tan complicado. Alguien que quiera hacerlo pero no lo haya hecho nunca, desde luego que lo tiene complicado, porque es difícil. Yo hice la producción de un grupo que se llama 84, que son unos chavales jóvenes, que ahora están grabando su tercer disco, y a ellos les gustaba mucho hacer armonías vocales, porque además son tres, y con el primer disco decían «¿y esto cómo se hace?». Ahora ya saben hacerlo. Cuesta tiempo, pero es como cualquier disciplina, tiene sus secretos, sus llaves y sus pequeños trucos, cuando los conoces todo es más sencillo. Imagino que visto desde fuera, es un mogollón.
Otra de las señas de La Tercera República, es que, frente al formato habitual de los grupos vocales, en los que suele haber una única voz solista por tema y las armonías las hacen los que están detrás, en vosotros es habitual que Pablo y tú os vayáis pasando la voz solista en una misma canción.
Es un poco Loggins and Messina o Lowen and Navarro. Loggins and Messina es un poco lo mismo que nosotros: dos autores que componen sus canciones por separado y que también se alternan el protagonismo de la voz principal, sea la canción de uno o de otro. Eso siempre nos gustó, y es verdad que no es habitual, pero funciona muy bien, la gente lo agradece: «mira, la estrofa de Pablo, la estrofa de Josu». Tiene su cosa.
Como dices, cada uno compone por separado.
Sí, y lo que sí es normal es que cuando uno le presenta la canción al otro, este le haga sugerencias o posibles correcciones, que casi siempre son admitidas a trámite. Nos tenemos mucha confianza y mucha fe. Pero sí, componemos por separado. Hay algunas en las que, sobre todo la música, viene firmada a medias, porque sí que la hemos hecho de manera conjunta, pero lo más normal es que cada uno componga en su casa, en el sofá, y cuando tiene la canción más o menos terminada se la presente al otro.
Viendo los créditos de este recopilatorio, las canciones han caído casi todas del lado de Pablo. ¿Compone más que tú?
Sí, pero es que siempre ha sido así, desde el primer momento dijimos que esto no era pelea de poner el cincuenta por ciento de cada uno, porque es absurdo. Pablo es más prolífico, pero no es que componga más, es que probablemente componga mejor, lo tengo clarísimo, nunca me ha costado reconocerlo. Para que te des cuenta: en el primer disco hay una canción que en principio no iba a ir y que yo me empeñé en incluirla, y es una canción de Pablo. Pablo me dijo «es que no quiero quitar ninguna mía», y yo le dije «vale, quitemos una mía». Quitamos una mía para poder incluir una de Pablo, mira hasta qué punto no tenemos esa pelea de egos ni esa competición de haber quién mete más canciones. Nunca la hemos tenido, porque las carencias de uno las suple el otro. Yo tengo muy claro que Pablo es más prolífico, le cunde más el tiempo componiendo y tiene más cantidad de canciones y, además, las compone mejor. Y yo, quizás, tengo más responsabilidad o manejo más las riendas de la producción y del arreglo de las canciones. Así está absolutamente compensando. Lo nuestro siempre ha funcionado por compensación, somos dos personalidades muy diferentes en lo personal, él es más vocalista, yo soy más guitarrista, aunque los dos cantamos y los dos tocamos la guitarra, pero digamos que siempre ha funcionado el equilibro y el que uno llegué hasta donde el otro no alcanza del todo.
Los dos habéis tenido otros trabajos como músicos al margen del grupo, ¿crees que si os hubierais dedicado a tiempo completo a La Tercera República, la historia habría sido diferente a como ha sido?
Amigo Juan, ¡eso nunca lo sabremos! [risas]. Es posible. Aunque este proyecto lo hayamos tenido, no como secundario, pero sí como dices tú, como capricho, sí que le hemos dedicado bastante energía, pero siempre vimos que no teníamos que dejarnos las tripas, que teníamos que dedicarle la energía que merecía pero sin jugárnoslo todo a un número o a una carta, porque sabíamos de la dificultad que entraña una propuesta así. Vale, puede ser que si le hubiéramos dedicado más tiempo y no hubiéramos atendido a otros compromisos, quizá hubiéramos obtenido un resultado mejor, pero nunca lo sabremos. Pero creo que hemos hecho lo correcto, porque así nuestras carreras personales han seguido su camino y los dos hemos obtenido frutos, los dos estamos muy contentos con lo que nos ha pasado en otras cosas que no han sido el grupo, y La Tercera República la hemos mantenido en un punto que aunque no haya sido muy popular, sí que pensamos que ha conservado una dignidad como propuesta artística. Y eso nos interesaba más que el rendimiento, siempre nos ha interesado más cuidar la calidad de lo que hacíamos con este grupo, más que apostarlo todo a un número y vender el alma al diablo.
Estos días, que estáis de promoción, tengo la sensación de que desde los medios se os está recibiendo bien, ¿es así?
Sí, pero la verdad es que no recuerdo nunca ninguna crítica destructiva. El grupo no ha funcionado por las razones que sean, porque seguramente no serán ni una ni dos, y seguramente habrá muchos responsables, y seguramente también, lo que decíamos, la propia dificultad de vender algo así, tan lejos de lo que normalmente se hace: un grupo heavy tendrá su público, que será mayor o menor, pero es un grupo heavy, pero a nosotros no hay donde ubicarnos. Pero lo que te digo, no recuerdo ninguna crítica destructiva, y objetivamente –y claro, yo no puedo ser objetivo–, las canciones están bien grabadas y más o menos son canciones que tienen su historia y su rollo, y siempre se nos ha tratado y se nos ha recibido bastante bien, la gente cuando hemos ido a entrevistas, se ha preparado su entrevista. Tenemos la sensación de que sí, que siempre hemos sido bien recibidos.
¿Y eso os anima, por lo menos lo suficiente para grabar otro disco sin que pasen cinco años?
Ya te digo que aunque no nos movemos con ese yugo del tiempo encima, nuestra idea es que el grupo se mantenga mientras tengamos la oportunidad. Tú sabes muy bien que editar un disco es muy complicado, no tanto grabarlo, porque ahora es más fácil que hace veinte años, pero la parte de sacarlo y digamos lo que es ponerlo en juego, que pueda ir a la ruleta, es muy complicado. Pero nuestra intención es seguir haciéndolo siempre que podamos, porque no paramos de componer y además, aparte del grupo, somos amigos en lo personal y nos vemos con mucha frecuencia, y cenamos juntos y siempre estamos enseñándonos canciones que hemos acabado de componer. Pero queremos imprimirle nuestro propio ritmo, pero, obviamente, vamos a intentar que no pasen otros cinco años, pero si tienen que pasar cinco años, ¡pues que pasen!
Está jodidísimo ahora mismo, pero, ¿tenéis pensado tratar de presentar el disco en algunas ciudades?
Bueno, lo tenemos pensado, pero como dices, la cosa está muy jodida, pero además por varias razones. Primero que yo tengo un compromiso al mil por cien con la banda de Loquillo, que además tiene un verano y un otoño potente por delante, y luego que salir a tocar con banda es imposible. Vamos a hacer una buena presentación del disco en Madrid, en la sala Galileo, el 19 de junio, intentaremos contar con invitados estelares e intentaremos hacer un buen concierto para nuestra parroquia madrileña y para quienes se acerquen desde fuera. Luego, como siempre, iremos en acústico allí donde nos llamen y podamos ajustar las fechas. Pero es que eso nunca hemos dejado de hacerlo, por eso te decía que no tenemos la mecánica esa de disco-gira, nosotros seguimos tocando siempre, cuando nos llaman, pues vamos. Y si hace mucho que no nos llaman, de algún lado intentamos buscar nosotros algo, siempre es un goteo, nuestras actuaciones son constantes.
¿Y cómo llevas tocar con La Tercera República en acústico y en pequeñas salas y salir a rockear ante audiencias mucho mayores con Loquillo?
Lo llevo bien [risas], lo llevo muy bien porque ambas cosas son muy satisfactorias. Tocar en un bar para treinta personas, que los tienes ahí al lado y oyes lo que hablan, es muy entrañable y muy chulo, y el otro día en Getafe, con el Loco que teníamos a diez mil personas delante, es un subidón, es otro tipo de sensación. Pero no sabría decirte para mí, cómo músico, cuál es más gratificante, están al cincuenta por ciento, son ámbitos muy diferentes en los que el «feedback» es muy distinto, pero es igual de emocionante.
¿Vas a seguir con la producción de discos para otra gente?
Sí, por supuesto. Cuando tenga setenta años no sé si podré seguir tocando en directo, pero creo que sí podré seguir produciendo discos [risas]. Digamos que producir es una tarea que me encanta, disfruto muchísimo tratando de imprimir mi sello en las cosas que hago, me gusta mucho recibir una maqueta desnuda y descarnada y oír el trabajo final vestido y arreglado. Es un trabajo que me encanta y voy a hacer todo lo posible por hacerme un hueco o una carrera como productor. Esa es mi intención. De momento, a pesar de cómo van las cosas, va ahí, lenta pero adelante.
Arrastras tras de ti decenas, o puede que cientos de producciones, muchas de ellas en las que tu nombre no ha figurado.
Sí, o ha figurado con un eufemismo que es «productor asociado», que es una fórmula que viene del mundo anglosajón: el que figura como productor, firma la producción y, efectivamente, dirige y tiene la última palabra, pero digamos que el día a día, el estar en el estudio todas las horas con los músicos, con el artista, eso lo hace el «productor asociado». Pero, bueno, toda esa etapa me ha dado un oficio, me ha dado un «background» que ahora puedo aplicar en mi carrera como productor, ya sin la fórmula de productor asociado.
-El 19 de junio, La Tercera República presentarán su nuevo disco en la sala Galileo, de Madrid.
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DISCOGRAFÍA:
«La tercera República» (Salad/DRO, 2000).
«Amores modernos» (Salad/DRO, 2003).
«Asociados». Editado con el nombre de Martín & García (Factoría Autor, 2008).
«Por ahora» (Peermusic/Warner, 2013).