Keith Richards ocupa la portada del número de navidad de “NME”, y esto, para Diego A. Manrique, es una prueba más de la decadencia del semanario británico. “Pero, ay, se suponía que el moderno ‘NME’ dedicaba todas sus energías a la creación de nuevos santorales, entronizando selectivamente a sucesivas oleadas de grupos. Recurrir a un rollingstone huele a renuncio, no, APESTA a desesperación. Mucho más deprimente lo que hay dentro”, escribe Manrique en su blog de “El País”.
De los tiempos en que el “semanario exigía entonces ‘full access’, acceso completo e ilimitado”, se ha pasado a que “La Gran Entrevista” sea realizada por teléfono.
“NME’ fue un motor cultural, incluso fuera del Reino Unido. En España, especialmente a partir de los ochenta, su palabra era ley. Se aceptaban sus planteamientos y se celebraba a los grupos ungidos por su aprobación, sin muchos cuestionamientos”.
Los enfrentamientos internos de la redacción “no explican la actual decadencia del ‘hebdomadario’. Fueron antiguos trabajadores del ‘NME’ los que pilotaron el giro hacia los vistosos mensuales. Otros se aprovecharon de la plataforma para saltar hacia la televisión o los diarios nacionales”.
Pero la llegada de la era digital provocó los mayores problemas: “una revista que consiguió despachar 270.000 copias, ahora se conforma con la décima parte. El declive en la calidad periodística ha sido igualmente abrupto. Cuanto más color, peor”.
Desde aquí puedes acceder al artículo de Diego A. Manrique “La punta de lanza de la música pop”.
