«Hay días que no me concentro para nada y la situación me supera. Siempre primero la vida, y luego, la creación»
Hace solo unos días que lanzaba al mundo su nuevo disco, Lo que te falta, y ahora a Soleá Morente le faltan otras muchas cosas que no esperaba. Se refugia de la pandemia vírica entre libros y discos, al calor del hogar familiar en su Granada natal. Por Arancha Moreno.
Texto: ARANCHA MORENO.
El mismo fin de semana que vio la luz Lo que te falta, Pedro Sánchez anunció que España estaba en estado de alarma. Lo que prometía ser una fiesta para Soleá Morente fue, en realidad, «un shock», porque estaba en plena promoción de su disco y preparando los ensayos de los conciertos que iba a ofrecer, y tuvo que abortar misión. Su pensamiento, sin embargo, está con los que sufren: «Lo importante es que se solucione este problema cuanto antes y no siga muriendo gente. Está siendo una lección, a ver si organizamos mejor el mundo. Aunque, visto lo visto, lo dudo», apostilla.
Soleá pasa los días en el Albaicín, en la casa familiar que tienen los Morente en Granada, encerrada durante este confinamiento junto a su madre, sus hermanos y su abuela. Ocupa su tiempo «escribiendo, escuchando música, leyendo, viendo cine y reflexionando acerca de lo que está ocurriendo en el mundo, y algo de todo esto saldrá», dice, sospechando la huella de una futura canción. Tendrá que haber un camino, como cantaba antes. Pero no todos los días logra desconectar de la realidad: «Hay días que no me concentro para nada y la situación me supera. Siempre primero la vida, y luego, la creación».
Esos ratos que consigue huir del mundo real se rodea de una montaña de libros que va compaginando, entre ellos Sexo tras unos días sin vernos de Tao Lin. «Es una serie de cuentos y relatos del autor en los que acudimos como espectadores de diferentes historias contadas desde un lenguaje coloquial y poético a la vez. Historias que nos pueden ocurrir y nos ocurren a todos, pero que a veces da miedo o vergüenza hablar de ello. Un acercamiento a la mentalidad de la gente de mi generación incluso anterior», explica. Por las noches acude también a Quiero escribirte esta noche una carta de amor, de Ángeles Caso, «una joya de colección de cartas de amor entre personajes del mundo del arte de diferentes épocas». Y nos revela un bonito hallazgo que ha descubierto en la biblioteca de su padre: Antonio El Chaqueta. Pasión por el cante, «la historia de uno de los grandes cantaores de la historia del flamenco». Enrique Morente ya no está, pero además de sus discos y su arte dejó otro precioso legado a sus hijos: sus libros.
Cuando aparca los libros, la hija pequeña de Morente estudia batería, algo que empezó a hacer antes de que llegase a España el coronavirus, y se entretiene escuchando música. Está preparando algunas listas de canciones en Spotify completamente heterogéneas, donde conviven piezas como “Canción de las Ventas”, de Pepe Marchena, o “El agua del avellano”, de Antonio Molina, pero también “Emerald and stone”, de Brian Eno, “Daydreaming”, de Radiohead y “And I love her” de Pat Metheny. Así de diversas son las aguas de las que bebe su río.
Soleá Morente no sabe lo que hará cuando todo esto se calme, pero tiene ganas de abrazar a sus seres queridos y retomar los ensayos con sus músicos para volver a subirse a un escenario. Eso es lo que le falta en este momento. Y sabe que, cuando eso ocurra, algo habrá cambiado: «Ahora, volver a tocar será un privilegio más que un trabajo».
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Anterior entrega de La otra vida: Fon Román, «relax» en Vigo.