«Creo que lo más importante es mantener la mente ocupada intentando crear paisajes inventados, momentos surrealistas, escenas oníricas para olvidarnos de la realidad»
¿Qué estamos haciendo en estos días extraños, encerrados en casa para frenar la pandemia del coronavirus? Raúl Bernal (mitad de Dolorosa, alma máter de Jean Paul y teclista de 091 y Lapido) nos cuenta cómo está afrontando esta otra vida.
Texto: ARANCHA MORENO.
Foto: RAÚL BERNAL.
Encerrados, enganchados a las redes, a la televisión, al teletrabajo o a configurar una agenda nueva desde cero. La situación podría parecer distópica, pero se ha hecho realidad: todos estamos esperando en nuestras casas a que se frene la expansión de esta pandemia preocupante, tachando todos nuestros planes y cambiando de golpe nuestra vida. Quizá por eso necesitamos saber cómo está afectando la situación a nuestros músicos, dónde estaban cuando estalló todo esto y de qué manera le están haciendo frente. El primero en disparar es Raúl Bernal, mitad del dúo Dolorosa, teclista de Lapido y 091 y dueño de un proyecto solista llamado Jean Paul del que estaba a punto de despedirse con un último discolibro, El adiós considerado como una de las Bellas Artes.
¿En qué momento profesional estabas cuando se decretó el estado de alarma?
Estaba de lleno en la gira de La otra vida, de 091, que hemos tenido que parar en seco. También en una producción del disco nuevo de Javier Dorado, que estoy grabando en casa, en mi estudio. También estaba preparando la salida del discolibro de Jean Paul, el último de mi carrera como Jean Paul, y hemos tenido que posponer todo de momento hasta que veamos un poco la luz en todo esto. Además, estaba grabando una cosita que voy haciendo desde hace tiempo, muy poco a poco, que es un disco instrumental, solo de piano, que en algún momento me gustaría sacar, o enseñar. Últimamente estoy muy metido en este tema instrumental, es algo que me está fascinando de nuevo.
¿Cómo te ha afectado esta situación, a nivel profesional?
Me ha afectado en todos los sentidos bastante duramente. Como sabes tengo una escuela de música [Gabba Hey], que obviamente hemos tenido que cerrar hasta que todo esto se pase, y bueno, pues, eso ha quedado ahí en baipás, de momento, y estamos trabajando mucho para hacer el famoso teletrabajo, que no es más que ofrecer contenidos a nuestros alumnos mediante vídeos online y demás. Y las giras canceladas durante tiempo indefinido. Los demás proyectos que no dependen exclusivamente de mí también están cancelados. La música ha sido bastante golpeada, no creo que seamos los más golpeados, pero en mi caso, mis dos vías de ingresos vitales han desaparecido completamente de momento. Pero bueno, ahí estamos.
¿En qué ciudad estás, y cómo estás combatiendo esta situación de encierro?
Estoy en Granada, donde vivo hace ya muchísimos años, y lo estoy combatiendo intentando llevar una rutina superestricta. Me levanto muy temprano, intento estar a las seis de la mañana en pie, ducharme, tomar un café y bajarme al estudio a currar en lo que esté haciendo, en este caso revisando la producción, ojeando, componiendo el disco instrumental y creando material para los alumnos de Gabba Hey, mis compañeros y yo estamos muy en contacto y con muchas ganas de crear cosas y no quedarnos quietos. Cuando mi familia se despierta, mi mujer y mi hijo, desayunamos juntos, hacemos una vida normal, intentamos que la convivencia sea lo más fluida posible, que tengamos cosas que hacer todos, un horario más o menos serio, y mantenernos ocupados, intentar que esto no sea algo especial sino algo más, para no volvernos locos, porque tiene pinta de que será para largo. Mi hijo, al ser todavía muy pequeño [3 años], no presta demasiada atención a las películas que le puedan gustar a su padre, pero por lo menos intento ponerle grandes discos para que de alguna forma se vayan quedando ahí en su ADN. Siempre lo hice, antes de que naciera. Cada día escuchamos un disco varias veces, y aunque él no se dé cuenta le cuento las aventurillas de Nick Cave, o de Scott Walker, de la Creedence… en fin, un poquito de Shostakóvich, de vez en cuando [ríe].
Creativamente, ¿te inspira o te paraliza esta situación?
Creativamente, creo que es una situación inspiradora para todos. Esto obviamente tiene un trámite de tiempo, ahora mismo es inspiradora y en algún momento será paralizante. De momento, creo que lo más importante es mantener la mente ocupada intentando crear paisajes inventados, momentos surrealistas, escenas oníricas para olvidarnos de la realidad. Así que todo lo que sea escribir, dibujar, cantar, escuchar y ver ahora mismo está siendo más importante que sentir un poco la realidad, que en algún momento golpeará dura y fuerte, y en ese momento nos paralizará a todos, y nos dejará bastante noqueados.
¿Qué libro, qué disco y qué película y/o serie te están haciendo más llevadero el confinamiento?
Ahora mismo, películas no estoy consumiendo nada, series tampoco, la verdad, o muy poco. Como siempre, tengo varios libros siempre abiertos, siempre disponibles, ahora mismo estoy con tres cosas a la vez, que voy cogiendo dependiendo el momento y de cómo esté mi mente. Uno es la biografía de Bruce Springsteen [Born to run], que tengo desde hace bastante tiempo pero no la abrí hasta que me subí a la furgoneta el primer día de la gira de los Cero. De hecho, tenía pensado leerlo única y exclusivamente en la furgoneta, pero ahora he tenido que volver a leerlo en casa. Otro libro muy muy bonito, que me está encantando, es The new analog. Cómo escuchar y reconectarnos en el mundo digital, de Damon Krukowski, un libro de la editorial Alpha Decay que es una maravilla. Habla de cómo escuchamos, cómo escuchábamos, el paso del mono al estéreo, la forma de escuchar música, el streaming, los cascos, el móvil… Es superinteresante y superrevelador, nos deja sin prejuicios, es un libro importante para eso. Otro libro que estoy leyendo poco a poco es Imposible vivir así, de Miguel López, un libro basado en el último concierto que hicieron The Band, The last waltz. Poco hay que decir de aquel concierto: es una maravilla y ha sido inspirador para mí y para grandes músicos compañeros míos, y bueno, indudablemente para la gran mayoría. Es un libro escrito de una forma excelente, como pocas cosas se escriben de música en España, la verdad. Es uno de los mejores libros que he leído de artistas extranjeros por autores españoles. Y luego un libro que me regaló mi chica, que es poeta y que siempre me regala buena poesía: La música del desierto, de William Carlos Williams, un libro del 54, poesía maravillosa a la que siempre hay que aferrarse.
¿Has hecho algún otro descubrimiento, sobre algo ajeno o sobre ti mismo?
Más que descubrimiento, creo que ha sido redescubrimiento. Intento ver amanecer cada día. No tengo que ir a ningún sitio a las seis y media de la mañana, pero me gusta levantarme de noche porque ver amanecer te hace sentirte vivo. Nunca me gustó ver amanecer cuando salía por la noche, pero sí me gusta mucho ver amanecer cuando me despierto en casa. Intento mantener eso. En esas horas tan tempranas vuelvo a escuchar a Bach y vuelvo a pensar que está todo ahí, que está todo en Bach. Yo soy pianista clásico, soy eso que el título llama Profesor superior de piano, que no sé muy bien lo que quiere decir superior, pero el caso es que toqué mucho a Bach en su momento, volví a comprar El clave bien temperado, porque lo tenía de los años de carrera superanotado, y lo compré otra vez para tenerlo limpio y volverlo a estudiar. Cuando puedo lo vuelvo a estudiar y cuando no, lo escuho mucho. Lo tengo como rutina. Intento escucharlo siempre, antes de que amanezca, saborearlo un poco y volver a pensar ahí, creo que ahí está todo, la belleza de la música, la verdad, creo que está en Bach y en las obras de clave, que son las que más controlo, y creo que lo tenemos un poco renegado a veces, que pasó a un segundo plano después de Schubert, o Mozart, o Beethoven, pero pasa como con Dylan y el rock and roll, o con McCartney, o Cohen: si quieres hacer música rock o pop, tienes que volver a ellos. Con Bach creo que es todavía más importante la perspectiva. Creo que para hacer música tienes que volver a Bach, sí o sí, independientemente del tipo de música que hagas. En cuanto a un redescubrimiento sobre mí mismo, es un redescubrimiento de mí mismo y de todo lo que me rodea: que no somos absolutamente nada importante.
¿Qué piensas hacer cuando todo vuelva a la normalidad?
Sinceramente, no creo que volvamos a ver una normalidad, más bien creo que deberíamos adaptarnos a la nueva «no normalidad», y cuando pase mucho tiempo, a esa «no normalidad» la llamaremos «normalidad». Haré lo de siempre: refugiarme en las cosas que para la mayoría de gente no tiene mucho valor, pero que para mí y para los que me rodean sí lo tiene, y así liberarme del peso tan duro que nos está cayendo y que nos caerá, del paso del tiempo que nos está persiguiendo de alguna manera, constantemente, y de la irrealidad que hay ahí fuera, que bueno, para mí no es real, lo real sigue siendo lo que inventamos nosotros, que al fin y al cabo es como un escudo que nos protege de eso, de lo demás, ¿sabes? Me siento protegido, pienso que nunca nos va a pasar nada porque tenemos los libros, las canciones… menos mal que tenemos eso, y menos mal que hemos cosechado eso durante mucho tiempo, porque imagino que el que no tenga todo esto estará bastante jodido, el que no tenga donde agarrarse. Es un poco confuso lo que te he dicho, pero creo que no habrá normalidad, que volveremos a adaptarnos a algo nuevo, y que seguiré refugiándome en las letras, en la música y en el cine, todo eso que siempre ha hecho una coraza con el mundo exterior. Eso es lo que le transmitiré a mi hijo: que la realidad es la que él se cree en su mente, que hay cosas más bonitas que estarán en su mente y no estarán fuera, así que eso hay que cultivarlo y enseñarlo siempre, que no caigamos en la trampa de que lo real es lo material, sino que es más valioso, como en Fahrenheit, saberse el Decamerón de memoria que tener una gran mansión.