La otra vida: José Ignacio Lapido y los artistas del alambre

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«Cervantes estuvo preso en Argel cinco años. Nosotros llevamos solo un mes»

 

Dos meses después de iniciar la gira de La otra vida, 091 han tenido que pararla y resguardarse en casa. Es hora de hablar con José Ignacio Lapido, autor del título de esta sección en la que reflejamos cómo afecta a los músicos esta etapa de confinamiento. Por Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.

 

«Vamos a esperar a que las nubes se abran
y que dejen pasar
esa intensa luz majestuosa y rara
como si un dios nos mirara a la cara»
“Un día de perros” (Formas de matar el tiempo, Lapido, 2013).

 

Lapido, siempre hábil cincelando títulos poéticos y visionarios, me regaló el nombre perfecto para esta sección: La otra vida. La vida que estamos llevando ahora, la que no figuraba en nuestra agenda. Esa que ha provocado el coronavirus, que ha desnudado la fragilidad de una Europa que se creía a salvo de catástrofes naturales y problemas del tercer mundo. Sí, existe el efecto mariposa y lo estamos experimentando en nuestras vidas. Por eso hemos dejado de salir, relacionarnos y vivir más allá de nuestras paredes; por eso 091 se apearon de la furgoneta hace unas semanas y se recluyeron en casa. Nadie estaba preparado para esto, pero Lapido, escéptico de cuna y observador del realismo más gris, lo dejó escrito en alguna canción.

 

Como verás, el nombre de esta sección no es mío, sino de 091. Una vez más, uno de vuestros títulos contiene la poesía justa para encajar múltiples definiciones. ¿Acaso visionaste la pandemia cuando perpetrabais el regreso discográfico de los Cero?
Sí, somos unos visionarios del copón. Mira que hemos tenido años para volver a grabar y a salir de gira desde que nos separamos en el 96… y ha tenido que ser en este desgraciado 2020.

 

El 14 de marzo, hace como una eternidad, se decretó el estado de alarma. Como cantaba El Último de la Fila, ¿dónde estabas entonces? ¿Y cómo encajaste la noticia?
Estaba en mi casa, en Granada, donde sigo estando. La noticia del confinamiento obligado ya se veía venir, de hecho, creo que un par de días antes la anunció el Gobierno. Nunca habíamos vivido una situación así, por lo tanto, mi reacción y supongo que la de la mayoría de la gente fue de estupor, preocupación y de cierta angustia por lo que pudiera pasar.

 

Hasta ahora vivíamos llenando las agendas con fechas, planes, proyectos… ¿Cuáles has tenido que cancelar por culpa de esta situación?
Los Cero suspendimos dos actuaciones, que eran las últimas de la primera parte de la gira de presentación de La otra vida, en Santander y Bilbao. Las suspendimos antes de que hubiera obligación de hacerlo porque estaba claro que no iban a poder realizarse y, en el caso de que se hubiera podido, era una irresponsabilidad hacerlos. Si fuera por esas dos suspensiones la cosa no sería demasiado grave, lo que ocurre es que creo que no va a haber conciertos hasta dentro de muchos meses. Ojalá me equivoque, pero todo apunta a que va a ser así.

 

Antes de las cancelaciones, la gira de La otra vida ya había pasado por Madrid y otras ciudades. Parar una gira a medias enfría bastante el ritmo, pero esto va más allá de un mero enfriamiento. El futuro de vuestro oficio es incierto. ¿Ves viable que, antes de acabar el año, vuelvas a tocar con tu banda en una sala de mil o dos mil personas?
Por todo lo que estoy leyendo al respecto, ya te digo que lo veo altamente improbable. Hasta que no haya una vacuna la cosa va a estar muy complicada y ya hemos visto el plazo que dan para eso.

 

¿Cuál es el mayor hándicap que tenéis ahora los músicos: sobrevivir mientras dure esta situación o reinventaros por si se extiende más de la cuenta?
Los músicos en España, y particularmente los músicos de rock, siempre hemos sido artistas del alambre. Cualquier pequeño vaivén económico o social nos afecta muchísimo profesionalmente. Imagínate una crisis sanitaria y social como la que estamos viviendo. Estamos acostumbrados a vivir en precario, a salto de mata, pero todo va a depender de lo que dure esto. Habrá que tener afinadas las guitarras por si acaso.

 

Estás en Granada, con tu familia, gastando el tiempo en casa. ¿Cómo estás combatiendo esta situación de encierro?
Sí, estoy con mi familia, en casa. Somos cuatro y el perro, que no entiende nada. Las tareas domésticas son infinitas y tampoco queda tanto tiempo para venirse abajo; además, me acuerdo de Cervantes, que estuvo preso en Argel cinco años. Nosotros llevamos solo un mes. Cierto grado de estoicismo siempre viene bien para situaciones así, porque lo realmente grave no es que estemos confinados más o menos tiempo, sino la tragedia humana, los centenares de víctimas que se mueren solas cada día, eso es lo sobrecogedor.

 

Imagino que te aferras a la cultura, un auténtico bote salvavidas para los que estamos enclaustrados. ¿Qué libros, discos, películas o series te están acompañando en el confinamiento?
Últimamente estoy poniendo discos que compré hace muchos años, cuando yo empezaba a tocar: Code Blue, Stiff Little Fingers, Bishops, Nick Lowe, Ducks Deluxe, Graham Parker, The Plimsouls, Undertones, Joe Jackson… discos que tenía un poco olvidados y que tienen maravillosas canciones. En la cuestión literaria, estoy con varios libros a la vez. Cuando empezó el confinamiento acababa de leer una autobiografía de Roger Daltrey. Tengo empezada la Antología del cuento norteamericano, una selección de relatos hecha por Richard Ford, el novelista. Aparecen cuentos de muchos escritores: Twain, Poe, Melville, Irving… hasta otros más recientes como Carver o Updike. Es muy interesante para ver la evolución del género en EEUU. También estoy con un ensayo de Mario de Michelis, Las vanguardias artísticas del siglo XX, y voy a ver si acabo de una vez Automoribundia, las memorias de Ramón Gómez de la Serna. No hay prisa.

En una situación tan anómala como esta, ¿asoma el autor de canciones con ideas nuevas? ¿Alguna idea musical, o algún verso que se ha presentado antes que de costumbre?
No particularmente. Yo siempre me pongo con la guitarra a ver qué sale, y la mayoría de los días no sale nada potable. Antes del confinamiento y ahora. Además, creo que cualquier canción que me pudiera inspirar esta situación ya la he escrito hace años. Tengo la sensación de que algunos de mis desvaríos líricos del pasado se parecen mucho a lo que está pasando. Es inquietante, pero es así.

 

 

Entiendo que, si llega, acabará en el próximo disco del Lapido solista, ¿no?
Sí, claro, algún día grabaré otro disco, pero no sabría decirte cuándo exactamente. Los planes a largo plazo han saltado por los aires. Bueno… y a corto y a medio. Confiemos en la ciencia.

Al margen del Lapido autor, ¿qué dice el otro Lapido, el antiguo cronista político, de todo esto?
Un episodio como este tiene muchas lecturas, y la política es una de ellas, evidentemente. Es un filón para cualquier columnista que no se deje llevar por el sentimentalismo y la cursilería. Ahora somos conscientes con mucha más claridad que en el pasado, si cabe, de la querencia del poder por tergiversar la realidad en su beneficio. Por otro lado, la nómina de dirigentes que están al mando en todo el planeta es como para echarse a temblar. De eso también podría salir alguna columna.

Termino preguntándote por las dos vertientes, la profesional y la personal: ¿qué harás cuando la tormenta coronavírica escampe?
El otro día, hablando con Raúl Bernal, comentamos que en otra situación habríamos dicho: «Bueno, cuando acabe esto ya nos tomaremos unas cervezas». Ahora me temo que ni eso. No sabemos si cuando escampe habrá suficientes bares abiertos para tanta gente necesitada de beberse una cerveza con los amigos.

Anterior entrega de La otra vida: la confusión de Anni B Sweet.

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