«Mi estado natural una buena parte del tiempo es en soledad, en el estudio y creando, prácticamente lo mismo que estoy haciendo en este retiro»
La crisis del coronavirus pilló a Fon Román en Vigo, poco antes de regresar a Madrid para retomar su gira. Pasa estos días en su ciudad, con su familia, entre libros de poesía, cine clásico y viejos vinilos, incluido alguno de su pasado pirata.
Texto: ARANCHA MORENO.
Saliendo de Vigo a Madrid. Así se encontraba Fon Román cuando el Gobierno decretó el estado de alarma, hace ya un par de semanas, y tuvo que cambiar de planes. Volvía a la capital para retomar los ensayos y la promoción de cara a sus próximos conciertos, pero tuvo que dar marcha atrás. Toca guardar la guitarra en la funda y esperar en casa a que la pandemia se vaya apagando. Porque estamos en la fase en la que todo arde, y aún quedan semanas para que se cierre el proceso que tan bien describe en su último disco: La chispa, la llama y el humo.
Después de una larga etapa viviendo en el D.F., Fon se instaló en Madrid el pasado año para volver al circuito musical español. Después de girar por el país durante todos estos meses, el encierro le pilla en su ciudad natal: «Estoy en Vigo, en casa de mis padres; mi casa la tengo alquilada». Después de tantos años con un océano por medio, el azar le ha regalado un tiempo extra con los suyos. «Está siendo reconfortante volver a estar mucho tiempo con mis padres, diría que hasta casi está significando algo terapéutico. Sentir que estoy siendo un gran apoyo para ellos en estos momentos también es vivificante», reflexiona. Como muchos creadores, está acostumbrado a fases contrarias y extremas: «Mi estado natural una buena parte del tiempo es en soledad, en el estudio y creando, prácticamente lo mismo que estoy haciendo en este retiro, con la diferencia de que este confinamiento es involuntario, y lógicamente la incertidumbre por la situación y por el futuro ronda muchas veces».
Para esquivar los pensamientos menos luminosos, recurre a la literatura, la música y el cine. Suele simultanear libros de poesía, biografías y algún ensayo. Estos días los pasa entre los poemas de Karmelo C. Iribarren (Seguro que esta historia me suena) y los haikus de Takarai Kikazu (Una estrella fugaz) —«un pequeño gran libro», dice—, y cuando sale de la poesía se mete en las páginas del libro El sonido de los Beatles, escrito por el célebre ingeniero de la banda Geoff Emerick. «Relata las innovaciones musicales y experimentaciones sonoras de sus grabaciones, mezcladas con la relación que tenían entre ellos, y cómo con el tiempo, al igual que su música, fue también evolucionando», describe. Un libro «muy para melómanos», como apunta Fon.
El músico vigués no se declara muy fan de las series —«actualmente no estoy enganchado a ninguna»—, pero sí consume películas: «Me gusta mucho el cine clásico y por eso me suscribí a Filmin hace unos días. Me estoy haciendo una lista de muchas pelis de los cincuenta y los sesenta para ver en este encierro, aunque ayer comencé con una más actual, Mother, de Bong Joon-ho», comenta. Lo más curioso, quizá, es comprobar lo que está escuchando estos días: «Como me monté un plato antiguo que tenía recién arreglado, estoy reescuchando viejos vinilos y otros que todavía tenía precintados, como la caja de In rainbows de Radiohead o Relax de Piratas». Una vuelta al pasado, ajeno y propio.
En estos primeros días de enclaustramiento, Fon está comprobando cómo está mutando nuestra escala de valores. «Hay un cambio de paradigma. Muchos de los valores y realidades cotidianas que antes estaban en primer plano pierden fuerza y se desvanecen. De alguna manera, evidencia lo que es importante de verdad y lo que sobra se manifiesta con mayor claridad. Ojalá esta situación permee y traiga más conciencia, empatía y solidaridad», reflexiona. Y piensa en el mañana: «Retomaré con más ganas que nunca los conciertos y la vida en general. De todas formas, habrá mucha data que procesar después de lo que estamos viviendo, y no sabemos aún de qué manera afectará a la cultura en general».
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Anterior entrega de La otra vida: Txetxu Altube, en compás de espera.