Una sección de ADRIAN VOGEL.
“La música salva vidas en mi país” afirmaba Gustavo Dudamel [en la foto] en una entrevista a Jesús Ruiz Mantilla (El País) a principios de este año. El joven director, 27 años, será el titular de la Sinfónica de Los Ángeles, al finalizar su compromiso como Director de la Sinfónica de Gotemburgo (la Orquesta Nacional de Suecia).
“Nadie esperaba que la música clásica fuese un arma de cambio social, pero lo que ha hecho el Maestro Abreu con las orquestas, sacando a los niños de la marginación por medio de la música, demuestra que es posible. Y a un muy alto nivel”, continuaba Dudamel.
Él mismo es una prueba viviente: Ha dirigido en la Scala, a la Filarmónica de Berlín, la Sinfónica de Chicago o la Mahler Chamber, invitado por Barenboim, Abbado o Rattle.
Pero aun siendo el alumno más destacado, no está solo. Edicson Ruiz ha fichado por la Filarmónica de Berlín, siendo el contrabajista más joven en la historia de “la orquesta”. Humberto Armas desarrolla su actividad en la Real Filarmonía de Santiago de Compostela.
Además la Orquesta Sinfónica Nacional de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, fundada por José Antonio Abreu en 1974, forma musicalmente a 400.000 niños y jóvenes (desde 2 años hasta 25). Y lo que en principio parecía una utopía hoy es una realidad contundente. Porque no sólo forman musicos. Luchan contra la marginalidad y la miseria con el pentagrama como única arma (por eso la cita de Gustavo Dudamel del principio). Y esto es exactamente lo que ha premiado el jurado del Príncipe de Asturias este año: el sistema (pedagógico) de orquestas infantiles y juveniles del Maestro Abreu «por haber combinado, en un mismo proyecto, la máxima calidad artística y una profunda convicción ética aplicada a la mejora de la realidad social».
«En colaboración con primeras figuras de alcance universal, el sistema creado por el Maestro Abreu ha formado a directores e intérpretes del más alto nivel, a partir de una confianza audaz en el valor educativo de la música para la dignidad del ser humano», declaró José Lladó Fernández-Urrutia, presidente del jurado, el pasado miércoles en Oviedo, al anunciar el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en su edición de 2008. Las Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela toman el relevo de Bob Dylan. Otros músicos premiados en ediciones anteriores fueron Paco de Lucía, Joaquín Rodrigo, Barbara Hendricks y Krzysztof Penderecki.
Si en el artículo sobre Hanna preguntaba “¿Dónde está la Critica?” mi asombro ha sido aún mayor cuando el jueves era sólo El País quien destacaba la noticia. Los demás medios ignoraban la buena nueva. ¿Por qué ha sido gracias a ellos que hemos conocido a Dudamel y a la OSNJVSB? ¿O es simple y llanamente por pura ignorancia? Con lo que no me queda más remedio que preguntar, ¿Dónde están los jefes de la sección de Cultura? ¿Existen?
El Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, creado hace treinta años por el músico (y economista) José Antonio Abreu, es un sueño hecho realidad. Con un objetivo de mejora de la vida de los menores mediante su integración en una red de 120 orquestas. El modelo se exporta, con variantes, a países como Chile, Colombia, México, Perú, Bolivia, Uruguay y Argentina. Y está llegando a España.
La Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela –FESNOJIV– incluye también talleres en los que aprenden a construir y reparar instrumentos así como programas especiales para chicos con discapacidades o dificultades de aprendizaje, como el Coro de Manos Blancas, compuesto por niños sordos. La FESNOJIV presta asesoramiento práctico a todas las escuelas públicas que solicitan su integración en el sistema musical. Las asociaciones de vecinos, de padres, ayuntamientos y representaciones institucionales colaboran facilitando locales de ensayo o instrumentos musicales.
A veces los cuentos de hadas existen.