Texto: ADRIÁN VOGEL.
La Música no es Cultura, al menos en los países miembros de la UE.
¿Pero qué estupidez estás diciendo?, pensaréis muchos.
No es mi intención entrar en disquisiciones filosóficas sobre lo que es Cultura o no. Ni tampoco revisar las definiciones que podemos encontrar en la UNESCO o en el diccionario de la RAE.
De momento dejo una pregunta en el aire: ¿Quién define lo que es Cultura? ¿Nosotros? ¿Tú o yo? ¿O quizás los que consideran los toros como Arte? Por tanto “la fiesta nacional” sería Cultura. Y escribo estas líneas en pleno San Fermín, donde los encierros –una gran actividad “intelectual”– serían también considerados Cultura. ¿O estaremos confundiendo Cultura Popular con Folclore (en sentido peyorativo)?
Como soy pragmático me atrevo a responderme que son los Gobiernos, y más concretamente los Ministerios de Hacienda, los que marcan lo que es Cultura. ¿Por qué? Me ciño al tratamiento fiscal que recibe la Música en la Europa comunitaria: tipo máximo de IVA. Es mi vara de medir y la quiero compartir y propagar.
Y es el concepto del IVA, el que me lleva a tan provocadora afirmación: la Música no es Cultura. Porque el IVA reducido se aplica a productos culturales como los libros, pero no a los relacionados con la música. Lo cual es un agravio comparativo.
Esta semana hemos sabido que los audiolibros también disfrutarán del tipo mínimo del IVA, como extensión (lógica) de la actividad literaria.
Asimismo el Comisario Lazlo Kovacs ha anunciado que pañales, compresas y condones serán también incluidos en la lista de privilegiados, con la reducción de su Impuesto sobre el Valor Añadido. Y no me parece mal, no nos confundamos. Lo que sí me parece mal, mejor dicho fatal, es que la Música vuelva a ser relegada y olvidada.
Mientras, otros sectores avanzan hacía los tipos mínimos, como el de la construcción. ¿Estamos ante la Europa del ladrillo? De esto aquí en España (desafortunadamente) sabemos y mucho (tránsfugas, adjudicaciones y recalificaciones ilegales, repetición de elecciones como en la Comunidad de Madrid, corrupción rampante en varios ayuntamientos, etc.).
Pero los agravios comparativos tienen otro punto álgido, además de los ya mencionados, en el de los medios impresos. Como difusores de valores culturales la prensa también goza del tipo reducido (además de subvenciones por papel). Así nos encontramos con la paradoja que productos como las revistas porno, del motor, del corazón o los diarios económicos son productos culturales, pero los CDs no lo son. En fin…
“Tipos de IVA adecuadamente reducidos pueden contribuir al crecimiento económico”, mantiene el Ejecutivo comunitario en boca del Sr. Kovacs. Lo cual sería perfectamente aplicable a la industria musical. Que según los datos que veíamos semanas atrás en nuestro artículo “Daños colaterales” podrían significar ¡la perdida de hasta 300.000 empleos en cuatro años tan sólo en España! (fuente: II Foro Iberoamericano de la Propiedad Intelectual).
Entonces, a la vista de los datos más las declaraciones del Comisario, ¿por qué no se aplica el IVA reducido a la Música? ¿Qué intereses están frenando una medida que lleva desoyéndose desde hace años?
Confío y deseo que este modesto escrito contribuya a introducir el tema del IVA en el debate de un sector, que esta siendo atacado –por activa y por pasiva– desde todos los frentes.