Una sección de ADRIAN VOGEL.
En la semana que se conmemora el centenario de la muerte del genial Isaac Albéniz se celebran varios actos para recordar la efeméride: dentro de Las Noches del Español se estrenó en el madrileño teatro la Suite Española, que congregaba a una pléyade de estrellas de las artes nacionales. El supergrupo, bajo la direccion de Pepa Gamboa, estaba formado por la pianista Rosa Torres-Pardo, el actor José Luis Gómez, el poeta Luis García Montero y el artista plástico Eduardo Arroyo. El homenaje al insigne compositor era un recorrido por su música para piano al que han incorporado la palabra y una simple escenografía. Asimismo en el Auditorio Nacional (23 de mayo) tiene lugar el ciclo Albéniz.
Contrasta este tributo a uno de los grandes de nuestro pasado musical con el presente y futuro del negocio musical, simbolizado en el juicio de las multinacionales discográficas contra Pablo Soto. Ayer quedó visto para sentencia, tras dos días de vista oral. Mientras, los Estados Unidos nos tienen en su punto de mira. Por segundo año consecutivo su Departamento de Comercio nos incluía –a finales de abril– en la lista de países que vulneran los derechos de propiedad intelectual. Y somos los que nos llevamos una de las más duras reconvenciones.
Coincidiendo con el inicio del juicio contra Pablo Soto, creador de un sistema P2P, el Congreso estadounidense advirtió que la piratería por Internet en España ha alcanzado «un nivel epidémico» y nos colocó en un grupo de cinco naciones donde este delito informático es especialmente preocupante. En un informe publicado en su página web, el Caucus contra la Piratería Internacional de la Cámara norteamericana advirtió que este año vigilará de forma especial la situación en China, Rusia, Canadá, España y México. La noticia recogida de El País añadía que en el caso español, los congresistas afirmaron que los autores «carecen de las herramientas necesarias para hacer valer sus derechos en Internet, lo que socava el desarrollo del comercio legítimo por Internet y daña el sector tanto en Estados Unidos como en España».
USA ha sido de siempre un celoso guardián del copyright, conocedores de la importancia económica que representa para sus empresas y sus creadores. Sean del sector que sean (música, cine, literatura, informática, etc.).
Con la salvedad de Diego A. Manrique (casi) nunca se ha señalado el equilibrio ecológico que se producía en las grandes discográficas: eran los recursos generados por los grandes vendedores los que proporcionaban la capacidad de riesgo para invertir en nuevos artistas. Hoy en día este concepto ha saltado por los aires. Se apuesta sobre seguro y el riesgo actualmente sólo es asumido por las independientes (como siempre ha sucedido, y además no les queda más remedio).
Desde esta columna semanal he mostrado en numerosas ocasiones mi preocupación por la aparición de nuevos talentos. Por su desarrollo y consolidación. Si bien es cierto que Internet ha aumentado globalmente las ventanas de exposición, no es menos cierto que los grandes medios de radio y TV han restringido las suyas. Desde la fiebre por los “oldies” a la paradoja que la MTV –Music Televisión– en Estados Unidos prácticamente ya no emite vídeos, las oportunidades mediáticas escasean. La crisis del mercado discográfico, que ha conducido a la desaparición de tiendas y puntos de venta, tampoco ayuda. Por no mencionar lo obvio: las compañías que cierran o se fusionan, con el impacto negativo que esto tiene sobre las posibilidades de grabar. Y los más afectados son los que se supone tienen que tomar el relevo de los veteranos.
Claro que hay excepciones y sorpresas. Y aparecen rayos de optimismo. En nuestro país destacaría a Russian Red. Una cantautora apoyada desde el principio por Julio Ruiz (desde su “Disco Grande” de Radio 3). Cimentó su fama y reputación a base de actuaciones por el circuito madrileño de locales de música en vivo y su Myspace (con más de un millón de visitas). Con todo lo que más me llama la atención es que ¡canta en inglés! Toda una rara avis en el panorama nacional de la canción de autor.
La noche madrileña bulle con nuevos cantautores venidos de todas partes. Que poco a poco y con mucho esfuerzo se van haciendo un hueco. Algunos como el catalán Rafa Pons ha pasado de pequeños locales como El Búho Real o Libertad 8 a otros de mayor aforo como Galileo Galilei o la Caracol. No os perdáis el vídeo anunciando su actuación del pasado jueves. Youtube ha sido su aliado. Dos de sus canciones más conocidas –no incluidas en sus discos– son todo un éxito en el afamado canal y reflejan el contagioso fervor que provocan en directo. Rafa Pons recientemente ha rodado un clip de “No Hay Sexo Seguro”, de su segundo álbum «Insisto», con Carlos, el de «Contigo no bicho».
Alejandro Martínez –catalán afincado en Madrid– es una mente inquieta. Excelente pianista, no es raro encontrarle tocando con otros compañeros, tiene una rara habilidad para componer canciones originales y frescas. Diría que están más cerca del pop que de los cantautores al uso. Recogen muchas influencias, como no podía ser menos teniendo en cuenta su formación musical. Orgasmos modernos es su última grabación. Alterna sus actuaciones con presentaciones de este disco y un nuevo proyecto basado en los poemas de Gil de Biedma.
Luis Ramiro ha contado para Dramas y caballeros, su segundo disco, con la producción de Pancho Varona, José Romero y Antonio García de Diego. Todo un aval. Y se ha colocado entre los cinco discos más vendidos de FNAC, entrando en el Top 75 de la lista oficial de ventas. Le queda un largo camino por delante, tan arduo como el recorrido hasta ahora. Porque Luis Ramiro no ha surgido de la nada…
Al igual que los anteriores Zahara [en la foto] se ha pateado los garitos de Barcelona –donde vive– y alrededores, además de los de la capital. Y también ha encontrado dos aliados fenomenales en Myspace (más de 700 mil visitas) y youtube. Estamos hablando de una generación que domina lo audiovisual como herramienta de expresión artística y de comunicación. Asimismo la podemos encontrar en Facebook y Flickr. Una artista de hoy.
Nacida en Úbeda (Jaén) su segundo CD, La fabulosa historia de… está grabado bajo la supervisión de Carlos Jean y Ricky Falkner. Rescata dos temazos de su autoeditado primer lanzamiento, “Chico fabuloso” y “La canción más fea del mundo”.
Tuve la ocasión de verla en directo –ella sola– hace un mes y todavía estoy bajo los efectos de su hechizo. Sus canciones, pequeños artefactos hipnóticos, te atrapan y te sumergen en el mundo de esta mujer que puede revolucionar el panorama. Comprobarlo por vosotros mismos.