Una sección de ADRIAN VOGEL.
Las últimas incursiones del gigante multimedia alemán Bertelsmann no dejan de sorprender. Esta semana han anunciado la creación de una división dedicada a la gestión de derechos musicales. Pretende ser una (multi) plataforma de servicios para artistas y autores. Esta nueva unidad de negocio ofrecerá apoyo financiero –mediante adelantos– para facilitar la creación y promoción de obras así como su comercialización y las tareas administrativas derivadas (incluyendo los cobros).
Hatrwig Masuch, el principal ejecutivo de BMG Rights Management (que es el nombre de la nueva empresa), declaraba en Berlín que se van “a centrar en el área de la industria musical que promete crecimiento. Hoy en día, los ingresos por los derechos que generan un compositor o un intérprete son mayores que en otras épocas. Y es aquí donde nos queremos posicionar, con servicios personalizados y flexibles, además de ofrecer una contabilidad transparente.” Para añadir que estima que el uso de música en los medios se incrementará entre un 4% y un 8% en un par de años.
En otra noticia, probablemente relacionada, Bertelsmann confirmaba el pasado 1 de octubre el cierre de la venta a Sony Corp., por 900 millones de dólares de su 50% en Sony BMG, la “joint venture” creada en agosto de 2004 con Sony Music. Cuatro años ha durado esta aventura, marcada por las trabas legales emprendidas por IMPALA –la asociación europea de discográficas independientes– y las polémicas decisiones empresariales (como resultado de la fusión de dos multinacionales del sector). La consabida restructuración llevó a la eliminación de miles de puestos de trabajo.
BMG se vio obligada a vender su editorial musical, BMG Music Publishing, la tercera del mundo. Algunos la consideraban la primera entre las independientes, lo cual me parece un error conceptual porque al pertenecer a un grupo multimedia, aunque de capital privado, no puede ser considerada como “independiente”. El comprador, en 2006, fue Universal Music Publishing Group del grupo francés Vivendi. Se estima que recibieron 1.063 millones de euros, que en parte sirvieron para financiar la compra del 25.01% de sus propias acciones, en manos de Groupe Bruxelles Lambert.
Y conviene aclarar que para evitar problemas con los reguladores europeos y las leyes antimonopolio de Estados Unidos, la editorial no formó parte del acuerdo de fusión con Sony Music. Por lo que el estupor causado por la decisión de crear ahora BMG Rights Management –dos años después de la venta de su potente editorial– tiene su fundamento.
Pero sigamos recorriendo aspectos de la historia de Bertelsmann, uno de los principales grupos mediáticos mundiales (RTL es su bandera mas representativa) y el primer editor de revistas en Europa y el segundo en el mundo. Atrás, muy atrás, quedan los inicios en 1835, cuando Carl Bertelsmann fundó la empresa para vender literatura religiosa. O 1958, cuando crearon el sello Ariola, que marcó su entrada en el mundo de la música. O 1962, cuando trajeron a España su Círculo de Lectores. O su admisión en 2002 de sus conexiones con el nazismo.
2007 fue el “annus horribilis” para la corporación alemana. Los malos resultados obtenidos de la unión con la discográfica de capital japonés y (sobre todo) el pago de 130 millones de dólares como parte del acuerdo para que las editoriales de música retirasen las demandas contra Napster, aceleraron su proceso de salida de Sony BMG, la nueva multinacional recién creada.
Recordemos que BMG, en otro movimiento sorprendente, había intentado adquirir Napster –el enemigo publico nº 1 de la industria discográfica– pero tras adelantar 85 millones de dólares, un juez de Delaware frenó en 2002 la operación valorada en 94 millones, por un conflicto de intereses del financiero de la tecnológica, un ex empleado de Bertelsmann. Esta decisión llevó a Napster a la quiebra, anulando su solicitud de suspensión de pagos. Y los alemanes aportaron 5 millones más para mantenerla a flote, mientras durasen los procedimientos legales de bancarrota. La jugada les salió por un pico. Y también salió, pero por la puerta de una patada, Thomas Middlehoff, el Consejero Delegado de la firma alemana (y gran defensor de Napster ante el resto de productores fonográficos).
BMG Rights Management nace de la letra pequeña del acuerdo de venta con Sony. Según se ha sabido van a representar a los artistas y autores europeos que BMG retendrá de la fusionada ya disuelta. Se estima en unos 200 a los creadores escogidos, cuyo proceso de selección venía cuantificado numéricamente en el contrato de compraventa: los que representen no más del 1% de las ventas del año pasado de Sony BMG o unos ingresos por un valor total de 20 millones de dólares. Los primeros nombres que han surgido son los de Scorpions, Sylvie Vartan, Paolo Conte, Sally Oldfield, Mecano, Yves Montand, Gilbert Becaud, Ivano Fossati o Nena.
La dichosa sinergia de grupo resulta clave para intentar entender esta movida. Herr Masuch comentaba que las innumerables plataformas online, de telefonía, la publicidad, emisoras de radio y TV, los conciertos o los videojuegos, son los clientes potenciales. “Por ejemplo el grupo RTL es uno de los usuarios más importantes de derechos musicales de Europa”, son palabras que me producen escalofríos. ¿Habrá que firmar con ellos para tener acceso a sus medios?
Esta nueva línea de negocio forma parte del departamento de Inversiones Corporativas (como no podía ser menos). ¿Este es el futuro de la música?