Una sección de ADRIAN VOGEL.
Unamuno, que parece nombre de rapero, comenzaría este artículo declarando que “comienza una nueva era y termina una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido”. Como así ha sido, sólo que sus palabras fueron para proclamar la Republica en Salamanca un 14 de abril y ahora bien podrían servir para marcar el fin de los Bush y sus neocon y saludar la victoria de Obama, aupado por una afluencia masiva de nuevos votantes. Gente joven, de todas las clases y etnias, ha manifestado su voluntad de cambio.
Un 75% de los votantes comprendidos entre los 18 y 29 años han optado por Barack Hussein Obama. En las anteriores elecciones presidenciales –2004– fueron un 54% los que votaron a Kerry, el candidato del Partido Demócrata. El incremento es considerable.
“Dicebamus hesterna die” parece ser que fueron las palabras que pronunció Fray Luis de León, también en Salamanca, al reanudar sus clases después de permanecer encerrado cinco años, condenado por la Inquisición. Su pecado fue traducir “a la lengua vulgar” el “Cantar de los Cantares”. Este “decíamos ayer” lo podemos aplicar a un artículo publicado aquí mismo, a mediados de septiembre, referido a los artistas y músicos en las elecciones USA. Y la lengua vulgar es la de la generación del hip hop. La misma que forzó la intervención de la pusilánime esposa de Al Gore para intentar censurar al rap. La solución de etiquetar las portadas de los CDs avisando de contenidos poco apropiados fue la menos mala (y existían precedentes como el de las calificaciones por edad de las películas).
“[…] En realidad, Obama supone la negación de la ética y la estética dominantes en el hip-hop y en el rhythm and blues, con su celebración del ‘aquí te pillo, aquí te mato’ y los alardes de riqueza bling-bling. Los protagonistas de estas músicas hacen todo lo posible por salir del barrio, mientras que Obama siguió el camino contrario, integrándose como activista de base… Obama difícilmente prosperaría como letrista de rap […]” escribía esta semana Diego A. Manrique, en su columna de los lunes de El País, y que acertadamente titulaba “Obama no hace Hip Hop”. Efectivamente, y quizás por eso ha aglutinado el voto de tantos, porque la imagen negativa, especialmente del gangsta rap, sólo refleja los aspectos negativos y desesperados de la vida urbana de los guetos. No aporta ningún valor positivo. Ni tampoco esperanza, una de las claves del mensaje del Presidente electo. Pero al igual que en las monedas, hay otra cara.
La de Russell Simmons es una. El gran padre de la nación hip hop declaraba que “la elección de Barack Obama, una clara voz progresista, es el reflejo de las políticas hip hop y el legado de la floreciente nueva consciencia americana” refiriéndose al trabajo solidario en las zonas mas deprimidas de EE.UU. Totalmente en línea con la labor desarrollada por Obama como activista de base, que mencionaba DAM.
Pero no han sido solamente los jóvenes afroamericanos quienes se han movilizado. Su mensaje aglutinador ha llegado a todos los rincones. Y la música ha sido un factor determinante. Desde veteranos del rock y del jazz como Springsteen o Hanckok hasta rockeros hiphoperos como Rage Against The Machine movilizando el voto “pasota” –o “voto en contra” según acertada definición de Manu Chao– como ya conocen los fieles seguidores de estas páginas. Y sobre todo Will.I.Am cuyo vídeo “Yes we can” –en colaboración con el hijo de Dylan– se propagó a la velocidad de la luz por la Red. Tomando un discurso tras una derrota electoral (las primarias de New Hampshire) surgió el mensaje definitivo de cambio y esperanza. Precisamente los dos ejes conceptuales que han marcado la irreprochable campaña electoral de Barack Obama.