Una sección de ADRIAN VOGEL.
Rubén y Leiva no hacen honor a su nombre, para alegría de sus seguidores y también de los aficionados al buen rock en español. De siempre les ha gustado patearse los escenarios. Desde los garitos de sus comienzos hasta los estadios de fútbol o plazas de toros de estos días de gloria. Suelen terminar haciendo 200 actuaciones por año.
Pereza están consagrados. Nadie les discute que son la mejor banda de rock and roll del país. Por eso tiene más mérito lo que hicieron el miércoles pasado en Madrid. Volvieron a Siroco, la sala que les vio nacer. Donde crecieron y se desarrollaron. Y mostraron públicamente su agradecimiento. Y reivindicaron sus orígenes.
Todo un ejemplo el de Pereza: ofrecieron un concierto en un local pequeño ¡a 7 euros la entrada! Como es fácil deducir, Siroco estaba a reventar. Aquello echaba humo, con todo el mundo cantando y coreando sus canciones. Ambiente de fiesta para una vuelta a casa, que debería ser un modelo a seguir por muchos otros grandes. Es obvio que disfrutan haciendo lo que saben: hacernos pasar un rato inmejorable. Lo que en principio iba a ser una actuación de 45 minutos se alargó y alargó para deleite de los asistentes.
Esta actuación formaba parte de la programación “Alternativas en Concierto”, que abarca distintas salas de la ciudad. Supersubmarina, una nueva banda con muy buena pinta, completaban el cartel.
Insisto en alabar la postura de Pereza de tirarse al barro y participar de iniciativas como estas. Les hace más grandes. Al menos en mi opinión. Imagino que quienes abarrotaron Siroco pensarán lo mismo. Porque esa cercanía e inmediatez que proporciona un club pequeño es impagable. Es rock en estado puro.
Su influencia stoniana es obvia. Recientemente declaraban en el cuestionario de p.d. alvarez que Sticky Fingers era el disco que había cambiado sus vidas. Esto no es óbice para que los Beatles aparezcan en sus melodías y armonías. De hecho la otra noche se atrevieron con unas estrofas del “Nowhere Man” como intro a uno de sus éxitos.
Son los reyes del tiempo medio. Arrastran y se dejan llevar, mientras te envuelven en sus cadencias. La labor de su productor, Nigel Walker, se me antoja importante en este aspecto.
Argentina es punto y aparte en sus vidas. Hace unas semanas estuvieron de gira con la ilusión de unos principiantes. Quieren conquistar el corazón de una nación de larga tradición rockera. Desde abajo. Comenzando de nuevo. Con humildad y tesón. Sin divismos ni pretensiones. Buscan credibilidad trabajando la base. Lo cual no es fácil y más teniendo en cuenta su status actual en España. Han elegido el camino duro. Su amor por esas tierras es tan grande que, tanto Rubén como Leiva, se tatuaron BAIRES en sus brazos.
Reconforta ver y encontrar músicos como Pereza. Que mantienen su integridad, a pesar del éxito. Que no olvidan sus principios, los del r&r. Tampoco sus comienzos. Y deben tener los pies muy calentitos porque “con los pies fríos no se piensa bien”. Y está claro que ellos lo piensan de película.
¡Larga vida a Pereza!