Texto: ADRIAN VOGEL.
La casualidad ha querido que la fecha de publicación de este artículo coincida con el Día Europeo de La Música. Justo la semana que el Parlamento Europeo aprueba lo que ya se conoce como “la directiva de la vergüenza”. Ya sólo queda su ratificación por el Consejo el próximo mes.
Cuando escribo estas líneas se ha confirmado la cancelación de las actuaciones previstas por los congoleños de Konono nº 1 en España (Sonar). Y esta noticia viene a confirmar lo sucedido hace casi un mes cuando tuvieron que cancelar Londres, primera parada de su abortada gira europea.
Los motivos son bien simples: la “burrocracia”, que está globalizada. Una cadena de errores, infortunios y exceso de papeleo conforman esta película de terror administrativo.
De entrada conviene saber que los países miembros de la UE no disponen de representación diplomática en todos los países africanos. Es decir que si eres, como Konono nº 1, del Congo –zona de guerra– debes viajar a Kenia para obtener tu visado. Y pernoctar los días que duran los trámites. Las bandas africanas suelen ser numerosas. Así que el gasto hay que multiplicarlo por al menos doce personas. Lo cual encarece artificialmente todos los costes. A lo que hay que añadir que el tratado de Schengen no está suscrito por el Reino Unido de la Gran Bretaña… todo muy sencillito.
La misma semana que tuvieron que suspender su viaje a Inglaterra –finales de mayo– Liza Minelli se salvó por los pelos y pudo cumplir con sus compromisos británicos.
Para los que hemos trabajado hace tiempo en el mundo de la música, las trabas y requisitos legales han sido una constante. USA y UK se llevaban –y se llevan– la palma en cuanto a tramites y ¡errores! para permitir la entrada de músicos y artistas (y de otras profesiones, también).
Hace más de 20 años trabajando en la central de una “multi” en Nueva York sufría (con gusto) los rigores del sistema del Reino Unido. Digo con gusto porque todo estaba supeditado al ya clásico de TV Top of the Pops (en antena cada semana desde el 1 de enero de 1964 hasta el 30 de julio de 2006). La aparición en el programa dependía de la entrada en la lista oficial de singles, subida de puestos, etc. Y el estrés era mayúsculo porque la lista se daba a conocer y a las 48 horas tenías que estar en Londres (si eras afortunado y tú disco estaba funcionando).
Recuerdo unos días especialmente movidos a finales de 1985. Con los Beastie Boys [en la foto] y Alexander O’Neal de protagonistas. Los antecedentes son:
Era el máximo defensor del hip hop en la compañía. Estaba en la división internacional. Los de la compañía americana pasaban bastante del rap y su peña. Me los enviaban todos a mí. Así que me dedicaba a fichar y licenciar los primeros discos de Run DMC, Def Jam, Full Force, etc., con tres mercados en mente: UK, Alemania y Holanda. Como los artistas y los singles pegaban “overseas”, acabaron fichando el sello de Def Jam (y la medalla se la puso Al Teller, un MBA, que entonces presidía la CBS americana).
La semana a la que me estoy refiriendo se antojaba decisiva. El single “She’s on it” de los Beastie Boys tenía pinta de entrar en listas. De hecho llegó al 10 en UK y al 44 en Alemania. Nada en su país de origen. Su primer disco, Rock hard, había sido uno de los primeros lanzamientos de Def Jam.
Alexander O’Neal, ex integrante de Flyte Time primero y The Time después (con Morris Day, Jimmy Jam y Tery Lewis), había grabado un dueto, “Saturday Love”, para el disco de Cherrelle. La canción alcanzó el número seis de las listas británicas y en aquellos momentos todo apuntaba a su inminente debut entre los diez primeros.
El caso es que nadie tenía pasaportes. Pero ése era el menor de los problemas, como veréis a continuación si tenéis la paciencia de seguir leyendo.
La oficina de Cherrelle resolvió con diligencia. El consulado británico de Nueva York le ponía pegas a dos de los Beasties y lo de Alexander O’Neal era un gran problema. ¡No tenía partida de nacimiento! Para complicar las cosas, vivía en Minneapolis y había nacido en una zona de Natchez (que pertenece al Mississippi-Louisiana Micropolitan Statistical Area). Afortunadamente había un aeropuerto en la zona. Lo que no había era tiempo.
Ya estaba enseñado y sabía que la clave pasaba por obtener los billetes de avión, ida y vuelta. Eso tranquilizaría a los del Consulado. Más el “patrocinio” de la CBS y la BBC. Pero sacar billetes de avión al extranjero sin tener pasaporte, tampoco era fácil en la America de Reagan. Era claramente una misión para los Beastie.
Adam era un Horovitz (su padre Israel era un escritor con reputación y poseía buenos contactos) y la idea le divertía. Establecido el frente de ataque guerrillero (primero a por las agencias de viaje seleccionadas y luego al Consulado). O’Neal buscaba sus orígenes y se documentaba por primera vez a sus 32 años. Es decir, no podía ni votar. Ahora comprenderéis mejor esas campañas de los músicos estadounidenses para que los afroamericanos se registren para votar. Les da pavor hacerse los papeles…
Con las agencias de viaje tuvimos suerte a la segunda. Con los billetes en la mano los Beastie Boys se encaminaron al Consulado. Mientras las noticias desde Misisipi eran positivas. Alexander se había encontrado.
Hacía la una del mediodía me llamaron del British Consulate. La amable funcionaria verificó la información referida a la discográfica y me preguntó si me hacía responsable de esos tres jóvenes gamberros. Me llamaba a mí «y no a seguridad por respeto a Vladimir Horowitz», el genio del piano, casado con la hija de Toscanini, otro grande. Tras una breve charla, me dio el visto bueno a condición que le pidiese a los Beastie que abandonasen. Me pasó a Adam y convenimos que se fuesen, en cuanto tuviesen las visas de trabajo en sus manos… Ya sólo quedaba coordinar la cita de todos en el aeropuerto (JFK).
Esto es una anécdota. Lo grave es lo sucedido con los artistas africanos. Y lo que se avecina a partir de ahora, con la amenaza de las nuevas normativas europeas. En este mundo globalizado en el que supuestamente se acortan las distancias, “ellos” están cada vez más lejos…