Una sección de ADRIAN VOGEL.
Algunas novedades de cara a Navidades, Michael Jackson y los Beatles (siempre presentes) ayudan a levantar los decaídos ánimos de las tiendas de discos. Las que siguen en la brecha. Porque la oleada de cierres –desde hace años– ha sido incesante. Desde grandes cadenas a tiendas de barrio. Desde puntos de venta locales a multinacionales. En nuestro país y en otros. Marcas emblemáticas como Virgin o Tower. O más cercanas como Castelló… Es el signo de los tiempos.
La mezcla de novedades y un fondo de catálogo bien surtido ha sido el sustento básico del negocio. Y luego están los fenómenos del momento. Casos puntuales, que abarcan desde la “canción del verano” hasta las ventas generadas por el fallecimiento de un artista o creador. Cuanto más grande, mayor es el impacto. Michael Jackson se encuadra en este apartado. Los Beatles son un caso aparte. ¿Por qué? A continuación, si tenéis paciencia, apunto algunas pistas.
The Beatles nunca han aparecido en series medias o económicas. Sus álbumes siempre han sido caros, top of the line. Apenas existen recopilatorios. Todo un rara avis, especialmente cuando las compilaciones de éxitos son las que tantas veces han ayudado a cuadrar presupuestos. De hecho aquellos maravillosos dobles (el rojo y el azul) fueron los primeros. Y hace unos años apareció el de los números uno. Poca cosa para los artistas más influyentes y decisivos de la historia del pop. Los que definieron los cánones del negocio. El grupo que marcó las pautas artísticas y creativas (todo está en los Beatles).
Esta protección de su obra –a veces exagerada– ha llegado también al mundo digital. Sus canciones no están disponibles en iTunes, la tienda digital de referencia. Hace unas semanas Paul McCartney declaraba que la negativa a tener sus canciones para descargar era culpa de EMI. Pero olvidaba mencionar a Apple, su compañía (y la de Ringo y de los herederos de John y George) y propietaria de sus últimas grabaciones. ¿Lapsus o ganas de quedar bien? Sea como fuere no están disponibles y tienes que adquirir “físicamente” los discos enteros.
Recordemos que en sus inicios los LPs eran la agrupación de singles y EPs (extended play, los singles de cuatro canciones). Tanto a ellos como a los otros pioneros de principios de los 60, les costó mucho esfuerzo conseguir convencer a la industria para grabar vinilos como una obra completa. Sus grandes ventas y el predicamento entre su público fueron factores decisivos. Supieron alimentar y engrasar la maquinaria y se salieron con la suya. Bastantes artistas se niegan a que su obra se trocee y se venda canción a canción. Hasta cierto punto es comprensible, pero olvidan la magia del single pop (independientemente de que en estos nuevos tiempos hayamos perdido las caras B o los singles de doble cara A, una novedad que empezó con los Beatles).
Ellos –junto a Brian Epstein, su manager– inventaron aquello de editar un nuevo sencillo cuando el anterior llegaba al número uno. La lógica era sencilla: no se puede ir más arriba. Y los fans siempre quieren algo nuevo.
Aquellas primeras ediciones tenían la frescura y espontaneidad del artista en plena ebullición. Y reflejaban el espíritu de esas ya míticas actuaciones en Hamburgo. Su periodo formativo. Según la tan en boga teoría de las 10.000 horas, de Malcolm Gladwell, se antojan como esenciales para su éxito posterior. Talento más preparación (y/o dedicación). Su repertorio estaba formado por temas propios y versiones de clásicos del rock & roll (Chuck Berry, Larry Williams, Carl Perkins, etc.), del soul (Motown, Arthur Alexander), o de una pionera como Carole King (“Chains”). Hace casi cincuenta años de aquello. Hamburgo y todo lo que siguió después sigue vivo y presente.
La reedición de toda su obra remasterizada más las cajas han entrado en las listas de ventas de todo el mundo. Pasearse por las tiendas de discos es visitar templos dedicados a los Fab 4. No es un viaje en el tiempo. Es que el tiempo no pasa por ellos. A lo que hay que añadir las jarras de “El País” (qué buenas todas las portadas) o el Rock Band, el videojuego.
La Beatlemanía sigue entre nosotros. Y da igual la edad que tengamos. Es para todos los públicos.
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Anterior entrega de La Música de El Mundano: La semana de El Gran Wyoming en CBS.