Una sección de: ADRIAN VOGEL.
Lamentablemente todo parece seguir igual «50 años después» en el mundo musical: Raphael sigue siendo el rey. Estas pasadas Navidades su álbum debutó en el número 1 y ahí se mantuvo durante cinco semanas consecutivas. Es el momento de recordar –y sacarme la espinita del desasosiego que me invade– lo que «el maravilloso» Raphael representó. Porque tanto él como Manolo Escobar fueron las voces del franquismo. Hoy su justificación es porque era joven y le llamaban. ¡Pues no haber ido! Y desde luego por las imágenes –que recuerdo– de los conciertos en el Teatro Calderón de Madrid para la esposa del dictador, muy apenado no parecía. Al revés, estaba encantado y comentaba año tras año «Señora un año mas viejo aquí me tiene, siempre». Y bien que lo aprovechó para su carrera profesional. Mientras él acudía gustoso a las llamadas de El Pardo otros sufrían el exilio o la marginación.
“Este álbum es un homenaje a los artistas que, como yo, hemos hecho la historia de la música en español desde los años 60. Quería tener este acercamiento a mis compañeros, que nos vemos poco aunque nos oímos mucho”, cuenta Raphael en un comunicado. ¡Toma ya!
En 50 años después Raphael canta a dúo con Joan Manuel Serrat, Alejandro Sanz, Joaquín Sabina, David Bisbal, Juanes, Alaska, Enrique Bunbury, Ana Torroja, Rocío Jurado, Ana Belén y Víctor Manuel, Miguel Bosé, Vicente Fernández, Miguel Ríos, su hijo Manuel Martos (Mota), Armando Manzanero, Rocío Dúrcal, Paloma San Basilio, Adamo, José Luis Perales y Paul Anka.
“Escándalo” es la única canción de su repertorio que aparece en este álbum, una concesión a David Bisbal, quien “estaba emperrado en cantarla”, afirma Raphael, que también incluye dos temas nuevos, “50 años después”, que interpreta junto a Joaquín Sabina autor de la canción, y “El cielo puede esperar”, que canta con su hijo, Manuel Martos. Mientras destroza clásicos de la música popular como “Cantares” (Serrat) o “Hijo De La Luna” (Mecano). Con unos arreglos desmesurados y trasnochados. Como su forma de cantar e interpretar (y en ocasiones tengo la sensación que además desafina).
Entiendo que sus compañeros de generación y estilo –lo que entonces se llamaba “música ligera”– participen. Incluso Alaska, porque siempre le ha reivindicado y es por tanto coherente. ¿Pero Miguel Ríos, Serrat, Sabina, Víctor Manuel o Ana Belén? ¿Se les ha reblandecido el cerebro? ¿Serán cosas de la edad? ¿Han olvidado lo que Raphael representaba? Porque además del asunto ideológico está el estético. De toda la vida lo hortera, hasta la aparición de Georgie Dann, fue el adjetivo que los amantes de la buena música le aplicábamos tanto “al niño de Linares” como a Manolo Escobar. Y no, no ha cambiado con los años. Salvo que los Beatles, Stones, Brincos, Kinks, Bravos, Pink Floyd, Hendrix, Paco de Lucía, Dylan, Triana, etc. han mejorado con el paso del tiempo.
Sólo me resta felicitar a los responsables del tremendo éxito de este proyecto. A quienes tuvieron la idea y la ejecutaron. Y sobre todo a la discográfica que se mojó con el proyecto y realizo una gran campaña, obteniendo los objetivos que buscaban (ser el disco de las Navidades, la mejor época del año en ventas). Porque como comentaba Gustavo Sierra, un lector de mi blog, todos nos habíamos enterado de todo lo referente a este lanzamiento. Sus dimes y diretes. Y la compañía también consiguió colársela a un grupo mediático considerado progresista, quienes apoyaron sin dudas ni fisuras. Felicidades por tanto a la parte industrial, pero a nivel musical el resultado es tan deficiente y hortera como han sido la mayoría de sus 50 años de carrera. Con el agravante añadido de destrozar grandes canciones. Y deberíamos tomar buena nota de algunos de los artistas que han colaborado en esta grabación…
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