La Movida madrileña y otras movidas, de Jesús Ordovás

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LIBROS

«Un buen y sencillo catálogo para quien quiera recordar esos años y para quien quiera rebuscar de la mano de alguien que lo vivió todo»

 

Jesús Ordovás
La movida madrileña y otras movidas
GUADARRAMISTAS EDITORIAL, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Seguramente, Jesús Ordovás es el decano de los ensayistas musicales españoles —no recuerdo ningún libro de alguien aún en activo anterior al suyo de Bob Dylan—, y con este nuevo libro apostaría que es el más prolífico. De nuevo sobre la Movida —área que aborda en Fiebre de vivir, libro editado por Efe Eme en 2017—, pero en este caso con tanto material gráfico como literario. Las fotos son constantes y coloristas y los más de cien capítulos apenas abarcan dos páginas cada uno.

Con ello puede ir más allá de condicionantes musicales y conseguir formular un libro que trata de aspectos sociales tanto como de canciones. No es casual que el primer capítulo esté dedicado al ascenso del PSOE. Es lugar común que la Movida fue un invento del PSOE, pero esto no se sostiene por ningún lado si pensamos que el PSOE no ganó las elecciones hasta 1982, cuando ya estaba todo hecho. Lo que ocurre es que en 1979 sí que entra en el ayuntamiento de Madrid y Enrique Tierno Galván —mitad paciencia de profesor, mitad arrimarse al voto de los políticos— aparece en la mitad de los fregados.

Así que la obra repasa, de forma extensa, otras circunstancias. Se dirige a las películas, al Rastro y la Cascorro Factory, meneos a los cómics y las tragedias que envolvieron Madrid en esos años como la muerte de Yolanda Díaz o la catástrofe de Alcalá 20. No olvidemos que mientras Radio Futura estaba llevando adelante una carrera, de quien se hablaba en la calle era de Jesús Gil o de El Dioni. Ni olvidemos que quienes vendían eran el Fary o la rumba quinqui, aunque fuera en gasolineras.

Cien capítulos dan para mucho. Para tiendas de discos y para conciertos míticos como los de los Ramones, los Rolling Stones o Lou Reed. Para la ley del divorcio y para la televisión. Para el Mundial de fútbol y la quinta del Buitre. Sin embargo, entre esos millares de acontecimientos, lugares y personajes que pululaban por el Madrid de aquella época, Jesús Ordovás parece empeñado en sentar dos tesis. Llega un momento en que el lector, ojo avizor, detecta que constantemente le asaltan dos tipos de observaciones.

La primera es que gran parte de los logros que se obtuvieron en aquellos años los consiguieron artistas que vinieron de fuera de Madrid. Y el primero él mismo, nacido en Ferrol, aunque de casualidad. No solo en el ámbito musical hubo gentes de Euskadi —Derribos Arias—, Galicia —Víctor Coyote— o de Zaragoza —los hermanos Auserón—, sino también en el cine —Almodóvar, manchego— y en las artes más graficas —García-Álix, de León—. La tesis, pues, es clara —y alude a ella en el título—: la Movida no fue un fenómeno exclusivamente madrileño. Gentes de aquí y allá recalaron y se conformó la escena más que por el origen por los lazos creados. Tampoco viene a importar tanto: las personas coinciden, hay afinidades electivas, las hay casuales y las cosas surgen como surgen.

La segunda tesis sí que me parece más definitoria. Frente a las voces que demandan una obra, un objeto artístico válido que saliera de esos años en Madrid y que dan por hecho que nada de lo que se creó tiene ningún tipo de validez artística, Ordovás se dedica casi a hacer currículums de los más destacados —o los más conocidos— para demostrar que fue una generación por lo menos de plata. El caso de Almodóvar lo valora de manera transversal y en sus múltiples menciones no se olvida nunca de señalar su éxito en el extranjero o su Óscar. Pero con Ouka Lele, Ceesepe, El Hortelano o Miguel Trillo se explaya y no deja premio sin citar, presencia en museos sin alabar o exposición sin recoger. Son ingentes y son un zas en toda la boca a quienes hablan de desierto cultural. Puede que fuera un periodo a veces de fastos sin sustancia, pero en otras ocasiones lo fue también de sustancia que los fastos escondían.

No es el mejor libro sobre la Movida. Les podría citar un par de ellos más sesudos. Pero es un libro fresco, de lectura cómoda sin ser banal, de carácter divulgativo sin quedarse en la superficie. Un buen y sencillo catálogo para quien quiera recordar esos años y para quien no los conozca y quiera rebuscar de la mano de alguien que lo vivió todo.

Anterior crítica de libros: Es la edad. Tocando los tambores con Los Salvajes, de Delfín Fernández.

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