Frente a lo que ocurre en España con la industria musical, por “ahí fuera” reivindican “su conexión con la música”, como nos recuerda Diego A. Manrique en “El País”. La fábrica holandesa de vinilos Record Industry BV ha publicado, con motivo del Record Store Day, el libro “Passion for vinyl”, en el que se cuenta su pequeña epopeya de más de medio siglo: los gloriosos días en que, con el nombre de Artone, era la principal suministradora de discos para las filiales europeas de CBS –“cuando se trabajaba en tres turnos, 365 días al año”–, su posterior eclipse con la aparición del CD y el resurgimiento de la mano del editor de dance Ton Vermeulen.
Pero el libro “dedica el grueso de sus páginas a entrevistas con tres docenas de personas relacionadas con la música: técnicos, disqueros, minoristas, diseñadores gráficos, recopiladores, artistas (Henry Rollins, Mala DMZ, Ed Motta etc).”
Marique constata que pocos de los entrevistados son fudamentalistas, “en general, se combina la ceremonia sagrada del tocadiscos con la escucha utilitaria en CD y mp3. De hecho, hasta aparecen fanáticos de las pizarras, las placas de 78 rpm. El retrato final es el de un mercado fragmentado en nichos.”
“Y no podía faltar el coleccionista loco. Craig Kallman, capo de Atlantic Records, asegura almacenar 750.000 discos. Su hazaña queda relativizada al saber que Kevin Lewandoski, fundador de Discogs.com, tiene en su base de datos cuatro millones de lanzamientos. Y cada semana se añaden unos cuantos miles.”
Desde aquí puedes acceder al artículo de Diego A. Manrique “La iglesia del Santo Vinilo”.