LIBRO
“Se sorprenderá el lector al descubrir lo que tienen de celta el blues, el ‘Hotel California’, los Beatles o Led Zeppelin”
Carlos Núñez
“La hermandad de los celtas”
ESPASA, 2018
Texto: CÉSAR PRIETO.
Sobran las presentaciones. Carlos Núñez lleva años de carrera internacional participando en todos los festivales y grabando con todo el mundo. Cien conciertos al año de media no son poca cosa. Pero sí que sorprenderá que se estrene como escritor, más si se tiene en cuenta los tres años que le ha llevado la investigación en medio del trajín que se gasta. Y no con novelas, memorias y autoficción —aunque de todo ello a pequeñas pinceladas hay en el libro—, sino con un estudio sesudo sobre la música celta y sus circunstancias. La lectura del libro, que son muchos libros, parece dar a entender que Carlos Núñez ha buscado tiempo de donde no hay para pararse a reflexionar qué está haciendo, y cómo seguir avanzando. Devoto del perfeccionismo y del detalle, le ha dado esta reflexión para exactamente 550 páginas.
Y lo primero, conocer quiénes eran los celtas. Labor que en determinado sentido parte de cero, puesto que en los años 80 del pasado siglo no solo se ponía en duda que hubiera celtas en Galicia, sino simplemente que existiera ninguna cultura que pudiera acogerse bajo el paraguas de lo que se entiende comúnmente como “lo celta”. Núñez enreda conexiones, va a a Irlanda, vuelve a Galicia, intenta reflexionar sobre viajes de ida y vuelta y al final la conclusión es que lo celta existe, que ocupó la Europa atlántica, llegando hasta la actual Suiza, que hay datos que lo hacen patente, pero que aparte de esto no se sabe mucho más. A partir de aquí, la causa no es demostrar que existieron, sino que como sustrato enriquecen toda la música occidental conocida, desde el canto gregoriano hasta el rock. Se sorprenderá el lector al descubrir lo que tienen de celta el blues, el “Hotel California”, los Beatles o Led Zeppelin. Incluso llega a ver en el trap, patrones métricos de la muñeira y entiende que el origen del jazz está en los patrones de la música irlandesa y no en la africana. Teorías en las que a veces se arriesga excesivamente, pero que suele dejar como posibilidad.
Al mismo tiempo, defiende vehementemente la música ibérica tradicional, no como objeto de estudio o pieza de museo, sino como algo vivo y vitalmente válido, que en varios países de Europa ya cuenta con festivales multitudinarios que actúan como las antiguas romerías y acogen a un público amplio, pero que en nuestro país está relegada a ámbitos muy activos, pero minoritarios y tachados de elitistas.
Para conseguir todo ello, Núñez indaga, lee y parece consultar a todo el mundo. Habla con músicos, evidentemente, pero también con luthiers, con profesores de universidad, con expertos en música… Ello le da, en ocasiones, un cierto tono erudito que junto al uso de terminología del ámbito del lenguaje musical puede resultar árido para el lector no especializado. Pasan varias páginas en las que se argumenta sobre si las cuerdas de un arpa han de estar elaboradas con tripa o con metal. Pero, al mismo tiempo, ello no impide que la lectura sea agradable, que haya historias fascinantes, anécdotas jugosas y ciertas revelaciones que al aficionado a la música le ofrecerán claves para entender los sonidos que le gustan. Todos aparecen, porque para Carlos Núñez la música es un magma orgánico que se mueve lentamente a través de los siglos e integra cualquier estilo nuevo que aparezca.
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Anterior crítica de libros: “Escenas olvidadas. La historia oral de Golpes Bajos”, de Xavier Valiño.