La creativa destrucción de los Stooges

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«Seguían entre Detroit y Ann Arbor, asistiendo a la vida inconscientes, menos Ron (Asheton), que siempre huyó de las drogas»

 

Durante los tres años que separan el segundo y tercer disco de los Stooges ocurrieron demasiadas cosas. Deserciones, abandonos, autodestrucción y un puñado de canciones para la historia. Por Sara Morales.

Texto: SARA MORALES.


 

El tiempo que pasó entre la publicación del segundo disco de los Stooges, Fun house (1970) y la grabación del tercero, el imperioso Raw power, fue una odisea para quienes lo vivieron de cerca. El road manager que los acompaña entonces, John Adams, era, en palabras de Ron Asheton (guitarrista de la banda), «un antiguo yonqui que estaba volviendo a las andadas», y en aquel volver arrastró consigo a su hermano, el batería Scott Asheton, y al propio Iggy. Ellos seguían entre Detroit y Ann Arbor, asistiendo a la vida inconscientes, menos Ron, que siempre huyó de las drogas y rechazaba participar de aquellos rituales de polvo blanco en las habitaciones más oscuras del apartamento que compartían.

Aquellos fueron los días en que Jim Silver, la mano derecha del grupo, su representante, decidió dejarlos colgados para embarcarse en el negocio de la comida macrobiótica. Aquellos fueron los días también en que Danny Fields apareció en escena y decidió apostar por ellos convirtiéndose en su mánager oficial a pesar de la distancia pues, de momento, no tenía intención de moverse de Nueva York al estar trabajando para Atlantic Records. Aún así, su compromiso con el grupo fue firme y entusiasta. «Ya tenían las canciones preparadas para el nuevo álbum y me encantaban, estaba ilusionado», dejó contado Fields en el libro Por favor, mátame. La historia oral del punk, de Legs McNeil y Gillian McCain.

La selección de temas que los Stooges tenían entre manos para embarcarse en la grabación de Raw power apuntaban a hacer historia, tal y como ocurrió, pero en aquel momento el grupo y su estado no parecían de fiar. Pese a los esfuerzos de Danny Fields con Elektra, discográfica con la que habían editado sus dos álbumes anteriores, para que escuchara lo que tenían preparado e ir encaminando el papeleo hacia ese tercer disco, la multinacional decidió prescindir de ellos justo en aquel momento. Fue el propio Danny quien comunicó el despido a Iggy Pop y los suyos, que volvían a quedarse a la intemperie de la industria en un momento clave. Pese a todo, pese a las deserciones, los abandonos, la autodestrucción y una gira con la banda de Alice Cooper en la que Danny Fields debió ir al rescate de los Stooges por cada hotel que pasaban, Raw power fue posible. Cobró vida en 1973, con Columbia Records respaldando y arriesgando económicamente, con un ángel de la guarda que apareció en el momento preciso llamado David Bowie, con unos Stooges arrasados que se separarían un año después de su publicación y con un Danny Fields con la paciencia ya agotada: «Se me hizo imposible, no podía con ellos», confiesa también desde las páginas de Por favor, mátame.

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