LIBROS
«Como en un cuento de John Cheever o de Alice Munro, lo que pasa fuera y lo que pasa dentro, a veces, tiene muy poco que ver entre sí»
Tess Gunty
La Conejera
SEXTO PISO, 2023
Texto: CÉSAR PRIETO.
La Conejera es un edificio de viviendas situado en Vacca Vale, una ciudad de Indiana que en su día fue un importante centro industrial, pero que, tras el cierre de su fábrica de automóviles, malvive con el peso de ser una ciudad agonizante. En ella, varios vecinos intentan llevar adelante sus míseras existencias, inquilinos que son un muestrario de rarezas y soledades. Está la anciana que escribe necrológicas y que pone especial interés en preparar la suya para cuando se dé el caso, una joven madre que tiene miedo a los ojos de su bebé, una batalla ratonil entre dos de los apartamentos o Joan, una mujer adicta a las guindas en marrasquino que trabaja buscando comentarios ofensivos en webs de recuerdo a los fallecidos.
Entre ellos, destaca la figura de Blandine Watkins, una joven de belleza evanescente obsesionada por los escritos de místicas, especialmente Hidelgarda de Gingen, aunque hay también espacio para otras, como nuestra Teresa de Jesús. Blandine en tiempos fue Tifanny, pero una decepcionante historia de amor ha trastocado su personalidad y sus creencias. Blandine/Tiffany vive en el apartamento C4, junto a otros tres jóvenes que provienen de hogares de acogida fallidos y que encaran su adolescencia en una sofocante semana de julio, que concluye con un final inesperado, súbito, también sofocante.
Blandine es una chica fascinante, capaz de atentar contra una cena de autoridades, tras una cacería, que estudian el lanzamiento de un plan de desarrollo para la ciudad, mientras la vida de sus habitantes se une en la destreza para sobrevivir. Un día, aparece un comentario ofensivo en la web de recuerdos: es de Moses, el hijo de una antigua actriz de éxito que ha fallecido. Moses lleva una web de salud mental, sin saber absolutamente nada de salud mental —ni siquiera de la suya— y posee, paradójicamente, una manera muy original de vengarse de las personas que considera que han atentado contra sus intereses.
Hay secundarios magníficos, la tía Tammy, el personaje más caído en desgracia, pero el más ilusionado, o Pemy, una indigente soltera y religiosa. El ambiente de la ciudad es, cuanto menos extraño, una parada de los monstruos en la que La Conejera es un refugio contra el miedo del exterior. La vida transcurre entre fiestas perezosas, institutos con profesores fraudulentos, peces muertos, una degradación que salvan un par de capítulos llenos de belleza, por su tino lírico al escribirse y por lo que relatan, y un océano de esperanza que se ve a lo lejos. Son capítulos, como toda la novela, llenos de magia.
La Conejera, no es para menos, recibió, entre otros premios, el National Book Award, cuando su autora tenía apenas treinta años, lo cual da idea de la calidad y la fascinación que despierta, llena de un crudo realismo y, a la vez, enfocando toda esta realidad como un magma extraño, en que la ternura y la maldad no se logran desgajar del todo. Como en un cuento de John Cheever o de Alice Munro, lo que pasa fuera de la realidad y lo que pasa dentro de los personajes, a veces, tiene muy poco que ver entre sí. Ejemplo claro es esa Blandine/Tiffany que solo encuentra incomprensión hacia su mundo cuando lo intenta exponer —en la lavandería— y ha de refugiarse en otro para intentar engañar a ese halo tóxico que parece rodearla.
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Anterior crítica de libros: The Velvet Underground, etc, de Rafa Cervera.