En la geografía pop francesa, el 5 bis de la parisina calle de Verneuil es todo un símbolo. Allí vivió, trabajó y desbarró uno de los iconos franceses por excelencia, el genial Serge Gainsbourg. La casa permanece cerrada desde su fallecimiento hace treinta años, el 2 de marzo de 1991, pero es lugar habitual de peregrinaje de sus seguidores, que han ido «decorando» la discreta fachada. La semana pasada, en una entrevista, su hija, la actriz Charlotte Gainsbourg, anunció la intención de abrir la casa al público antes de final de este año. Un proyecto que se barajó desde el mismo momento de la muerte del músico, según explicó: «En los primeros diez años, cuando estaba más segura del proyecto, era muy difícil llevarlo a buen término. Y luego di marcha atrás porque era algo así como lo que me quedaba de él, así que la guardé como un tesoro».
Pero Charlotte, hace seis años, comprendió que «por las personas, pero también por mi salud mental, debo lograr desprenderme de la casa. Debe ser un lugar verdaderamente anclado en la herencia parisina, que sea accesible». También explicó que quiere que se conozca el entorno de trabajo de Serge Gainsbourg, porque ahí está su personalidad: «Es bastante sorprendente. Tenemos la imagen de artistas que están en espacios inmensos y lujosos, pero este es relativamente modesto».
Respecto a la obra de su padre y su espíritu provocador, comentó que «me doy cuenta del impacto que tiene en generaciones y generaciones y del hecho de que no cesa. Hoy vivimos en un mundo con tanta censura que me pregunto cómo habría vivido eso. ¿Le habrían expulsado de la televisión? Era una personalidad tan rica, que hacía convivir su gran sensibilidad y su gran sentido de la provocación. Eso no lo vemos hoy para nada».