“Es absurdo pensar que se graba una canción con la intención de que alguien se haga daño. Si una persona es lo suficientemente estúpida para suicidarse por la música, es que se lo merecía; habrá un estúpido menos en el mundo”
Aunque Ozzy Osbourne no se encontrara metido en líos, los problemas le acababan viniendo solos. Su canción ‘Suicide solution’ (1980) le llevó a los tribunales ya que un joven de 19 años interpretó el título de forma literal y se quitó la vida. ¿Por qué iba a querer el Príncipe de las Tinieblas incluir mensajes subliminales para perder fans?
Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.
Ozzy Osbourne se encontraba en Inglaterra, a mediados de los ochenta, cuando recibió una llamada telefónica desde California. Su mujer, Sharon, que parecía histérica al otro lado de la línea, dio una orden tajante al cantante: “Ozzy, súbete al primer avión que venga para acá”. Y como buen marido, Ozzy obedeció. Sharon también le pidió otra cosa: “No te emborraches”. Pero para el bueno de Osbourne, eso ya fue más difícil de cumplir. Después de quince horas, Ozzy Osbourne se encontraba en el aeropuerto de Los Ángeles y fue atacado por una oleada de flashes que provenían de las cámaras fotográficas de los periodistas que se encontraban allí. “Pensé que habría alguien de la familia real de visita”, dedujo al llegar. Sin embargo, lo que Ozzy no se imaginaba era que toda la prensa que se encontraba en el aeropuerto no estaba esperando a la familia real sino al Príncipe de las Tinieblas. ¿En qué lío se había metido ahora? Un reportero se le acercó y le hizo una pregunta concisa y directa: “¿Qué te parece, Ozzy?”. A lo que el cantante respondió: “El pollo estaba un poco blandurrio, pero aparte de eso hemos tenido un buen vuelo”. Como no era la respuesta que el periodista esperaba, volvió a formular su pregunta de una forma más clara: “Hablo del chico. Del chaval muerto. ¿Algún comentario?”. El cantante no tenía ni idea de lo que le estaban hablando y la última pregunta que le hicieron antes de ser escoltado hasta una limusina solo le dejó más confuso: “El suicidio. ¿Qué piensas?”.
Dentro del vehículo, Ozzy se encontró con su abogado, Howard Weitzman, que arrojó un poco de luz sobre el asunto mientras le enseñaba un ejemplar del diario “Los Angeles Times”: “El chico se llama, o mejor dicho, se llamaba, John McCollum. Diecinueve años, muy fan tuyo. Según sus padres, había estado bebiendo y escuchando ‘Speak of the devil’ cuando se pegó un tiro con el calibre 22 de su padre. Aún tenía los auriculares puestos cuando lo encontraron. Y te echan la culpa a ti”. Ante semejante noticia, Ozzy Osbourne no podía dejar de alucinar. ¿Qué tenía él que ver en ese asunto? El abogado continuó explicando el suceso: “El padre dice que su hijo se limitó a hacer lo que le decía le letra de ‘Suicide solution’”. No podía creérselo. No tenía sentido. “Speak of the devil” (1982) era un disco en directo en el que Osbourne interpretaba temas de Black Sabbath. Ni siquiera la canción ‘Suicide solution’, extraída de su primer trabajo en solitario, “Blizzard of Ozz” (1980), estaba incluida en el álbum que el joven estaba escuchando. “¿Cree que quiero que mis fans se suiciden?”, preguntó el confuso Ozzy. “¿Y cómo coño cree que voy a seguir vendiendo discos?”. Pero Weitzman no había terminado de contarle todo: “Dicen que en tus canciones hay mensajes subliminales que instan a la juventud a ‘coger una pistola’, ‘poner fin a todo’, ‘dispara-dispara-dispara’, cosas así”.
Sin comerlo ni beberlo, al bajar de la limusina, el cantante se vio obligado a dar una rueda de prensa en la que fue acorralado por las maliciosas preguntas de los periodistas. Después, Ozzy comenzó a reinar en los titulares de los medios de comunicación: “La conferencia de prensa fue terrorífica y me dio una idea de lo que se me venía encima. Me convertí en el enemigo público número uno de Estados Unidos. Una mañana abrí un diario de Nueva York y vi una foto mía con una pistola apuntándome a la cabeza. Debieron de hacer un montaje, porque nunca había posado así, pero el susto fue importante. Y luego empecé a recibir amenazas de muerte dondequiera que iba”. Por suerte, Osbourne también tenía amigos, como su suegro y antiguo mánager de Black Sabbath, Don Arden, que le defendió en una entrevista de televisión: “Si le soy completamente sincero, tengo mis dudas de que el señor Osbourne entendiese el significado de las letras (en caso de que hubiese significado alguno), porque su dominio de la lengua inglesa es bastante limitado”.
Independientemente de que Ozzy entendiera o no las letras de sus canciones, los padres del muchacho fallecido sí que entendieron un mensaje oculto que el abogado de los McCollum definió como “lo bastante audible para que su significado y su verdadera intención sean claros después de ser escuchado una y otra vez”. Este mensaje subliminal era “Get the gun, get the gun, shoot, shoot, shoot, shoot, shoot, shoot” (“Coge el arma, coge el arma, dispara, dispara, dispara, dispara, dispara, dispara”). Este mensaje fue la razón por la que John McCollum decidiera pegarse un tiro en la cabeza el 26 de octubre de 1984, pero los padres no pusieron la demanda contra Ozzy hasta enero de 1986.
Aunque el título de la canción hiciera pensar en la palabra “solution” (solución) como una “respuesta a un problema”, en realidad estaba utilizada con otra acepción, “mezcla”, y hacía referencia a los líquidos, concretamente, a la bebida. ‘Suicide solution’ no era un empujón para animar a los indecisos a quitase de en medio si la cosa pintaba mal, sino que era un homenaje a Bon Scott, el antiguo vocalista de AC/DC que falleció en 1980 víctima del alcohol. Aunque el otro autor del tema, Bob Daisley, aseguró que había escrito la letra pensando en los habituales problemas de Ozzy con la bebida.
El resultado de la demanda llegó en agosto de 1986. Así recordó Ozzy el desenlace: “Durante el juicio, Howard Weitzman le dijo al juez que si querían prohibir ‘Suicide solution’ y hacerme responsable del suicidio de un pobre chaval, tendría que prohibir a Shakespeare porque ‘Romeo y Julieta’ aborda igualmente el suicidio. También dijo que la libertad de expresión en Estados Unidos incluye las letras de canciones. El juez estuvo de acuerdo, pero sus conclusiones no fueron precisamente halagadoras. Dijo que pese a ser yo ‘totalmente repugnante y reprobable, la basura también está protegida por la Primera Enmienda’”. A pesar de las bonitas palabras del juez, Ozzy salió airoso. Más adelante, Judas Priest se verían envueltos en un proceso similar y el heavy metal volvería a ser tachado como una música horrible capaz de corromper las limpias mentes de los jóvenes. Después del proceso judicial, Osbourne se forjó una firme opinión sobre la gente que, supuestamente, ponían fin a su vida inducida por la música: “Es absurdo pensar que se graba una canción con la intención de que alguien se haga daño. Si una persona es lo suficientemente estúpida para suicidarse por la música, es que se lo merecía; habrá un estúpido menos en el mundo”. Parece que el dominio de la lengua inglesa de Ozzy Osbourne no era tan limitado como se decía.
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