«Se llegó a suponer que el compañero de farra con quien pasó la noche en realidad nunca llegó a existir ya que Kinnear desapareció del planeta justo después del fallecimiento de Scott»
AC/DC pudo renacer de sus cenizas después de perder a su vocalista, Bon Scott, la personificación del “carpe diem”. Aunque era un hombre muy querido, Scott murió solo, traicionado por su compañero más inseparable: el alcohol. No obstante, la muerte de la voz de AC/DC suscitó varias teorías conspiratorias.
Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.
El frío recorría las calles de Londres durante la madrugada del 18 al 19 de febrero de 1980. Mientras, Bon Scott dormía la mona una vez más después de una de sus frecuentes borracheras. Descansaba dentro de un coche, tapado con una manta, pero en esta ocasión, los efectos del alcohol no se disiparon y aquella fue la última siesta de Bon. Tres años antes, una lectora del tarot le había comunicado que moriría en 1980, pero Scott nunca necesitó un ultimátum para vivir su vida como si fuera el último día. La pérdida de su vocalista supuso un duro golpe para unos AC/DC que acababan de derribar las fronteras con su último álbum “Highway to hell” (1979). La autopista que la banda australiana había tomado no se dirigía hacia el infierno sino que iba directa a la cima de la popularidad; si su trabajo más reciente había resultado un éxito, el siguiente sería la bomba. Unos días antes, entre el 12 y el 15 de febrero, Bon Scott había estado detrás de la batería moldeando dos nuevas canciones junto a los hermanos Young, ‘Have a drink on me’ y ‘Let me put my love into you’. Sin embargo, poco después, Angus y Malcolm encontraban un inesperado bache en el camino.
¿Qué sucedió la última noche de juerga del incombustible Bon Scott? El vocalista de AC/DC telefoneó a Silver Smith, una antigua novia, para salir por la noche. Sin embargo, Silver tenía otros planes y Bon encontró en Alistair Kinnear, un amigo de ambos, un buen compañero de farra. Scott y Kinnear acudieron a la presentación del grupo Lonesome No More en el Camden Music Machine, donde bebieron de lo lindo. Los dos terminaron la noche borrachos, pero la diferencia fue que Alistair Kinnear acabó en su cama y Bon Scott lo hizo en el asiento del copiloto del coche de éste, donde murió solo.
Silver Smith se puso en contacto con Angus Young para comunicarle lo sucedido. El guitarrista quedó destrozado: “Nadie sabía qué hacer. Nos quedamos hechos polvo. Fue como si nos hubiesen amputado un brazo”. Angus llamó a su hermano Malcolm y éste telefoneó a los padres de Bon. “No queríamos que se enterasen por el telediario, sentados en el sofá”, declaró Malcolm. La madre de Scott, que había cumplido años el día antes, confundió la voz de Malcolm con la de su hijo antes de conocer la terrible noticia. El mánager, Peter Mensh, y el director de gira, Ian Jeffery, acudieron al hospital King’s College para identificar el cadáver. La autopsia tuvo lugar el viernes 22 de febrero y el forense, Montague Levine, concluyó que Bon Scott había fallecido por “muerte accidental”: “Este joven de enorme talento era un bebedor habitual y dado a los excesos que falleció como consecuencia de una intoxicación etílica aguda tras haber consumido una cantidad muy elevada de alcohol”.
Que Bon Scott bebía hasta caerse no era ninguna novedad, pero siempre volvía a levantarse; el vocalista había forjado su propia leyenda y hasta había sido capaz de beberse una botella de loción de afeitado después de confundirla con alcohol. Sin embargo, esa noche de febrero, la bebida ganó la batalla y a pesar de la publicación de la causa oficial de su muerte, muchos empezaron a encontrar teorías conspirativas relacionadas con el fin de Bon Scott. Así reaccionó Malcolm al conocer estos comentarios: “Llegué a leer que había habido un encubrimiento. Dios mío, pensé, ¿cómo podemos nosotros ejercer tal poder, entrar allí y apoderarnos de las leyes británicas y todo lo que tiene que ver con un fallecimiento? Es increíble”. Varias veces se ha considerado que Scott se ahogó por su propio vómito, cosa que no fue cierta. Otra teoría decía que había fallecido por una sobredosis de heroína, pero también era mentira. Bon Scott solo había consumido heroína una vez y fue suficiente para decidir que no volvería a hacerlo. Alcohólico, sí; drogadicto, no. Las suposiciones de suicidio o asesinato tampoco podían faltar, pero la teoría más descabellada estaba relacionada con Alistair Kinnear. Se llegó a suponer que el compañero de farra con quien pasó la noche en realidad nunca llegó a existir ya que Kinnear desapareció del planeta justo después del fallecimiento de Scott. Visto y no visto.
Alistair Kinnear no volvió a dar señales de vida hasta el año 2005 y resultó que llevaba varias décadas viviendo en la Costa del Sol, aquí, en España. Kinnear arrojó un poco de luz sobre lo que sucedió esa noche. Después de la presentación del grupo, Alistair Kinnear condujo hasta la casa de Bon llevando al cantante inconsciente. A continuación, cogió las llaves y subió hasta al piso. Cuando bajó a recoger a Scott, salió del edificio y se dio cuenta de que se había dejado las llaves dentro. Como no sabía qué hacer con él, llamó a Silver para pedirle consejo y ella se lo dio: “Le dije: ‘Escucha, ¿por qué no te lo llevas a casa?’. Le llevó a su casa, y para entonces Bon había perdido el conocimiento del todo. Serían como las tres de la madrugada”. Kinnear siguió la recomendación: “Conduje hasta mi piso e intenté sacarle del coche, pero con lo borracho que estaba yo pesaba demasiado para cargar con él”. Así que volvió a telefonear a Silver y esta le aconsejó de nuevo: “Me preguntó qué podía hacer y, como eso había pasado muchísimas veces, le dije que le bajara unas mantas. Bon nunca había estado en aquel apartamento, así que le dije que le dejara una nota diciendo qué piso era el suyo para que cuando se despertara pudiese subir”. Kinnear obedeció de nuevo pero ese no había sido un buen consejo: “Tumbé el asiento delantero para que pudiera recostarse, le tapé con una manta, dejé una nota con mi dirección y mi número de teléfono, subí como pude las escaleras y me fui a la cama. Serían como las cuatro o las cinco de la mañana y dormí hasta las once, hora a la que me despertó un amigo, Leslie Loads. Tenía tanta resaca que le pedí que fuese a ver cómo le iba a Bon. Eso hizo, y me dijo que el coche estaba vacío, así que me volví a dormir pensando que Bon se había despertado y había cogido un taxi para volver a su casa. Aquella tarde, sobre las siete y media, bajé a mi coche con la intención de ir a ver a mi novia, y me asusté al ver a Bon tumbado en el asiento delantero, evidentemente en muy mal estado y sin respiración”. Cuando el cuerpo de Scott fue trasladado al hospital ya había fallecido y Alistair se sintió responsable del suceso: “Al día siguiente, Silver vino a verme. Me dijo por primera vez que Bon había estado recibiendo tratamiento por problemas de hígado, pero que se había saltado sus últimas citas con el médico. Ojalá lo hubiera sabido a tiempo… Verdaderamente me siento responsable por la muerte de Bon. Qué poca vista tuve. Lo habría llevado al hospital en cuanto se quedó inconsciente, pero en esos días de excesos, el quedarse inconsciente era común y no parecía algo por lo que hubiera que alarmarse…”.
Para los miembros de AC/DC fue un auténtico mazazo. “En cierta forma sentí como si hubiera crecido de golpe de una manera horrible, porque cuando eres joven siempre piensas que eres inmortal, y creo que en esa época la muerte de Bon realmente me hizo cambiar al respecto”, comentó Angus Young. “Algunas veces Bon desaparecía justo después del concierto y no le volvías a ver hasta justo antes de subir al escenario en el siguiente concierto –explicó Malcolm–. Pero aunque no se presentara hasta el último minuto, sabías que iba a venir, sabías que siempre podías confiar en él. Acostumbrarse a que no esté será lo más difícil de todo”. Algo parecido sintió Phil Rudd: “De todas formas, él ya se había muerto antes en un par de ocasiones así que todos esperábamos que de alguna manera volvería a aparecer al día siguiente para los ensayos”.
A pesar de la pérdida de su carismático cantante, AC/DC debía continuar. Angus fue directo: “Bon nos hubiera pegado una patada en el culo si nos hubiéramos separado”. Hasta el propio padre de Scott, Chick, fue rotundo al respecto con el grupo: “Debéis continuar con AC/DC. Sois jóvenes, estáis a punto de tener un gran éxito, y no os podéis permitir rendiros ahora”. Como dijo Malcolm, solo había un interrogante: “Al principio estábamos conmocionados… pero desde el primer día decidimos seguir adelante. ¿Y cómo íbamos a hacerlo? No teníamos ni idea”. La respuesta tenía nombre y apellido: Brian Johnson, antiguo vocalista del grupo Geordie y un cantante que hasta Bon Scott aprobaría debido a que ya antes de morir había hablado muy bien de él. Para Johnson fue un honor y una responsabilidad al mismo tiempo: “Antes de un concierto que íbamos a dar en Holanda se me acercó un chico con un tatuaje de Bon en el brazo y me dijo: ‘Ese tipo era mi héroe, pero ahora ya no está, te deseo toda la suerte del mundo’. Me quedé temblando. ¿Qué puedes hacer cuando la gente tiene tanta fe en ti? Desde entonces me siento como si estuviera cantando para ese chico y otros como él”. El resultado fue “Back in black” (1980), un disco cuya portada estaba de luto como homenaje a Bon Scott y un álbum que se convertiría en el segundo más vendido de la historia después de “Thriller” (1982) de Michael Jackson. Aunque las canciones estaban acreditadas a los hermanos Young y a Johnson, otra teoría conspiratoria habla de una libreta perdida con letras de Bon que sus padres debían de haber recibido, pero de la que nunca se volvió a saber nada. La última pareja de Scott, Anna Baba, se ofendió al no encontrar el nombre de éste en los créditos: “Yo podría haber explicado muy bien algunas de las canciones de ‘Back in black’, podría haberlas explicado demasiado bien, con mucha confusión y lágrimas. Quienes se llaman a sí mismos amigos y dicen con toda su cara dura que no lo han hecho, pero sí lo han hecho, ¡sinvergüenzas! ‘Shake a leg’, ‘Rock & roll ain’t noise pollution’, ‘Have a drink on me’ y más canciones son suyas, no de otro, es evidente”.
Hasta después de muerto, Bon Scott siguió dando que hablar. Unas semanas después de su fallecimiento, varias personas cercanas recibieron postales navideñas firmadas por el cantante. Bon, que solía enviar correspondencia a todos sus amigos, no había puesto suficientes sellos en sus felicitaciones navideñas, lo que causó que éstas llegaran con cierto retraso. No hay nada más injusto que un hombre con tantos amigos y que siempre se acordaba de los demás muriera solo.
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