«El mensaje categórico ‘Clapton is God’ (Clapton es Dios) comenzó a florecer en forma de pintadas en los muros de las calles de Londres a mediados de los sesenta»
¿Hay algo más triste que ser abucheado sobre un escenario? La leyenda asegura que sí: que inmediatamente suba a tu show Eric Clapton, cuando se le conocía como Dios, y te humille públicamente con su guitarra.
Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.
La canción de Otis Redding ‘Your one and only man’ era perfecta para los Yardbirds. Al menos, eso era lo que pensaba Eric Clapton. Sin embargo, el productor Paul Samwell-Smith prefería que el nuevo tema de la banda fuera ‘For your love’, una composición de Graham Gouldman, quien más adelante formaría parte de 10cc. ‘For your love’ (1965) sería un gran éxito para los Yardbirds pero supondría el abandono de Clapton: “Se están haciendo demasiado comerciales, y si me voy a convertir en una máquina de hacer dinero, me largo”. El mánager Giorgio Gomelsky comprobó el desencanto de Mano Lenta: “Vino a mi oficina y estaba claro que no estaba muy contento. No se sentía a gusto con aquella música, no le gustaba la voz de Keith (Relf) y también se quejaba de que ‘For your love’ no necesitase guitarra solista”. El toque pop de ‘For your love’ se alejaba tanto de su amado blues que ya no había vuelta atrás, así de claro fue Clapton en su autobiografía: “Cuando los Yardbirds decidieron grabar ‘For your love’, yo sabía que era el principio del fin, porque no veía cómo podíamos seguir siendo los mismos tras sacar un disco como ese. Sentí que nos habíamos vendido. Toqué en el disco, aunque mi contribución se limitó a un riff de blues muy corto en el puente, y como premio de consolación me dejaron la cara B, con un tema instrumental, ‘Got to hurry’, inspirado en una melodía que canturreaba Giorgio (Gomelsky), quien se incluyó en los créditos con el seudónimo O. Rasputin”. El vocalista Keith Relf fue irónico al comentar la decisión del guitarrista: “Le gusta tanto el blues que, supongo, no le debía hacer muy feliz tocarlo tan mal con gentuza como nosotros”.
Los caminos de los Yardbirds y de Clapton se separaron. Mientras la banda incorporaba a un nuevo guitarrista llamado Jeff Beck, como sugerencia del músico de estudio Jimmy Page, Clapton se sumaba a las filas de los Bluesbreakers de John Mayall. El propio Mayall entendió la decisión de Clapton a la perfección: “Ninguno de los Yardbirds sabía distinguir un blues de un agujero en el suelo; por eso se unió a mí”. El periodo que pasó junto a John Mayall y los Bluesbreakers sirvió a Eric Clapton para ganarse el reconocimiento del público, un reconocimiento que se acabarían convirtiendo en adoración. El mensaje categórico “Clapton is God” (“Clapton es Dios”) comenzó a florecer en forma de pintadas en los muros de las calles de Londres a mediados de los sesenta. El prodigioso trabajo de Mano Lenta recorriendo los escenarios de los clubes veía su resultado. Eric Clapton no solo se erigía como un héroe de las seis cuerdas, sino que se convertía en toda una deidad. Por entonces, el guitarrista evaluó las dos caras de esa moneda: “En aquel momento, la gente empezó a hablar de mí como si fuera una especie de genio, y me enteré de que alguien había escrito la consigna ‘Clapton es Dios’ en una pared de la estación de metro de Islington. Luego eso empezó a aparecer por todo Londres, igual que los grafitis. Yo estaba algo perplejo, y una parte de mí huía de aquello. En realidad, no quería ese tipo de notoriedad. Sabía que me traería problemas. A otra parte de mí le encantaba la idea de que lo que había estado alimentando durante todos esos años recibiera por fin un reconocimiento. La realidad era, por supuesto, que a través de mí la gente accedía a una música que le era nueva, y yo me llevaba todo el mérito, como si hubiera inventado el blues”.
Después de sopesar el auge de su éxito, la balanza de Eric Clapton acabaría posicionándose: “No obstante, a una parte de mí sí le parecía muy bien aquello de ‘Clapton is God’. Me habían echado de los Yardbirds, y habían puesto en mi lugar a Jeff Beck. De inmediato tuvieron una serie de éxitos, y eso me molestó bastante, así que cualquier elogio que viniera por el mero hecho de tocar, sin tener que venderme o anunciarme en televisión, era bienvenido. Hay algo en el boca a boca que resulta imposible de deshacer. En el fondo, estaba agradecido porque eso me daba prestigio, y lo mejor de todo era que se trataba de una reputación que nadie podía manipular. Después de todo, es mejor no bromear con los grafitis. Salen de la calle”.
Después de dejar a los Bluesbreakers en 1966, el dios Clapton se embarcó en la formación de distintas bandas, el power trio Cream (1966-1969), el efímero supergrupo Blind Faith (1969) y el proyecto personal Derek and the Dominos (1970-1971), y también se lanzó a su aventura como solista. Mientras, en este periodo, la banda Grand Funk Railroad cobró popularidad y en algún momento de la primera mitad de los setenta, su camino y el de Clapton se cruzaron. Grand Funk Railroad se encontraba ofreciendo un concierto, cuando el guitarrista Mark Farner se dispuso a lucirse con un solo. En lugar de recibir la ovación deseada, lo que el público le dedicó fueron unos sonoros abucheos. Ante ese desconcertante recibimiento, los miembros de la banda quedaron abochornados y lanzaron una pregunta a sus espectadores: “¿Alguno de vosotros puede hacerlo mejor?”. Quizá esa pregunta podía haber sido menos oportuna porque una de las personas que se encontraban entre el público aceptó el desafío y subió al escenario para demostrar que él sí podía hacerlo mejor. Después de coger la guitarra, aquel desconocido dio una lección de virtuosismo a los miembros de Grand Funk que deberían haberse ahorrado la pregunta y haber aceptado las críticas. Los dedos de aquel hombre hacían magia sobre las cuerdas del instrumento y es que el desconocido, en realidad, era el mismísimo Dios. Es decir, Eric Clapton.
¿Qué hacía Eric Clapton en un concierto de Grand Funk Railroad? Y no vale como respuesta decir que Dios es omnipresente. ¿Nadie se había percatado de su presencia entre el público? Por supuesto, esta historia es falsa y el origen de esta leyenda urbana es incierto. Los personajes elegidos son completamente aleatorios. A veces, el nombre de la banda a la que Clapton pone en evidencia puede cambiar, aunque el nombre de Grand Funk es el que más suele repetirse. Mano Lenta nunca subió a un escenario para poder humillar a otros músicos. De hecho, esta leyenda urbana también está relacionada con el mundo del teatro y los humoristas. Un cómico no consigue hacer reír a sus espectadores y cuando pregunta si alguien puede hacerlo mejor, el que responde entre las butacas es Robin Williams. Es la misma historia pero con otros protagonistas. Por otro lado, este mito funciona como una fábula cuya moraleja representa la humildad. Si esta historia hubiera sucedido en realidad, Grand Funk Railroad habría aprendido la lección por atreverse a retar a Dios.
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