La cara oculta del rock: Cuando Brian Wilson quiso competir con los Beatles

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“Comprobar que ‘Pet sounds’ no era un éxito inmediato lo destrozó completamente. Perdió la fe en el público y la música”

 

Con “Pet sounds” (1966), los Beach Boys dejaron de lado las olas, las chicas y los coches. Brian Wilson quiso redefinir el panorama pop del momento creando un álbum complejo y maduro que no fue entendido en su época por todos. Aunque Wilson fuera el cerebro de este ambicioso proyecto, a quien hay que agradecerle el nacimiento de este disco es a los Beatles.

 

Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.

 

“Voy a hacer el disco de rock and roll más importante de la historia”, así de tajante fue Brian Wilson al confesarle a su mujer, Marilyn, su nuevo propósito. Brian estaba cansado de la vieja fórmula que tanto éxito había dado a los Beach Boys y decidió aparcar los coches trucados y dejar de mirar a las chicas de la playa para buscar un amor verdadero y espiritual. Para la escritura de las letras de este álbum, Brian Wilson decidió formar equipo con alguien ajeno a los Beach Boys y el elegido fue Tony Asher, que componía sintonías publicitarias para la agencia Carson-Roberts. Asher no podía creérselo ya que Wilson solía componer con Mike Love, a lo que Brian comentó: “No creo que Mike sea capaz de hacer lo que tengo en mente. Necesito a alguien con más sensibilidad. ¿Te interesa?”.

Tony Asher pidió una excedencia de tres semanas para ponerse manos a la obra con las letras. “Trabajar con Brian Wilson era un sueño hecho realidad”, declaró el sorprendido Asher. Sin embargo, lo que Tony se encontró fue a un Brian que se comportaba en ocasiones de forma infantil y excéntrica y que no hacía otra cosa más que dejar el trabajo para más tarde. “Solamente me sentía cómodo con Brian cuando se sentaba al piano y trabajábamos”, confesó el publicista. “El resto del tiempo lo pasaba fatal”. No obstante, cuando por fin se puso codo con codo con el músico, descubrió que Wilson tenía gran parte del trabajo avanzado con esbozos musicales. Durante esta etapa, Brian Wilson tarareaba, tocaba compases, cantaba pequeñas frases y explicaba las emociones que quería transmitir para que Tony Asher fuera dando forma y letra a esos sentimientos convertidos en canciones. Lo que Brian buscaba en Asher era una especie de “negro literario” cuyo cometido era seguir los pasos del músico. “No hay duda de que él guiaba lo que yo hacía”, comentó Tony Asher sobre la forma de trabajar con Wilson. Asher quedaría acreditado en nueve de las trece canciones y aunque esperaba que los derechos de autor se repartieran de manera equitativa, no fue así. “Debes entender, Tony, que toda la música del disco es mía”, argumentó Wilson al respecto. Después de la experiencia, Tony Asher definió a Brian Wilson como “un músico genial, pero un aprendiz de ser humano”.

Con la primera fase del proyecto finalizada, la siguiente tuvo lugar en el estudio de grabación que se convirtió en todo un escaparate de instrumentos. Flautas, trompeta, trombón, oboe, violines, violas, violonchelos, acordeón, clavicordio, órgano, ukelele y campanas se compenetraban con otros sonidos producidos por botellas de Coca-cola, timbres de bicis y ladridos de perro. Incluso el extraño  theremín tuvo su hueco en el álbum. Todos ellos creaban una atmósfera densa y evocadora, un paso más allá del muro de sonido de Phil Spector. “Quiero que los instrumentos naden, quiero que floten”, explicó Brian Wilson. Para la grabación de las canciones, Wilson empleó a un sinfín de músicos de estudio que siempre debían de estar presentes aunque no estuvieran tocando ningún instrumento. Brian rezaba antes de las grabaciones, ya que en ese momento se sentía iluminado: “Cuando estaba trabajando en ‘Pet sounds’, soñé que un halo rodeaba mi cabeza, aunque la gente no podía percibirlo. Ahora que lo pienso, tenía ese halo. Dios estuvo con nosotros durante todo el tiempo al hacer este disco. Dios estaba conmigo. Podía ver, podía sentir esta sensación”.

¿Y qué opinaba el resto de miembros del grupo? A Al Jardine y Mike Love no les convenció el cambio de rumbo del grupo, sobre todo al segundo, que lo consideró como “música ególatra”. Aunque Wilson le aseguro que sería su mejor disco, su primo Love no solo fue duro con él sino que se rió de su sordera: “¿Quién va a escuchar esta mierda? ¿Alguien con oídos de perro?”. Pero si al grupo le gustaba poco, a la discográfica no le gustaba nada. Capitol publicó “Pet sounds” en mayo de 1966 sin hacer mucha promoción. “No entendieron nada, estaban muy incómodos. Tenían una imagen muy determinada del grupo y nada podía cambiarla”, comentó Carl Wilson. El sello prefería otro álbum rápido de tablas de surf y olas y no comprendía el giro hacia el pop barroco; de hecho la discográfica no solo no apoyó el álbum, sino que además intentó hundirlo editando dos meses después un recopilatorio de grandes éxitos, “Best of the Beach Boys”. Las ventas de “Pet sounds” no fueron las esperadas por Brian Wilson y, según su mujer, eso hizo mella en el músico: “Comprobar que ‘Pet sounds’ no era un éxito inmediato lo destrozó completamente. Perdió la fe en el público y la música”.

“Pet sounds” fue un álbum adelantado a su época y tuvo que pasar tiempo para que fuera considerado como la obra maestra que es hoy. Uno de sus principales defensores siempre fue Paul McCartney, quien ha reconocido numerosas veces la influencia de este álbum en la elaboración de “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” (1967): “’Pet sounds’ fue mi inspiración para hacer ‘Sgt. Pepper’s’. Cuando lo escuché dije: ‘Oh, Dios. Este es el mejor elepé de todos los tiempos, ¿qué vamos a hacer ahora? Se lo puse a John [Lennon] tantísimas veces que era imposible escapar de su influencia. Fue el disco de aquella época”.

Que los Beatles se pusieran en guardia con la salida del álbum de los Beach Boys podía ser un motivo de alegría para Wilson. Brian siempre estaba pendiente con un ojo de lo que hacían los Beatles y con el otro de lo que hacía Phil Spector. Brian Wilson admiraba al creador del muro de sonido, de ahí que tomara sus iniciales para el título de “Pet sounds”, pero al mismo tiempo lo consideraba rival. Lo mismo sucedía con los cuatro de Liverpool, como reconocería el líder del grupo californiano: “Supe inmediatamente que todo había cambiado, y que si los Beach Boys iban a sobrevivir tenían que estar a la altura. Después de ver una actuación de los Beatles, supe que no podíamos competir con ellos en el escenario, pero lo que sí podíamos hacer era intentar hacer mejores discos que los suyos. Mi padre me había criado con un espíritu competitivo y creo que los Beatles hicieron que aflorara”. El propio Phil Spector era consciente de esta rivalidad: “Cuando ‘Fun fun fun’ salió no era el dinero lo que le interesaba a Brian, sino cómo iba a competir la canción contra los Beatles, cómo iba a portarse”.

La chispa que encendió a Brian Wilson para crear el álbum con el que pensaba redefinir el pop tenía nombre propio y éste era “Rubber soul”, el elepé con el que los Beatles empezaron a experimentar con nuevos sonidos y a redirigir su carrera en otra dirección. Así recordó Wilson aquel descubrimiento: “Estaba sentado a la mesa fumándome un porro, cuando lo escuché por primera vez y el disco me dejó alucinado, porque era genial de principio a fin. De hecho, estuve dos noches sin poder dormir”. Que “Rubber soul” influyera en la elaboración de “Pet sounds” no se pone en duda. Sin embargo, Alan Clayson y Spencer Leight, en el libro donde desmitifican leyendas urbanas, lugares comunes falsos y malentendidos relacionados con los Fab Four, “La morsa era Ringo. 101 falsos mitos sobre los Beatles” (Ediciones Lenoir), hacen una aclaración al respecto de esta influencia: “La versión de “Rubber soul” que Wilson escuchó no era la que en 1965 había cambiado para siempre los parámetros del pop”. Capitol, como discográfica de los Beatles en Estados Unidos, cuando publicaba un álbum en América no respetaba el disco original británico lanzado por EMI, sino que reducía el número de canciones y cambiaba los contenidos. Según Clayson y Leight, la edición de “Rubber soul” que Wilson escuchó no incluía los temas ‘Drive my car’, ‘Nowhere man’, ‘What goes on’ y ‘If I needed someone’. Éstas habían sido sustituidas por ‘I’ve just seen a face’ y ‘It’s only love’, que a su vez habían sido eliminadas de la versión estadounidense de “Help!” (1965).

Independiente de la versión que Brian Wilson oyera por primera vez, no hay duda de que gracias a “Rubber soul” existe “Pet sounds”, el mejor trabajo de los Beach Boys. Pero el siempre inquieto Wilson quería ir todavía más allá y superarse a sí mismo con el que sería el siguiente trabajo de los californianos, “Smile”, o como él lo definía, “una sinfonía adolescente dedicada a Dios”. Sin embargo, este ambicioso proyecto quedó guardado en un cajón y Wilson acabaría dándose por vencido. Los Beatles habían vuelto a la carga con un trabajo sublime que volvía a romper todos los esquemas. “Cuando escuché “Sgt. Pepper’s” supe que los Beatles habían encontrado la forma de llevar el rock en una nueva dirección. Me puso los pelos de punta”, admitió el líder de los Beach Boys. El competitivo Brian Wilson acabó reconociendo la derrota. Sus aspiraciones eran demasiado grandes y no pudo llevarlas a cabo. Su continuo afán de perfeccionismo acabó devorándole y, aparte de otras razones más tóxicas y peligrosas, llevándole a la locura.

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