“Una de las cosas que me pasaba en aquella época era la colisión en mi mente de dos conceptos: ¿ser fiel a mi arte o ser fiel a mi amante? ¿Y si ambas posibilidades estaba reñidas? Aparecía el don artístico versus la responsabilidad doméstica”
Bono quería conquistar Estados Unidos y cuando lo logró tuvo que reconquistar a su esposa. Durante la grabación del álbum “The Joshua tree”, el cantante de U2 descuidó un compromiso doméstico que le pudo haber costado el matrimonio. Para salir airoso de la situación compuso la canción ‘Sweetest thing’.
Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.
Después de la publicación del cuarto álbum de U2, “The unforgettable fire” (1984), en la agenda de Bono no había ningún hueco libre. El 13 de julio de 1985, la banda participó en “Live aid”, el macroconcierto organizado por Bob Geldof para recaudar fondos por África. Después, el cantante viajó hasta Etiopía para conocer la situación del país de primera mano. A la vuelta, participó en el proyecto liderado por Little Steven “Sun city”, contra el apartheid de Sudáfrica, y recibió una clase de blues de la mano de Keith Richards. Después U2 formaron parte de la gira de Amnistía Internacional, “A conspiracy of hope”, en junio de 1986, donde recorrieron Estados Unidos junto a Sting o Peter Gabriel. Tras la gira, Bono viajó con su esposa hasta Nicaragua y El Salvador. Para él, tanto el viaje a África como a Centroamérica tenían un significado especial: “Posiblemente hice esos viajes para alejarme de la idea de convertirme en una estrella pop. En esos lugares tan lejanos la gente no tenía ni idea de quién era yo y eso me hacía sentir muy bien. Como estrella pop de los ochenta, era un tipo muy tímido. Es algo que suele pasarle a la gente en las primeras oleadas de fama. Ahora ya lo he superado, pero entonces todo era muy agobiante para mí”. Y mientras tanto, en los ratos libres que le dejaban los viajes y las actuaciones, había que preparar canciones nuevas de cara al quinto trabajo de U2.
Para el siguiente álbum, la banda tenía un propósito: conquistar Estados Unidos. Además, no solo Bono acababa de descubrir el blues tradicional estadounidense, sino que The Edge también se sintió atraído: “Yo consideraba las raíces de la música americana como una zona para explorar, porque nuestras aproximaciones al tema eran a través de las diluidas versiones de la FM de los años setenta. Yo estaba vacunado contra el blues blanco. Pero durante la gira ‘The unforgettable fire’ descubrí la ‘radio pública’, una extraordinaria institución de Estados Unidos. Allí escuché por primera vez la música de Robert Johnson, Howling Wolf, Hank Williams, Lefty Frizzell y otros cantantes y músicos pioneros de blues y country. De pronto me di cuenta de que era el momento de tomar otro aire”.
Pero según el guitarrista, los músicos de blues no fueron los únicos autores estadounidenses que fascinaban a los irlandeses: “Bono había estado leyendo a Flannery O’Connor y Truman Capote. Yo había leído a Norma Mailer y Raymond Carver. Habíamos caído en el hechizo de América, no en la realidad televisiva sino en el sueño, en la versión de América sobre la que tanto hablaba Martin Luther King. El lenguaje de los escritores americanos golpeó de forma especial a Bono. El tipo de imágenes y la calidad cinemática del paisaje americano se convirtieron en un punto de partida”.
Pero para Bono, aquella pasión por la cultura estadounidense tenía una reverso que no le gustaba tanto: “Mientras mantenía este romance con la literatura americana, al mismo tiempo me daba cuenta de lo peligrosa que resultaba la política extranjera estadounidense para los países de su alrededor, con la brutal presión a los sandinistas como ejemplo. Entonces, empecé a dibujar dos Américas, la mítica y la real. Era una época llena de avaricia en Wall Street, botón pulsado, ganar ganar, ganar, sin lugar para los perdedores. Nueva York estaba en quiebra. Era una dura realidad para Estados Unidos y también para el sueño americano”. El proyecto que Bono tenía en su cabeza lo definió provisionalmente como “The two Americas”: “Quería describir esa era de prosperidad, de ahorro y de escándalos con los préstamos como una época de sequía espiritual. Empecé a pensar en el desierto, y se me apareció una imagen exacta de dónde me encontraba; una persona un poco descentrada en la vida emocional pero muy despierta como escritor y comentarista de lo que veía a mi alrededor”.
Mientras preparan el disco, la banda se lanzó a viajar en autocar por Estados Unidos acompañados por el fotógrafo Anton Corbijn para tomar algunas instantáneas y, según Larry Mullen Jr., descubrir la América con la que siempre habían soñado: “Ése fue un auténtico y educativo viaje por carretera. La América que yo había conocido hasta entonces se limitaba al interior de los autobuses, en los viajes entre concierto y concierto, de ciudad en ciudad. Me gustaba, pero sabía que existía otra América fuera de todo eso. Me imaginaba la América cinematográfica, la de antes, la del desierto, los vaqueros y todas aquellas buenas historias. (…) Ésa fue la primera vez que descubrimos esa cara del país, los espacios abiertos, sin restaurantes de comida rápida”. En aquel viaje la banda no solo descubrió aquella América dibujada en el cine, también encontraron el título para el álbum que estaban preparando, como comentó The Edge: “Llegamos a la altura de San Francisco, donde encontramos una ciudad fantasma llamada Bodie, y bajamos hasta Death Valley, Zabriskie Point y un montón de otros pequeños lugares que encontramos por el camino. Durante uno de los trayectos, nos pusimos a hablar de las plantas y le preguntamos al conductor qué eran aquellos cactus tan extraños que poblaban en paisaje, y él nos respondió: ‘Son árboles de Joshua’. Creo que Bono dijo: ‘Qué nombre tan interesante. Vamos a hacernos unas cuantas fotos con árboles de Joshua’. Fue todo muy espontáneo”.
“The Joshua tree” fue publicado en 1987. Su primer single, ‘With or without you’, sería uno de los temas más reconocibles de la banda, una pieza que Mark Chatterton considera en su libro “U2. Más que una banda de rock” (Ediciones Robinbook) que tiene todos los ingredientes de una canción típica del grupo: “Un ritmo encadenado de Larry y Adam que se confunde con la magnífica guitarra de The Edge, y una buena letra escrita por Bono”. Para la composición de las canciones del disco, el vocalista comenzó a tomarse más en serio la redacción de las letras: “Empecé a darme cuenta de que las letras de los primeros cuatro álbumes no eran realmente letras, eran esbozos. Yo no era escritor, era pintor, o emocionador o gritador. Casi me daba miedo escribir, era muy indeciso. (…) Con ‘The Joshua tree’ pensé que sería mejor escribir algunas letras. Cada vez leía más, así que tomaba más conciencia de las palabras. Desarrollé una especie de enamoramiento por los escritores y empecé a sentirme como uno de ellos”. Muchas de las canciones se vieron influidas por sus viajes previos. La letra de ‘Where the streets have no name’ fue escrita en Etiopía y ‘Bullet the blue sky’ y ‘Mothers of the disappeared’ estaban influidas por su visita a Nicaragua y El Salvador. La política exterior de Ronald Reagan estaba en el punto de mira del cantante.
El disco se convirtió en un éxito y los músicos estaban orgullosos del trabajo realizado. Adam Clayton era consciente de la importancia de “The Joshua tree” para el grupo: “Sabíamos que habíamos hecho un disco que llegaba donde no llegaban otros discos. Fue una época emocionante”. También Larry Mullen Jr. recordó satisfecho lo que el álbum supuso: “Visto en perspectiva, todo nos iba realmente bien, progresábamos gradualmente, a veces muy despacio, pero siempre en la dirección adecuada. De pronto “The Joshua tree” llegó al número uno en América y se mantuvo durante nueve semanas. Después ‘I still haven’t found what I’m looking for’ también llegó. Salimos en la portada de la revista ‘Time’. Ya no tendríamos más la necesidad de conquistar América. De repente estás en un lado de la valla, y al momento siguiente te han catapultado al otro lado. Era el sueño de muchos grupos; nosotros éramos el grupo”.
Misión cumplida. U2 se había metido finalmente a Estados Unidos en el bolsillo. Sin embargo, con todo el esfuerzo y el trabajo que había conllevado la realización del álbum, Bono había descuidado sus compromisos familiares: “Una de las cosas que me pasaba en aquella época era la colisión en mi mente de dos conceptos: ¿ser fiel a mi arte o ser fiel a mi amante? ¿Y si ambas posibilidades estaba reñidas? Aparecía el don artístico versus la responsabilidad doméstica”. Y es que con tanto ajetreo para la preparación del disco, el cantante había olvidado apuntar en su agenda que el día 23 de marzo tenía un asunto familiar. Era la fecha del cumpleaños de su esposa, Ali Hewson [en la foto], con quien contrajo matrimonio en 1982. Por supuesto, a la mujer no le hizo ni pizca de gracia que su marido no se hubiera acordado de felicitarla. Así que Bono, para salir airoso de la situación, en lugar de regalarle flores o bombones con retraso, prefirió solucionarlo a su manera y dedicarle una canción como disculpa: ‘Sweetest thing’. El tema no se incluyó en “The Joshua tree”, ya que estaba alejado del concepto del disco, y quedó relegado como cara B del tercer single del álbum, ‘Where the streets have no name’.
Sin embargo, la canción fue rescatada en 1998 y la banda grabó una nueva versión que incluyeron en su primer recopilatorio, “The best of 1980-1990” (1998), y que sirvió como single para promocionar el álbum de grandes éxitos. Para que la canción fuera todavía más dulce, el single venía acompañado de una chocolatina. Por su parte, Alison Hewson pidió que todos los beneficios obtenidos por el single fueran donados a la organización humanitaria Chernobyl Children’s Project International.
La propia Alison apareció en el comienzo del videoclip, dirigido por Kevin Godley. En él, la mujer, con rostro escéptico, se sube a un carro tirado por caballos que recorre las calles de Dublín. El vídeo está grabado desde la perspectiva de Ali Hewson para comprobar hasta dónde es capaz de llegar su marido para pedirle perdón y lograr su reconciliación. A un Bono con ojos de cordero degollado le acompañan el resto de la banda, el grupo Boyzone, el boxeador Steve Collins, el hermano de Bono vestido de cocinero, una banda de música, un grupo de danza tradicional irlandesa, un par de bomberos cachondos, marionetas, cabezudos, zancudos y hasta un elefante. Una colección de momentos que no se sabe muy bien si causan risa o vergüenza ajena. Cuesta creer que entre la publicación de la canción original en 1987 y el vídeo de 1998, Ali Hewson continuara enfadada con su marido, pero seguro que a Bono, por muy repleta que tenga su agenda, no se le ha vuelto a olvidar esta apuntar esa fecha.
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