“Yo no creía mucho en ‘Satisfaction’ cuando la grabamos. Llevaba entonces una armónica, y se consideró a la canción una buena cara B o quizá un tema de elepé”
Una noche de 1965, Keith Richards echaba una cabezada hasta que se despertó de repente. Algo rondaba en su cabeza mientras dormía. Una melodía surgida en sueños se convertiría en ‘Satisfaction’, el tema que catapultaría a la fama a los Rolling Stones.
Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.
Si James Bond siempre dormía con su pistola debajo de la almohada, Keith Richards no podía irse a la cama sin tener su grabadora cerca. Una noche de mayo de 1965, el guitarrista dormía plácidamente en una habitación del hotel Fort Harrison en Clearwater, Florida, hasta que algo le desveló. Al igual que Martin Luther King, Keith había tenido un sueño que le cambiaría la vida. O más bien, había soñado una melodía. Richards se incorporó, cogió su guitarra y apretó el botón de la grabadora que tenía a mano. Después de registrar aquel sonido que le había despertado, volvió a caer en los brazos de Morfeo. Así, entre cabezada y cabezada, Keith Richards soñó con un riff y compuso ‘Satisfaction’. Aunque, a la mañana siguiente, ni siquiera recordaba haberlo hecho: “No tenía ni idea de que la había compuesto, me di cuenta gracias a la grabadora de casetes Philips porque, de puro milagro, se me ocurrió fijarme en ella esa mañana y recordaba perfectamente que había puesto una cinta nueva la noche anterior y ahora la cinta estaba al final. Así que la rebobiné hasta el principio y ahí estaba ‘Satisfaction’: solo era un bosquejo muy primitivo, el esqueleto de la canción, y por supuesto que no tenía ese ruido característico porque la había hecho con la acústica. Luego también había cuarenta minutos de ronquidos, pero la estructura básica era cuanto necesitaba”.
Después del inspirador sueño, Keith Richards puso en común con Mick Jagger aquel esbozo musical. El bajista Bill Wyman atribuyó a Jagger el bautizo de aquel riff: “Por la mañana, Mick dijo que las palabras eran ‘I can’t get no satisfaction’”. Este título provenía de un verso de la canción de Chuck Berry ‘Thirty days’. Con el riff y el título, el tándem Jagger-Richards se puso manos a la obra para componer el tema completo. Según Keith, esta era su forma habitual de trabajar entre los dos: “‘Satisfaction’ es un ejemplo típico de la colaboración que había entre Mick y yo por aquel entonces: yo diría que, en general, yo creaba la canción y la idea general y Mick hacía el trabajo duro de ponerle cara y ojos y hacer que sonara interesante”. El resultado fue una letra llena de frustración y una crítica al consumismo imperante que los Stones encontraron en sus giras en Estados Unidos. Resulta irónico que Mick Jagger realizara una crítica a la sociedad de consumo, pero los sentimientos del Jagger de veintidós años eran por aquella época muy diferentes. También había una cierta insatisfacción sexual en la letra de la canción que se intentó disimular en la sala de mezclas bajando la pista de la voz de Mick para evitar posibles problemas con la censura.
La primera grabación del tema se realizó de forma acústica en los estudios Chess de Chicago, pero la canción fue cogiendo forma días más tarde en los estudios RCA de Hollywood. No obstante, Keith no estaba del todo satisfecho con el resultado: “Yo no creía mucho en ‘Satisfaction’ cuando la grabamos. Llevaba entonces una armónica, y se consideró a la canción una buena cara B o quizá un tema de elepé”. No obstante, la banda sometió el tema a votación para decidir si se convertiría en el siguiente single del grupo. Solo recibió dos votos en contra, el de Mick y el del furioso Keith: “Para mí sonaba como una maqueta. No me sentía emocionado con aquello. La noche que lo escribí en el motel, realmente me interesaba, pero el interés se había desvanecido. No quería que se editara”.
La razón por la que Richards no estaba contento con la grabación se debía a la distorsión de la guitarra: “La canción era demasiado básica, y lo del ‘fuzz’ con la guitarra me parecía un truco barato”. Lo que en realidad Keith imaginaba en la canción era una buena sección de viento que llevara el acompañamiento: “En ‘Satisfaction’ yo toqué aquel famoso fragmento de guitarra con el efecto ‘fuzz tone’ con la intención de hacer notar que allí había que poner unos vientos y que debían hacer esa frase”. De hecho, cuando Otis Redding lanzó una versión de ‘Satisfaction’ meses después, Richards elogió el sonido clásico de la Stax empleado: “Otis Redding acertó cuando la grabó, porque en realidad es un riff de vientos”. Otra razón por la que Keith Richards no quería publicarla era el parecido que encontraba con los temas ‘Dancing in the streets’ y ‘Nowhere to run’ de Martha & The Vandellas.
Siempre consideró que ‘(I can’t get no) Satisfaction’ era un tema sin acabar y cuando se enteró de que el mánager de la banda, Andrew Loog Oldham, había lanzado el single sin avisar a los músicos, Richards se escandalizó: “Al principio yo estaba espantado porque para mí aquello era todavía una versión de mezcla, ¡pero a los diez días de estar en la carrera éramos número uno en todo el país! Fue el disco del verano de 1965, así que no le voy a poner peros, y además aprendí una lección: que a veces puedes pasarte elaborando las cosas, que no todo está diseñado para tu gusto y solo el tuyo”. Finalmente, hasta Keith acabó reconociendo cierta satisfacción en el resultado: “A veces, los esbozos del pintor son mejores que el cuadro final”.
Después de que ‘(I can’t get no) Satisfaction’ se publicara en Estados Unidos como single, con ‘The under assistant west coast promotion man’ como cara B, el tema fue incluido en la versión americana del álbum “Out of our heads” (1965). En el Reino Unido la cara B fue ‘The spider and the fly’, pero ‘Satisfaction’ quedó fuera de la versión británica de “Out of our heads”, ya que las ediciones inglesas no acostumbraban a incluir temas que eran lanzados como sencillos. No hace falta decir el impacto que ‘(I can’t get no) Satisfaction’ supuso en el mundo del rock y en la carrera de la banda. Mick Jagger lo explicó a la perfección: “Fue la canción que realmente puso en el mapa a los Rolling Stones. ‘Satisfaction’ nos hizo pasar de ser un conjunto normal a ser uno enorme, gigantesco. Siempre necesitas una canción. No éramos americanos, y Estados Unidos era lo que contaba, y siempre quisimos tener éxito allí. Fue muy impresionante la manera en que la canción y la popularidad del conjunto se establecieron en todo el mundo”. Gracias a este tema, según Keith, los Stones empezaron a descubrir el precio del éxito: “Tener un número uno te exige sacar otro muy rápido, si no enseguida empiezas a perder fuelle. Por aquel entonces, se esperaba de ti que hicieras las canciones una detrás de otra como si nada. De repente, ‘Satisfaction’ era número uno en todo el mundo y Mick y yo nos mirábamos (‘esto marcha’) y enseguida venían a aporrear la puerta (‘¿dónde está la siguiente?, tiene que estar en cuatro semanas’), eso estando de gira y haciendo dos bolos diarios. Había que sacar un nuevo single cada dos meses, tenías que tener siempre otra bala en la recámara y además que fuera un sonido nuevo”.
Sin embargo, para el guitarrista, la composición de un tema es algo natural, casi etéreo: “‘Satisfaction’ fue el mayor éxito que hemos tenido nunca, y me vino así de sopetón, ya estaba en la cinta antes de que me diera cuenta. La gente dice que escribe canciones, pero en cierto modo eres algo parecido a un médium. Tengo la sensación de que todas las canciones del mundo están flotando por ahí, y tú tienes una antena, o lo que sea. Han pasado muchas cosas misteriosas. Una canción entera aparece de la nada en cinco minutos, con la estructura completa, y tú no has hecho nada. Estás tocando, aburridísimo porque no está pasando nada, y te vas a fumar un canuto o algo y… ¡hey, ahí está! Como si alguien hubiese sintonizado la radio y lo hubieses pillado. Alguna gente cree que lo bueno es lo difícil, pero muchas veces es la cosa más fácil. Aparece y desaparece con tanta rapidez que la gente te lo tiene que decir. Tú ni siquiera lo has visto”.
Keith Richards siempre estuvo agradecido a aquella grabadora que estaba en el lugar preciso en el momento preciso: “No habría existido si no hubiese tenido esa pequeña grabadora con la que tocaba tanto rato seguido. Fue una bendición para mí porque nunca me vi componiendo durante largas horas y eso. Para mí las melodías son una sensación, una intuición”. ¿Y qué sucedió con aquella grabación de unas simples notas y unos cuarenta minutos de ronquidos?
“Conservé esa cinta durante un tiempo, y desearía haberla guardado, la verdad”. Aquella cinta hubiera sido una preciada pieza de coleccionista, pero qué más da que se perdiera; gracias a ella los Rolling Stones comenzaron a rodar.
–
Anterior entrega de ‘Dear Prudence’, la canción de autoayuda de los Beatles.