Luis Lapuente, el Doctor Soul, ha elaborado este listado de temas que sirve como banda sonora esencial de su imprescindible “El muelle de la bahía. Una historia del soul”, el enciclopédico libro en el que relata la historia de la música negra como nunca antes se había hecho.
Selección y textos: LUIS LAPUENTE.
‘(Sittin’ on) The dock of the bay’ (Otis Redding)
Como le ocurrió a Sam Cooke, tampoco Otis Redding pudo atisbar lo que insinuaba esta deliciosa canción póstuma, casi una oración panteísta que explica lo que significaron en sus años de gloria una música (el soul), una discográfica (Stax Records) y un artista (el propio Otis) que hoy ya son leyenda del siglo XX.
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‘Please Mr. Postman’ (The Marvelettes)
La canción prototípica de los grupos de chicas de mediados de los sesenta: arreglos coquetos, voces casi adolescentes y coros emocionados, canciones de amor con una melodía arrebatadora. Prueba de la gran influencia que ejerció el soul en The Beatles, The Rolling Stones y demás grupos de la eclosión beat. Fue el primer Top 1 de Motown en las listas USA de pop.
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‘People get ready’ (The Impressions)
Una canción mágica, pura efervescencia lírica, embellecida por el dulce falsete de Curtis Mayfield, que sirvió de banda sonora para el Movimiento por los Derechos Civiles. El paradigma más excelso del soul dulce y sofisticado de Chicago en la voz del trío que mejor representó aquel sonido.
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‘A changes is gonna come’ (Sam Cooke)
Sam Cooke grabó la canción que mejor definió el soul, pero murió antes de comprobar cómo se materializaba ese cambio que había profetizado. Emocionante y desgarradora, con lejanos ecos de Bob Dylan y de los viejos espirituales que Sam interpretaba al frente de The Soul Stirrers.
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‘What’d’ I say’ (Ray Charles)
Suele decirse que Ray Charles inventó el soul al juntar el gospel con el rhythm and blues en el tema ‘“I got a woman”’. Más aún en esta gema del soul carnal, donde el cantante parece copular con sus coristas (The Raelettes) en un febril intercambio de gemidos y aullidos de ida y vuelta.
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‘Reach out I’ll be there’ (The Four Tops)
La cumbre del soul sinfónico en el sentido menos pretencioso de la palabra, una melodía absolutamente única, una garganta privilegiada (la del líder de los Four Tops, Levi Stubbs), una orquesta en estado de gracia y toda la épica sentimental de las mejores grabaciones de Motown.
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‘Land of 1000 dances’ (Wilson Pickett)
La carne y la sangre del soul sureño sin domesticar en esta pieza portentosa que, en la voz de Wilson Pickett, parece un volcán en erupción, una fuerza desatada de la naturaleza, un tratado del blues acelerado más salvaje que pueda imaginarse. Y los músicos de Muscle Shoals por detrás, haciendo de las suyas.
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‘Chain of fools’ (Aretha Franklin)
Jerry Wexler, el más importante de los productores del soul, le pidió al malogrado Don Covay una canción para Otis Redding. Covay, grande entre los grandes, le compuso “Chain of fools” y Wexler, al escucharla, decidió cedérsela a su protegida Aretha Franklin, que la elevó a los altares del soul intemporal.
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‘Synthetic world’ (Swamp Dogg)
Swamp Dogg es el más iconoclasta y burlón de los dioses subterráneos del soul, un pianista y productor de Virginia responsable de algunos de los discos más brillantes, originales y comprometidos de la Era Soul. Esta es quizá su canción más redonda, una amarga crítica a las servidumbres del mundo moderno.
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‘Tipitina’ (Professor Longhair)
No es posible hablar de soul sin referirse a ese mosaico polícromo y febril que germinó en Nueva Orleans gracias a nombres como Dave Bartholomew, Allen Toussaint o The Meters. El padre musical de todos ellos fue el gran Professor Longhair, autor de la gloriosa “Tipitina”.
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‘I want you back’ (The Jackson Five)
Si hay una canción que explica la inmediatez contagiosa del soul, su deslumbrante capacidad de emocionar y su formidable vitalidad, esa es “I want you back”, el pelotazo escrito por The Corporation para unos jovencísimos Jackson Five que ya avisaban en 1969 de su trascendencia en la historia del género.
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‘Get on your knees’ (Los Canarios)
El soul también tomó forma fuera de la geografía norteamericana, germinó en un prodigioso sarampión que llegó a calar con fuerza en la España del tardo franquismo. Ejemplarmente, en este prodigioso llena pistas de Los Canarios, reivindicado en los circuitos del northern soul.
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