L.A.: Carretera hacia el sueño americano

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“Soy muy fan del Lo Fi, ese sonido natural, sin mucho artificio. Me gusta el error, el arrastre de las cuerdas, el fallo en el acorde, el golpe mal dado en la caja… eso me gusta mucho, lo hace más natural y creíble”

 

Quería dar un paso hacia delante sin romper con lo anterior. Cruzó el charco en busca del sonido que quería, pero sin perseguir la perfección, sino la naturalidad. Y parece que le ha funcionado. Sara Morales entrevista a Luis A. Segura, alma mater de L.A.

 

 

Texto y fotos: SARA MORALES.

 

 

El pasado 26 de mayo vio la luz el esperado cuarto álbum de estudio de L.A., «From the city to the ocean side» (Octubre/Sony Music, 2015). Día de euforia para todos los acólitos del «american sound» facturado en casa, y para el que Luis A. Segura –capo de la banda mallorquina– había preparado un showcase exclusivo en los estudios de Sony, su nueva discográfica. Una hora antes de llevar al acústico cuatro de estos nuevos temas, llegamos juntos a la conclusión de que, aunque subversivo, urbano y melancólico, es un disco alegre. Por haber alcanzado con él altas cotas de su obsesión por América, sus sonidos y esos ambientes que siempre le han fascinado y ha perseguido desde sus inicios. Que aunque encierra temas oscuros como ‘In Gold’ – por cierto el primero en concebirse–, el dogma del western rock resplandece más que nunca en estas doce canciones.

Una vuelta al motel de carretera conducidos por este fiel de Pearl Jam, educado en la religión de la beatlemanía, que al preguntarle por la mejor canción de su repertorio se desmarca eligiendo una inédita grabada en su móvil, que me invita a escuchar. Inolvidable regalo de dos minutos, a manos de un rebelde desaliñado capaz de surcar los mares con su voz y una guitarra.

 

Este cuarto disco tiene más sabor americano que nunca. Lo has conseguido.
Sí, y estoy contento de eso. Es un sonido que he visto muy claro desde hace muchos años. Son muchos años de escuchar música americana, de escuchar esa producción, esas guitarras acústicas, esas cajas… Me he parado durante mucho tiempo a absorber todas esas influencias, esos arreglos.

 

¿Cuándo comenzó tu cruzada americana particular?
Durante la grabación de «Heavenly hell» (2009), que es el disco para el que más medios tuve, me di cuenta de que, aunque estaba de puta madre y se puso todo el empeño, no terminó de sonar como yo quería que sonase. Yo quería unas texturas que no conseguíamos. Fue cuando firmé con Universal y ellos me dijeron que este disco había que mezclarlo y tenía que pensar qué hacer con él. Yo les dije claramente que me quería ir a América, mezclarlo y grabarlo allí con Nick Didia y Brendan O’Brien, donde han grabado Bruce Springsteen, Pearl Jam… Yo sé cómo suena esa mesa, y eso era lo que quería. Le envié a Nick las pistas del tema ‘Hands’ para que trabajara sobre ellas, y cuando me la devolvieron mezclada y vi cómo sonaba…¡Uf! ¡Ya está, ya lo tengo!

 

¿Qué tiene aquello que tanto te ha enganchado a nivel sonido y a nivel estético, que se ve reflejado en este disco y en tu música?
Durante muchos años perseguí esa imagen de “Twin Peaks”, esa ficción que nos han vendido. ¡Pues no es ficción! Son localizaciones y pueblos reales. ¡Todo es verdad, es así, es América! Y llegar a estar allí, es algo que desde pequeño me ha gustado por las películas (“Los Gremlins”, “E.T”…), y darme cuenta de que todo ese ambiente existe de verdad y que la gente vive en esas urbanizaciones, y en esos lugares, con el «post office», «el sheriff»… Yo conozco solo una pequeña parte, pero puedo decir que es un país maravilloso, aunque tenga sus cosas negativas como tenemos aquí, claro.

 

¿Sientes que estás en el tiempo y el lugar equivocado? ¿Estarías mejor en la América de los años 70?
¡Me gustaría ir! Si algún día se pueden hacer viajes al pasado, me gustaría pasarme por allí un par de días (ríe). Pero la vedad es que estoy bien donde estoy, tengo la suerte de poder estar en mi casa en Mallorca con mi familia, que es lo más maravilloso del mundo, y de escaparme a correr fiestas en estudios de puta madre, tocar en sitios increíbles y conocer gente a la que admiro.

 

¿Es cuestión de suerte entonces?
Es suerte, es trabajo, es dedicación, es amor, es pasión…

 

Innegable y abrasador el éxito que tuvisteis con «Dualize», vuestro álbum anterior. ¿Esto crea presión de cara a este nuevo trabajo?
No. He visto más preocupada a la gente de mi alrededor, me decían que iba a ser complicado superar «Dualize» porque es un disco muy bueno, pero ahora están flipando con este también. El secreto está en que esto no me obsesiona, no premedito nada, ni busco molar.

 

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“Aquello es increíble. Coger la carretera, ir dejando atrás el bullicio de la ciudad y empezar a encontrarte con unos paisajes impresionantes e idílicos de secuoyas milenarias, las olas del mar chocando en un acantilado…”

 

Vamos a centrarnos en «From the city to the ocean side». Parece que con el título ya estés describiendo cómo es tu vida: Mallorca, California, del centro de la urbe a la orilla del mar…
Tiendo a hacer eso sin darme cuenta, ya me ocurrió en «Heavenly hell», también con «Slnt Flm» y con «Dualize». Ahora este «From the city to the ocean side» define cómo ha sido mi último año. Tanto mi estancia en Los Ángeles con mi rutina de allí, que para ir al estudio tengo que ir del centro a la costa, como mi vida en Mallorca. Yo vivo en la costa y para cualquier cosa hay que ir al centro. Eso sí, el mar siempre está presente, yo necesito mucho el mar.

 

Entonces la influencia de Big Sur, entorno donde ha tenido lugar buena parte de la concepción del disco, es evidente en el resultado final de su sonido.
Totalmente, ha influido todo. Aquello es increíble. Coger la carretera, ir dejando atrás el bullicio de la ciudad y empezar a encontrarte con unos paisajes impresionantes e idílicos de secuoyas milenarias, las olas del mar chocando en un acantilado… Matt Wignall, mi productor, llevaba años diciéndome de ir allí, y al final lo hemos hecho para este disco. Cogimos el coche y junto con Kyle Krone, nos hicimos nuestro propio trip de desconexión. Fueron los días que dieron forma al disco.

 

¿Se puede considerar entonces un road-album?
Sí, la verdad es que sí. El proceso de grabación se inicia con la misma inercia que he llevado desde que salió «Dualize» en 2013 hasta que me vi en abril de 2014 en el estudio de Matt. No he parado: aviones, retrasos, furgoneta, carretera… De repente un día paro, arranco este nuevo disco y me vuelvo a meter en la carretera para escribirlo, que es ese viaje a Big Sur.

 

Ahí quería llegar, al tema de las letras, canciones que son pequeñas historias.
Las letras en sí no hablan de nada real. Ha sido la primera vez que hacemos pequeñas novelas de ficción, cada canción tiene sus personajes, su historia… Todo el disco se escribió como en una mesa de creadores de series de HBO (ríe).

 

Podrías llevar el álbum a la tele.
Sí, pues no estaría mal. Se podría hacer una buena serie de doce capítulos, pero creo que esa idea ya la ha hecho Dave Grohl.

 

¿Entonces no hay nada de autobiográfico en este nuevo trabajo, con la cantidad de cosas que te han pasado a nivel personal?
Sí, claro, la inspiración también viene motivada por haber sido padre, la locura de las giras y estar lejos de casa tanto tiempo, echar de menos a mi familia, la soledad…

 

Dicho así, parece que no compensa mucho este ritmo de vida.
Es muy duro, muy duro, y lo va a ser más. Ahora en octubre voy a ser padre otra vez, de una niña, y va a ser incrementar el sufrimiento de la distancia, pero tengo la suerte de tener a mi lado a una chica que lo entiende a la perfección y lo que quiere es que yo sea feliz. Es muy duro, pero al final compensa.

 

La compenetración con tu productor, Matt Wignall, con Kyle Krone y toda la gente con la que has dado allí ha sido total. ¿Cómo ha sido dar vida a algo entre tantas cabezas pensantes?
Ha sido genial, y eso que al principio era muy reacio a que el proceso creativo estuviera abierto a tantas personas. ‘Higher place’, de hecho, la escribimos entre siete personas en Santa Bárbara, alrededor de una hoguera; un brainstorming total que al principio veía inviable, pero que ha resultado ser lo mejor y he aprendido muchísimo. Es genial rodearse de intelectuales, de gente que se deja empapar por la música, el arte… Ha sido un proceso muy loco, sin orden. Todo comenzó accidentalmente, fue surgiendo, sin estar premeditado. Pero todo ha encajado perfectamente y el resultado es este disco.

 

Un resultado que, incluso a nivel estético, choca bastante con el resto de portadas a las que nos tenías acostumbrados. ¿Matt ha sido también el cerebro del arte del disco, no?
Sí. Yo estaba un poco cansado de verme siempre igual, con el mismo pelo… Hay veces que me apetece salir en la portada y hay veces que no; pero esta vez sí me apetecía, quería dar la cara y quería hacer algo diferente. Una amiga punky de Matt que tiene una peluquería me tiñó de rubio y empezamos con las fotos. Tuvimos claro desde el principio que esa iba a ser la foto. Es una portada guarra, hay manchas, hay arrugas… Tiene un rollo muy urbano. Nos define muy bien a Matt y a mí. Me gusta lo desgastado, lo vintage, lo roto y lo viejo. Y el disco suena un poco así también.

 

Sí, de hecho el tema ‘In America’ suena un poco a retro. Voz enlatada, juego de estereos, es sucia, incluso. ¿Intencionado?
Sí, es que el pasado musical me influye también: el soul, el rock clásico, también cosas nuevas que escucho, gente con la que he trabajado… Soy muy fan del Lo Fi, ese sonido natural, sin mucho artificio. Creo que me quedé empachado con «Heavenly hell» y no he vuelto a repetir ese sonido. Me gusta más el error, el arrastre de las cuerdas, el fallo en el acorde, el golpe mal dado en la caja… eso me gusta mucho, lo hace más natural y creíble.

 

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“No es un disco de derrota, yo creo que es más un disco alegre, aunque mi música siempre ha tenido ese punto de melancolía”

 

¿Y qué te llevó a elegir ‘Secrets undone’ como single? Imagino que no fue fácil decidir entre tanta perla.
Era la que me parecía más directa, la vi muy clara. Es una canción sencilla, son cuatro acordes, pero los teclados y la atmósfera de la canción me pareció que eran diferentes a lo que había hecho antes y me pareció que estaba bien para presentar lo nuevo sin romper muchos esquemas. Un paso hacia adelante, sin romper con todo lo anterior. Así es en definitiva «From the city to the ocean side».

 

¿Por eso arrancas el disco con «Living by the ocean», no? Es la más parecida a todo lo anterior, y es un buen punto de partida en esta transición.
Sí, es normal que te suena a «Dualize». Además es una canción que ya desde el principio sonaba a intro, por la forma de ir introduciendo los instrumentos, el tempo… De hecho, creo que va a ser la canción con la que abra los directos de la gira.

 

También hay momentos más apacibles en ‘Higher place’, y esa puesta en marcha de un registro más con tu voz en agudo. ¿Con ella introduces nuevos instrumentos a tu paleta, verdad?
‘Higher place’ es mucho más low, más tranquila. Tenía muy presente una cosa que dijo una vez Steve Jordan, productor con miles de Grammys: «Dame una buena melodía y un buen sonido de caja y yo te hago un hit». Teniendo esto muy en cuenta, mi obsesión con esta canción era eso: una buena melodía, un buen sonido de caja y el saxo. Esos tres elementos tenía que cuidarlos mucho, y lo conseguimos.

 

Folk y bluegrass abierto en canal con la intimista ‘Ordinary Lies’. Acertada decisión meterla en el disco: sobrecoge y es necesaria. ¿Valentía por tu parte?
Es arriesgado meter una canción así, y encima meterla justo después de ‘In America’. Es una de esas canciones que me salieron en el estudio, como tengo otras tantas, que duran dos minutos, sin artificios, sin mucha historia, y que están ahí y son momentos íntimos de mi vida. La toqué, a Matt le gustó y para adelante. Nada, a base de un micro, guitarra y voz, y además el resultado es la toma uno, tal y como salió se quedó. Ya está.

 

Es este tipo de canciones las que hacen que tu música, y este disco, suenen nostálgicos. Sin embargo, hablas de él como un álbum alegre.
No es un disco de derrota, yo creo que es más un disco alegre, aunque mi música siempre ha tenido ese punto de melancolía. Pero te digo una cosa: el momento en el que he escrito el disco es un momento fabuloso para mí, soy padre, voy a ser padre otra vez, me van bien las cosas, viajo mogollón, tengo una banda maravillosa, un sello enorme detrás…

 

Por cierto, ¿qué tal el trabajo con Sony?
Muy bien. Cuando trabajé con Universal pasé de la más absoluta independencia a firmar con una multi. En ningún momento me cortaron las alas, me dieron el empujón para empezar a trabajar a nivel nacional y salir de Mallorca. En ningún momento me obligaron a hacer nada que no quisiera hacer. Y ahora con Sony todavía mucho mejor, porque tengo lo bueno de una multi detrás, y lo bueno de la independencia, que es decidir lo que quiero. Les gusta el disco, les gusta lo que propongo. Estoy encantado.

 

Espero que, pese a este gran salto que te mereces y os merecéis, sigamos viendo a L.A. en las pequeñas salas de rock.
Todos los miembros de la banda venimos de ahí y en el fondo es donde empezó todo, donde realmente nos encanta estar y lo pasamos de puta madre. Eso no lo vamos a perder nunca, prometido.

 

 

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