CINE
“Un espectáculo visual de los que realmente valen la pena”
“Kubo y las dos cuerdas mágicas”
Travis Knight, 2016
Texto: ELISA HERNÁNDEZ.
“Kubo y las dos cuerdas mágicas” es la nueva película del estudio responsable de maravillosas y tenebrosas obras como “Coraline” (Henry Selick, 2009) y “El alucinante mundo de Norman” (Chris Butler y Sam Fell, 2012). Como en aquellas, Laika Entertainment demuestra una vez más que no hace falta ser complaciente para hacer un buen filme y que son capaces de alejarse de los clichés asociados a la animación más convencional, de todos esos típicos tópicos que en innumerables ocasiones encontramos en los trabajos en principio destinados a públicos infantiles (bueno, en el resto de producciones también, para qué engañarnos). Así, vuelven a brindarnos el enorme placer de disfrutar de una historia original, atrevida y única, que no tiene miedo a reinventar las estructuras narrativas clásicas ni a resultar demasiado oscura. De hecho, aquí se abraza el lado dramático y sombrío de lo ocurrido en lugar de ocultarlo en favor de un tono más edulcorado, lo que hace que el filme resulte todavía más especial.
La aventura de Kubo recurre al fascinante Japón medieval para crear sobre este contexto un mundo fantástico y una mitología propia llena de personajes curiosos y fascinantes que no caen en manierismos o excesos teatrales, sino que son, sobre todo, poéticos. En su manera de actuar, de moverse y simplemente de aparecer en pantalla. Porque aunque la historia narrada sería más que suficiente para considerar esta película como una buena obra, la verdadera magia de “Kubo y las dos cuerdas mágicas” está en lo magnífico de las imágenes creadas a partir de la animación stop-motion complementada con efectos digitales. Una gran variedad de bellos paisajes se llenan de singulares detalles, brillantes y llamativos colores y soberbias texturas en el mundo que se desarrolla ante nuestros ojos. La combinación del trabajo más artesanal con la tecnología más puntera da un resultado maravilloso nunca antes visto en el uso de esta técnica de animación y que constituye un espectáculo visual de los que realmente valen la pena. Se trata, además, de un espectáculo al servicio de una narración cuidada, coherente y original, una combinación que no siempre resulta fácil de encontrar.
El propio Kubo nos avisa, al inicio de la película, “si han de parpadear, háganlo ahora”. Mi consejo es que se le haga caso. Nadie debería perderse ni un solo detalle de todo lo que viene a continuación.
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