«Son ‘Love gun’ y el posterior en vivo ‘Alive II’ los álbumes que marcan el fin de la grandeza de Kiss antes de desmembrarse»
Kiss reeditan “Love gun” uno de sus mejores discos y nosotros aprovechamos para desmenuzarlo. Si las pinturas te suponen un problema, atiende a la sabiduría de Mick Jagger: “Lo sé, es solo rock and roll pero me gusta”. Pues eso.
Texto: JUANJO ORDÁS.
En 1977 estallaría el punk y todo lo que queráis, pero Kiss estaban en la cresta de la ola como tantos otros que nada tenían que ver con el supuestamente exterminador movimiento. Curiosamente, contraponer Kiss al punk pone de relieve las razones por las que el grupo norteamericano se ganó millones de seguidores a la par que no consiguió convencer a tantos otros. El uso del maquillaje y efectos especiales en sus conciertos alejaba a aquel público que precisara un mayor estímulo intelectual que seguramente sí iba a encontrar en el punk, pero es que Kiss era otra cosa. Como conjunto, ejemplifican el sueño estadounidense, y como showmen norteamericanos, la grandilocuencia fue parte de su razón de ser. Mientras el punk ruge, la carrera de Kiss alcanza su mayor popularidad en Estados Unidos, habiéndose constituido como un fenómeno ampliamente demográfico gracias a un «merchandising» dirigido a consumidores de todas las edades, pero a nivel creativo también estaban en su mejor momento. Hacía dos años habían editado el millonario doble en vivo “Alive!” y a este le habían seguido dos de sus mejores discos, el cinematográfico y cuidadísimo “Destroyer” y el crudo “Rock and roll over”. Ahora era el momento de seguir volando alto con “Love gun”, continuando en la senda del rock and roll adictivo y divertido. Porque deseaban entretener y eran los mejores en ello. Mientras que otro número teatral yanqui como Alice Cooper poseía cierta intelectualidad, lo de Kiss era entretenimiento maravillosamente ligero.
Son “Love gun” y el posterior en vivo “Alive II” los álbumes que marcan el fin de la grandeza de Kiss antes de desmembrarse. No volverán a brillar así hasta que a mediados de los noventa la formación original se reúna con las pinturas de guerra puestas de nuevo, lo que hace de “Love gun” y del año 1977 un momento clave en la trayectoria de la banda. Dentro de lo que Kiss podían proporcionar –y dentro de lo que se esperaba de ellos–, “Love gun” era un nuevo no va más, un paso más en una carrera que por fin estaba proporcionando álbumes notables. Sus últimos discos ya eran de un empaque superior a sus primeros trabajos y aunque el carácter de “Love gun” derivaba de su antecesor, “Rock and roll over”, se trataba de otro paso más en la perfeccionamiento de un estilo y aunque, valga la redundancia, no fuera perfecto, si era otro álbum notable. Tenemos que tener en cuenta que Kiss son una banda circense en el mejor de los sentidos, pero con la trilogía formada por “Destroyer”, “Rock and roll over” y “Love gun” alcanzan una plenitud como grupo y compositores absolutamente meritoria, haciendo ver que debajo de su maquillaje y puesta en escena, se encontraban verdaderos músicos.
Es cierto que en “Love gun” la versión de ‘Then she kissed me’ era innecesaria (tal vez una cuestión de ampliar minutaje), igual que ‘Got love for sale’ era aceptable y poco más, todo ello en un disco de poco más de media hora de duración compuesto por diez temas, pero lo cierto es que los otros ocho eran absolutamente sensacionales y deben considerarse clásicos de Kiss, pero es que hay que ir un poquito más allá y comprender que también son ejemplos de escritura y confección de canciones. Claro que el mensaje era plano como un chicle, pero ahí están los comerciales riffs de guitarra, las estrofas cuadradas y los estribillos relucientes, no cabe duda de que eran unos maestros en su especialidad.
El sonido de Kiss era adaptable a distintos géneros musicales porque venía determinado por el estilo de sus componentes. Las complejas líneas de bajo de Gene Simmons, la melódica voz de Paul Stanley, el liderazgo compartido entre ellos dos, el «feeling» imperfecto del batería Peter Criss, los guitarrazos de un Ace Frehley influido por Hendrix. Y aún así, es sorprendente que canciones tan diversas como las de “Love gun” dieran forma a un disco tan sólido. ‘I stole your love’ era un inicio rock a lo Deep Purple que daba paso a una canción tan pop como ‘Christine sixteen’, ensuciada por la voz de Gene Simmons pero pop al fin y al cabo. Como hijos de su tiempo, ‘Got love for sale’ y ‘Shock me’ eran canciones de rock duro setentero, aunque es esta última la que brilla especialmente. No solo era la mejor canción del álbum, sino que suponía el estreno de Frehley como cantante, culminando la fantasía de ser una banda espiritualmente guiada por los Beatles, con cuatro personalidades distintas que ahora, finalmente, tenían sus propias canciones solistas. Frehley había sido el último miembro en atreverse a cantar, pero cuando lo hizo fue con un clásico como ‘Shock me’, un canto a la sumisión aunque nunca queda claro de quién. Era difícil seguir a un tema así, de hecho ‘Tomorrow and tonight’ no dejaba de ser un remedo glam atractivo pero menos imponente que ‘Love gun’, que no solo daba título al disco sino que suponía el sacar a pasear artillería de heavy metal. Es difícil que Kiss estuvieran interesados en dicho movimiento que aún estaba dando sus primeros pasos (Judas Priest, primeros estándares, llevan tres discos) y aunque cuando pierdan el norte en el futuro sí lo abordarán, aquí en realidad podemos decir que el riff al unísono de bajo, guitarras y batería emula una ráfaga de disparos acorde a su título, ‘Pistola del amor’. Desde luego, la temática es chabacana, no cabe ninguna duda atendiendo a versos como “No hay donde huir / has apretado el gatillo de mi pistola del amor”, pero a ver quién es capaz de dejar de tararearla. Es que se tararea hasta el riff y el solo de guitarra. Si había un cantante en el mundo capaz de cantar esto y aún así no sonar soez, ese era Paul Stantley. Su ambigüedad y gusto a la hora de entonar ‘Love gun’ impide que la canción suene vulgar, algo que habría ocurrido si el encargado de cantarla hubiera sido cualquier otro miembro de Kiss. Pero Paul tenía el toque adecuado para lo suyo, aunque también para lo de los demás. Era el más todo terreno de todos, era el que más fácilmente podría adaptarse a las canciones de los demás, aunque estos no estuvieran limitados a un coto, si eran de registros menos variados.
El batería Peter Criss dejaba su sello de soul callejero en la vigorizante ‘Hooligan’, era él quien había puesto voz al viejo hit single ‘Beth’ y también a otros clásicos de la banda como ‘Black diamond’ y ‘Hard luck woman’, por lo que esta nueva canción lo tenía complicado para hacerse un hueco en el repertorio popular, aunque fuera bastante potente, vibrante, feliz y enérgica. También clásica, algo que no era la más experimental ‘Almost human’ que en manos de Gene Simmons era más diabólica que inhumana. No es un tema famoso pero sí de los más interesantes de “Love gun”, por su sulfúrico ambiente, percusión relativa densidad. Era lógico colocarlo hacia el final de un disco que se relaja con la sencillez de la oda goupie ‘Plaster caster’ y la prescindible ‘Then she kissed me’.
La reedición del álbum es merecida, desde luego, y su disco adicional con rarezas bastante interesante. Hay seis maquetas inéditas que ayudan a comprender la forma de trabajar del grupo y a ampliar la perspectiva respecto al disco. Además, los tres temas en vivo que se incluyen aportan una óptica distinta a lo que realmente eran Kiss en directo, mucho más crudos que en sus retocados álbumes en escena. Precisamente y como ya hemos comentado, lo que siguió a “Love gun” fue el disco en directo “Alive II”, otra obra colosal al margen de trampas de estudio que les cimentó aún más como una potencia musical de primer orden. A partir de ahí, la caída. Permitirse editar un disco solista por cada miembro de la banda fue un impulso hacia la fragmentación y, de hecho, cuando se reagrupan para grabar un nuevo disco Peter Criss apenas participa y aunque el álbum “Dinasty” les proporcionó el clásico de la música popular ‘I was made for loving you’, la banda ya habría naufragado lejos del rock and roll. Los ochenta ya no serían gloriosos, pero oye, qué años setenta más entretenidos.