La edición del libro de Victor Bockris Keith Richards, Biografía desautorizada (Global Rhythm, 2009) y de algunas referencias discográficas ineludibles de los Rolling Stones, nos lleva a acercarnos a aquellas canciones en las que el mítico guitarrista sirve su alma por partida doble, tanto a las seis cuerdas como a la voz principal.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Conocido por su capacidad para construir canciones míticas, Keith Richards no solo ha aportado al universo del rock and roll su destreza como guitarrista, sino que también ha cantado memorables temas, tanto en los discos de los Rolling Stones como en los suyos en solitario. A continuación, ofrecemos las diez canciones imprescindibles con Keith a las labores vocales.
01. «Happy»
(Exile on Main St, 1972)
Con la única ayuda del productor Jimmy Miller a la batería y de Bobby Keys a la percusión, Richards registró la que quizá sea su canción más mítica a las tareas vocales. Sobre el corte inicial se añadirían pistas adicionales tales como los coros de Mick Jagger, la sección de vientos o los inspirados arreglos de Mick Taylor, pero da la sensación de que este himno bandido podría sostenerse perfectamente en su encarnación más básica. Es la desaliñada forma de cantar de Richards –más centrada en la emoción que en ninguna técnica– la que impulsa enérgicamente este rock and roll forajido.
02. «Thru and thru»
(Voodoo lounge, 1994)
La aparición de “Thru and thru” como tema clausura de temporada de la popular y brillante serie de televisión Los Soprano, hizo que muchos regresara a Voodoo lounge para rememorar una canción única. Solitaria, oscura, lenta y fantasmal (atentos a esos coros), “Thru and thru” cuenta con un final apoteósico, casi épico, mientras el bandido de corazón de oro –a la guitarra y al piano– sirve lealtad a su pareja en una declaración de intenciones.
03. «Before they make me run»
(Some girls, 1978)
El disco new wave de los Stones rompe su sonido vanguardista y pop con un nuevo rock bandolero en voz de un Richards acosado por las autoridades canadienses por consumo de estupefacientes (¡de ahí el título: “Antes de que me hagan correr”!). Afortunadamente, la justicia sería bondadosa con Keith y para la historia quedaría esta canción cuyo dinámico riff parece remitir a una verdadera huída, con Richards cantando sobre la marcha mientras cabalga su seis cuerdas. La producción de Some girls (irreprochable aún a día de hoy) permite que un tema tan directo como este tenga un interesante toque de moderna distinción gracias a sus depuradas guitarras y una producida batería que no restan brutalidad a la canción. El estribillo es delicioso y desordenado, claro.
04. «Little T & A»
(Tattoo you, 1981)
El Richards más descarado canta a su “pequeño rock and roll” con referencias a partes íntimas femeninas incluidas. Un canto a la nihilista vida rockera que emociona mediante una progresión de acordes pop a ritmo incandescente. En la parte final, el bajo de Wymann y la batería de Watts parecen incluso improvisar. Originalmente iba a ser incluido en Emotional rescue, aunque finalmente se volvió a trabajar para Tattoo you.
05. «The worst»
(Voodoo lounge, 1994)
Quizá en Voodoo lounge se encuentren las más profundas canciones de Keith Richards como cantante. En “The worst” regresaba el country (gran trabajo de Ronnie Wood al pedal steel) aunque en un formato próximo a la balada folk americana. Desde una perspectiva honesta (“Te dije desde el principio / Que soy el peor chico que se te podía acercar”), Keith interpreta de nuevo el papel de chico malo, aplacado por el tiempo pero implacable en lo sentimental. Las arrugas en la voz de Richards y su devoción por la música hacen de él, definitivamente, un interprete único.
06. «Big enough»
(Talk is cheap, 1988)
La calidez vocal con que Keith envuelve el tema que abría su primer disco en solitario es loable. Sí, se trata de un cantante limitado, pero con tal emoción en su interpretación que es capaz de abordar este vicioso funk soul con buena mano y maestría. Lento y sinuoso, Keith repta entre cada una de las silabas invitando al oyente a una fiesta oscura, tóxica y divertida. Su legendaria guitarra, unida a la demoledora base rítmica de Charlie Drayton y Steve Jordan fue combinación ganadora.
07. «You got the silver »
(Let it bleed, 1969)
Primera contribución vocal en solitario al repertorio Stone. La influencia de su amigo y camarada Gram Parsons se aprecia nitidamente en esta lenta y romántica pieza de country rock que acaba por hervir impulsada por la batería magistral de Charlie Watts (el mejor batería vivo de nuestros días). Silvestre e indómito, Richards se crece según avanza la pieza con gran confianza en si mismo.
08. «Wanna hold you»
(Undercover, 1983)
La fría producción de Undercover y sus clichés ochenteros impidieron que una canción como la brutal “Wanna hold you” se encarnara con el amasijo de nervio preciso. Se trata de un nuevo rock and roll al estilo de Richards, con un estribillo lleno de soul, pero el sonido sintético de la batería de Watts y una mezcla que no respeta las guitarras hace naufragar las estrofas vocales de Keith. El tema explotaría su potencial años después, concretamente durante la gira de “Bridges to Babylon”, donde contó con una interpretación colosal a cargo del grupo, incluyendo un estribillo potenciado por los coros de Bernard Fowler, Lisa Fisher y Blondie Chaplin (se puede localizar en el fenomenal DVD doméstico que los Stones editaron para rememorar el citado tour).
09. «Slipping away»
(Steel wheels, 1989)
El Keith Richards más salvaje deja paso al más lento y romántico, aunque totalmente efectivo. “Slipping away” cerraba magistralmente Steel wheels, aunque su mejor versión se encuentre en el directo Stripped. Suave y nocturna, se trata de una canción que reposa sobre un elegante arreglo de vientos y voz de un Richards que con la edad canta mejor, removiendo con más sapiencia los recovecos de su alma.
10. «This place is empty»
(A bigger bang, 2005)
Sentimental canción al estilo de “Slipping away”, aunque con un Richards más cómodo que nunca en su papel de pirata baladista. El punteo que repasa cada frase que el guitarrista pronuncia en el estribillo es memorable, igual que la forma en que el puente le precede.