«Comencé a escuchar mucha música brasileña después de mudarme a España. Es una música que te ilumina. No puedo parar de escucharla. Es increíble, el nivel más alto que existe»
El estadounidense Josh Rouse sigue afincado en España y afianzando su conexión latina en su último disco, “Josh Rouse & The Long Vacations”. Eduardo Tébar lo entrevistó.
Texto: EDUARDO TÉBAR.
A Josh Rouse le están dando palos. Cierto sector del público no acepta el viraje latino del cantautor norteamericano afincado en Valencia. Sin embargo, nada perturba la radiante jovialidad del músico, centrado en su vida familiar y en la exploración de músicas. “Compro mucho por internet. En Valencia tengo alguna tienda predilecta. También intento indagar por ahí durante mis giras”, comenta. Después de cantar en castellano en “El turista” (2010), ahora incluye en su equipaje a Xema Fuertes y Caio Bellveser (Maderita, Ciudadano) y ficha por Grabaciones en el Mar. “Josh Rouse & The Long Vacations” es el álbum de un tipo feliz a punto de cumplir los 40.
Se te ve integrado por aquí.
En España me siento muy en casa. Pero viajo mucho, soy un músico internacional. Así que me veo como un turista.
¿Estás cómodo con tu banda española?
Llevan tres años tocando conmigo, pero es la primera vez que graban un disco como mi banda.
¿Qué te han aportado Xema Fuertes y Caio Bellveser?
Son muy buenos músicos y saben cómo tocar una canción. Tienen buen gusto. Yo les pasaba los temas compuestos, los escuchaban y los grababan rápido.
¿Te cuesta encontrar músicos de confianza?
A veces he tardado mucho. Llevo años en España coordinándome con mi banda americana. Tocar todo el tiempo con ellos resulta demasiado caro. Están muy lejos y tienen otros proyectos. Supongo que esto es como encontrar amigos: cuestión de tiempo.
Lo de llamarse Josh Rouse and The Long Vacations, ¿fue cosa de tu manager en Estados Unidos?
Sí. Con este disco no vamos a tocar allí porque tengo un hijo muy pequeño. No quiero estar lejos mucho tiempo. Conciliar la vida familiar con las giras es difícil, pero no cabe otra alternativa: si no toco, no comemos.
¿A dónde te lleva la transición mediterránea?
En este disco hay bossa nova, música americana de los 50, un poquito de soul… Es una mezcla. Mi anterior álbum reflejaba lo que para mí es el sonido del Mediterráneo.
Tus influencias son cada vez más antiguas.
Me interesa la historia de la música. Cada vez tiro más hacia atrás, buscando los orígenes de las cosas, ya sea folk o música brasileña. Me atrae la pureza.
¿Cuándo te empezaron a interesar Brasil y Cuba?
Siempre me han interesado. Comencé a escuchar mucha música brasileña después de mudarme a España. Es una música que te ilumina. No puedo parar de escucharla. Es increíble, el nivel más alto que existe. En cambio, conocía menos la música cubana. Fue a través de un fan inglés que vive en España y que me pasó canciones de Bola de Nieve, un artista menos conocido de los 50. Fue una revelación. Quise hacer algo parecido.
Supongo que te hechizó el Bola de Nieve primerizo, un buen testimonio del colorido musical en la Cuba de Batista.
Me embrujó el ritmo [sonríe]. El castellano no suena tan bien como el inglés o el portugués. Pero los cubanos saben cómo resolverlo. Las sílabas son más cortas y eso funciona para cantar. Las canciones deben tener ritmo, melodía y letra. No se puede cantar bien en castellano cuando las sílabas son muy largas. Los cubanos conocen el truco.
De ellos recoges el optimismo. ¿Una temeridad con la que está cayendo?
Tengo una familia estupenda y vivo en un lugar muy agradable. Estoy a punto de cumplir los 40 y llevo quince años ganándome el pan con la música. No me puedo quejar mucho. No compongo enfadado ni con estrés. La gente dice que estoy haciendo discos muy relajados. Eso se debe a que mi vida es relajada. Ya superé los estigmas de los 25.
Pero asistimos a cambios en el mundo.
Lo que está pasando es duro para todos. Me preocupa porque tengo niños. Tampoco tengo una opinión formada sobre los distintos movimientos que surgen. Mucha gente no puede ir a conciertos ni al cine por culpa de la crisis. Eso nos afecta.
Los fans te piden que vuelvas al pop.
“1972” es mi disco más pop. También el más popular.
¿Quizá en tu reencuentro con Brad Jones? Dices que es tu George Martin particular.
Seguro que volveré a trabajar con él en el próximo disco. Es como mi hermano mayor. Tenemos gustos en común. Me fío de su criterio. Hay muchas bandas actuales que le llaman por lo que hicimos en “1972” y “Nashville”.
¿Qué queda del Josh Rouse de aquellos dos discos referenciales?
No estoy en el mismo sitio ni tengo 32 años. Atravieso otra época de mi vida. Mis gustos van cambiando con la edad. Sigo siendo aquel Josh Rouse, pero mayor. Sin querer compararme con Stevie Wonder, claro [carcajadas]. Continúo haciendo música orgánica.
Canciones orgánicas. ¿El gran reto a partir de los 40?
En el fondo soy un folkie. Compongo con guitarra acústica. Ahí está la base. Siempre será así.