«Te metes en una furgoneta con diecisiete años y un día sales con cincuenta y pocos preguntándote qué ha pasado»
Con una banda formada contra reloj, Josele Santiago se enfrentó a la grabación de su primer álbum en vivo, Conde Duque en directo. Un disco en el que le acompañan desde Leonor Watling hasta Johnny Burning. Carlos H. Vázquez habla con él.
Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: ÓSCAR CARRIQUÍ.
Josele Santiago se reiría, sí; se hartaría de reír, se reiría si pudiera. Se reiría de él [él también quiere reír], se reiría con cualquiera… brindando con su calavera. Las «coplas» que Josele canta se cuentan por varias, como las que narra un historiador licenciado en la barra.
Los discos en directo reúnen un momento [o varios] compartido por los músicos con el público, que en el caso de Josele Santiago fue el 9 y 10 de octubre de 2018 en el Teatro Conde Duque [Madrid] para la grabación de su primer álbum en vivo, Conde Duque en directo [Alkilo Discos, 2019], un cedé con deuvedé dentro de un discolibro que se ha dibujado como una pieza imprescindible de la discografía del cantante de Los Enemigos, quienes, además, acaban de grabar un nuevo elepé que verá la luz en la primavera del 2020. Para entonces seguirán siendo tiempos de revuelvas y alguien hondeará su bandera. «Han ganado nosotros», diría Chumy Chúmez.
¿Cuál es el motivo por el que uno hace canciones?
No lo sé. Hombre, no es que esté obligado, pero sí que hay un punto de compromiso de intentar hacer lo que uno piensa que se le da bien y aprovechar esa habilidad. Si a uno se le da bien la alfarería, que procure tirar por ahí. Hay que estar hecho para eso; puedes rendir algo y darle un sentido a tu existencia. A lo mejor, de otro modo, no la encontraría.
¿Y las canciones envejecen con uno? «Todavía tengo mi repertorio en solitario catalogado como una nueva etapa en lo que me queda de cerebro y ya andamos con retrospectivas que no sé si huelen a reconocimiento o directamente a camposanto», dices en el discolibro.
Eso es un poco de coña, porque el articulillo se titula Esto va que vuela. Lo vi todo como muy serio, muy tétrico… y lo hice para quitarle hierro. Pero sí que es un poco verdad, porque te metes en una furgoneta con diecisiete años y un día sales con cincuenta y pocos preguntándote qué ha pasado, porque parece que ha ido muy deprisa todo. Sin embargo, si lo ves con perspectiva, sí que han ocurrido muchas cosas. Pero la primera impresión es esa. Estos discos en directo suelen obedecer a motivos de índole logística, cambios de intención en tu discurso, en la formación, separaciones incluso… Pero no es el caso. Sí que había fantaseado con grabar un directo, porque las canciones durante esta década han cambiado y han crecido mucho, o yo quiero pensar que han crecido. Y, hombre, siempre es agradable que eso quede plasmado, aunque no contara con ello, porque, precisamente, cuesta una pasta. Un día me vino Carlos Mariño [director de Spanish Bombs] y me planteó la posibilidad de grabar en directo estos conciertos en el Conde Duque. Y yo encantado, claro.
Prácticamente te encontrabas sin banda dos semanas antes de hacer estos conciertos…
Es cierto. Me pilló totalmente con el pie cambiado. Pero bueno, por suerte cuento con una agenda bastante abultada y se pudo salir del trance con unos cuantos ensayos intensivos y la solvencia que caracteriza a estos hijos de puta, que son muy buenos.
«Sí que había fantaseado con grabar un directo, porque las canciones durante esta década han cambiado y han crecido mucho, o yo quiero pensar que han crecido»
Nico Pastoriza ha sido el único que ha sobrevivido, ¿no?
Sí, es el único que queda de toda esta criba. A cada uno le salieron cosas e hicieron lo que creyeron conveniente en aquel momento. A Loza [Roberto Lozano] lo conozco de Los Coronas, que me han acompañado en algunos bolos de presentación de Transilvania. También había trabajado con Santi [Comet]. Tampoco fue tan traumático, lo que pasa es que, coño, a dos semanas vista, con una grabación en directo por medio, pues fue un poco fuerte, la verdad.
Amable Rodríguez es otro que ya había tocado contigo con anterioridad.
Amable había sustituido a Nico en algún concierto este verano, sí.
¿Los músicos de una banda son como las canciones, que también crecen contigo?
Supongo que sí, claro. Yo, por lo menos, con cada colaboración que hago procuro aprender algo del otro. No hago muchas por el mero placer de hacerlo siempre. Y estos, que no paran, pues me imagino que no pararán de aprender. Además se nota cada vez que vienen, porque son mejores. Es la experiencia, su trabajo… y la verdad es que han llegado a un nivel bastante estratosférico.
«Parece que los discos en directo con los que me crié no tienen mucho sentido a estas alturas y ahora tenemos que ofrecer algo más…». ¿Qué es para ti «algo más»?
Fue lo mismo que pregunté en la casa de discos: «¿Cómo algo más? ¿A qué te refieres?». Me dijeron que fuera algo más artístico, un discolibro… Y nada, llamé a mi amigo Santiago Bueno, que es un pintor cojonudo, y me ofreció su fondo de armario. No tenía tiempo para ponerse con ello, pero me dijo que me pasara por su estudio para que cogiera lo que quisiera.
Santiago Bueno es el autor de algunas de tus portadas.
Sí. Hizo Lecciones de vértigo, el primero de la vuelta de Los Enemigos [Vida inteligente]…
¿Con qué discos en directo te criaste?
Siendo muy jovencito, el disco en directo que más corría de mano a mano fue el Made in Japan de Deep Purple. Solíamos tener uno para cada quince o así. Es el disco que más nos ha durado. Luego estaba el Rock n roll animal de Lou Reed, un directo de Jethro Tull… No recuerdo el nombre del disco, pero también corría por los guateques.
Iba a nombrarte el En directo de Burning, pero ya te pilló crecidito.
Cuando salió ese directo yo ya no estaba para guateques [risas].
Johnny Burning tocó “Tragón” contigo en los conciertos del Conde Duque. ¿Fue el primero en quien pensaste de todos los invitados?
Sí, porque aparte de que me hacía mucha ilusión y que la canción se prestaba bastante a estos dejes tan madrileños y tan zarzualeros de Johnny, en el mejor sentido de la palabra y de la Zarzuela, veníamos de colaborar y de pasar muchas horas juntos preparando su directo [Vivo y salvaje]. Y me ofreció un verdadero caramelo, que era “Esto es un atraco”. Te iba a decir que iba a devolver el favor, pero el que me hace el favor es él a mí, más que nada. Estaba muy a huevo; llevábamos un mes viéndonos casi a diario. Le comenté que me había surgido la grabación de los conciertos del Conde Duque y si se quería apuntar. Pero yo era muy reacio a esto de los invitados, porque no me gusta, sobre todo los duetos. Y siguen sin gustarme, pero bueno. En realidad vino un poco impuesto, porque me dijeron que tenía que llevar invitados, pero los quería elegir yo. Luego pensé en Leonor [Watling], porque quería que hubiera una chica y no conozco a ninguna más curranta que ella. Leonor es una garantía. Me gustan sus maneras cantando, porque no es muy dada al gorgorito, pero se adorna con mucho estilo. Y es un cielo, da gusto trabajar con ella. Está muy abierta a ideas y sugiere cosas también.
«Me gustan las maneras de Leonor Watling cantando, porque no es muy dada al gorgorito, pero se adorna con mucho estilo»
Ella hizo “Magia negra”, que es una canción de «amor».
Podría ser una canción de amor, pero no necesariamente a una persona. Estaba pensando más en una sustancia que en una persona [risas].
Tú seleccionaste a los invitados, ¿pero cómo se repartieron las canciones? Jairo Zavala eligió directamente “Que hable el sol”, pero no sé los demás.
Yo les ofrecí al principio que hicieran lo que quisieran y luego les sugerí dos o tres de una manera más intuitiva que otra cosa. Lo que quería era que disfrutáramos, que lo pasáramos bien…
Niño de Elche hizo entera “Un guardia civil”.
Sí, por varios motivos, algunos muy prosaicos. No pudo venir al local de ensayo porque estaba en no-sé-dónde trabajando, pero le dije que no se preocupara, que la hiciera suya. Es una canción muy cinematográfica también, pero no la veo contada por dos personas. Apareció por la prueba de sonido y se la llevó a un terreno acojonante. Lo pasamos muy bien. Estábamos [casi] flotando. Y de paso me permitió hacer una cosa que me gusta mucho, que es tocar para otros. Hacía mucho tiempo que no tenía la ocasión de hacerlo.
Otro tema que aparece es “El lobo”, la cual tocaste hace un tiempo con Jorge Ilegal en el concierto de Jorge Ilegal y Los Magníficos que se publicó bajo el título de Nos vimos en el psiquiátrico.
También recuerdo hacer “Baile de los peces” y “Regreso al sexo químicamente puro”, pero no recuerdo haber hecho “El lobo”. Sé que Jorge me dijo las canciones que quería hacer. Es muy expeditivo con estas cosas.
¿Por qué no hubo ningún miembro de Los Enemigos invitado en tus conciertos del Conque Duque?
Es una buena pregunta que yo también me hago de vez en cuando. Pero ni se me pasó por la cabeza.
¿Has escuchado el disco de Fino Oyonarte [Sueños y tormentas]?
Claro, hombre. Claro que lo he escuchado.
¿Crees que es un debut tardío, como escribieron en Rockdelux? Ya había grabado con Los Eterno y Clovis…
No creo que sea muy afortunada esta descripción. Hablar de debut a estas alturas… Es un disco muy sincero y obedece a una necesidad, que es evidente al escucharlo, qué sintió Fino en un momento dado de su vida, después de grabar una serie de canciones alrededor de unos temas que le pasaban a él por la cabeza. Es un disco muy vital en ese sentido, también muy sincero, muy honesto y hecho con el corazón, y ya solo por eso vale la pena. Pero es que, además, los arreglos son muy valientes también. Yo me lo pongo en el coche a veces. Me gusta y me relaja. Estoy muy orgulloso del disco de Fino.
Habéis grabado Los Enemigos un nuevo disco. ¿Será 2020 un año Enemigo?
Sí. Ya está grabado. Ahora lo mezclaremos y está previsto que salga para marzo.
¿Eran canciones que tenías apartadas?
No, porque algunas canciones son más evidentes que otras. Algunas las ves directamente en manos de Los Enemigos y otras no. Y hay otras que, sin embargo, son ambivalentes. En este caso sí que hay alguna que iba… Cuando me propusieron hacer el directo, ya estaba trabajando en un hipotético sexto disco en solitario, o en un décimo disco de estudio de Los Enemigos. Pero eso no lo tengo muy claro hasta que está muy avanzada cosa. Aquello me trastocó un poco y algún tema de los que estaban en el disco de Los Enemigos iba destinado a este sexto e hipotético disco que te digo. Siempre lo digo: no me gusta pensar en estilos. Bueno, no es que no me guste, es que no lo pienso, no funciono así. No me siento a escribir una canción country; me siento a escribir una canción que tenga una letra chula y una melodía que mole. Y luego, si soporta la prueba de la guitarra acústica, soporta lo que le echen. Es una cuestión de «vestuario».
«[Niño de Elche] Apareció por la prueba de sonido y se llevó la canción a un terreno acojonante»
En este directo solo hay un tema de los enemigos: “Desde el jergón”.
Sí. La gente estaba pidiendo otra, no había nada ensayado, e hicimos “Desde el jergón”.
También he echado de menos “Han ganado nosotros”. ¿Por qué no entró en el repertorio?
No sé. A estas alturas hay muchas canciones y yo echo de menos muchas otras, como “Sol de invierno”. A última hora vi que no estaba. ¿Por qué? Pues no lo sé. Podríamos hacer un disco el mes que viene y, a lo mejor, del repertorio coincidirían cuatro o cinco: “Olé, papa”, “Mi prima y sus pinceles”, “Un guardia civil”… Por suerte hay material de sobra.
¿Es tiempo de revueltas?
No creo especialmente que tengan que ver los tiempos sociales, supongo, pero es un tiempo extraño, desde luego. Yo, por lo menos, llevo ya bastantes años que no entiendo un carajo de lo que pasa. Tengo la sensación, cada vez más fuerte, de que todo es un teatro, me refiero a la política. Siento que está todo concertado y que son actores todos. Tenemos un país en el que hay miles de personas cuyo centro de atención sanitaria de urgencias más cercano está a más de ochenta kilómetros, un montón de gente sin trabajo, sin casa, un montón de gente que está en la calle tirada… Y, sin embargo, no veo que hablen de lo mismo, sino de patrias y de hostias de estas. Nunca he conseguido meterme en la cabeza de un patriota y sigo sin conseguirlo… ni me interesa. Hay elecciones todos los años, tío. Yo ya no entiendo nada.
¿Morir con los pies por delante o morir con las botas puestas?
No lo sé. Pero si puede ser, que no duela mucho, que termine rápido… y a otra cosa.