José Antonio García: «Ha salido toda la rabia que tenía dentro»

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«Todo lo que me ha ocurrido en la vida ha hecho que sea una bala fuera de control»

 

Aprovechando el paréntesis de 091, José Antonio García edita su tercer disco en solitario, Fuera de control. Un álbum compuesto en un momento vital crítico, como bien reflejan sus canciones. Arancha Moreno habla con él.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: JAVIER MARTÍN RUIZ.

 

La última década, José Antonio García ha repartido su tiempo entre la resurrección de 091 y su propia carrera solista, respaldado en esta última por una banda, El Hombre Garabato, con la que ha firmado sus tres trabajos: Cuatro tiros por cabeza (2014), Lluvia de piedras (2018) y el recién publicado Fuera de control (2021). Este último, grabado por Pablo Sánchez y producido por Nico Hernández, llega ahora a los escenarios de Madrid (el 18 de enero en la sala Shoko) y Motril (20 de enero, teatro Calderón), dos de las primeras paradas de una gira en la que descarga canciones no de cuna, pero sí de rabia y de vida, un canto al carpe diem gestado después de enfermar de COVID-19, ingresar en el hospital y pasar momentos muy críticos—«semanas terribles», llegó a confesar en sus redes—, en los que estuvo a punto de perder la vida.

 

José Antonio, después de escuchar Fuera de control, no sé si eras más punk en los ochenta o ahora mismo…
Creo que ahora, casi, hasta más. Con esto [se refiere al episodio de COVID-19 por el que estuvo ingresado, muy delicado, en 2020] mi vida ha dado un vuelco y le doy importancia a las cosas que tienen importancia. Antes me cabreaba y ya no me cabreo [risas].

 

Es un disco muy enérgico, muy crudo. Lo cantas en “Sentando en el andén”: «Soy una bala fuera de control», y eso es justo lo que parece este disco, una bala.
No había reflexionado sobre eso, pero sí, soy una bala que está fuera de control, totalmente. Todo lo que me ha ocurrido en la vida ha hecho que sea una bala fuera de control.

 

Aquí encontramos tus puntos cardinales habituales: rock, pop, punk, garage… ¿Son fuentes inagotables para tus canciones?
Claro. La música que me gusta mucho es esa, me baso siempre en ella porque es la música que me hace sentir. Mi escuela ha sido el punk. En los setenta estaba el garage, el antecesor al punk, que tiene mucho ramalazo punk. Es la música que me mueve, que me hace sentir y me hace levantarme. Con este disco he querido eso: que la gente sienta, que la haga moverse, que salga del mundo tan cómodo en el que vivimos.

 

¿Eres impermeable a las nuevas tendencias? Me refiero a sí encuentras interesante lo que se hace en otros géneros, aunque no formen parte de tu ADN.
No, no soy impermeable porque nos rodean por todos sitios. En mi casa suena todo tipo de música, mis hijos son de una generación que oye la música de ahora. La escucho, pero no me llega. Hay algunas canciones que sí, pero, claro, yo ya estoy hecho en ese aspecto. Es muy difícil que venga una música nueva y rompa todos mis gustos. Hay mucha gente nueva en Granada que está teniendo un éxito arrollador, es normal que cada generación rompa el esquema y haga nuevos tipos de música.

 

Este es tu tercer disco en solitario, tras el epé Cuatro tiros por cabeza y el elepé Lluvia de piedras, en ambos acompañado por El Hombre Garabato. ¿Qué te proporciona la carrera solista que no encuentras en otros proyectos?
Aquí soy yo el que realmente toma las decisiones, el que decide la línea de la música que quiero hacer. De todas formas, he tenido la suerte de dar con El Hombre Garabato y Nicolás Hernández, que se adaptan a lo que quiero hacer y me ayudan mucho. Después de haber grabado los dos anteriores, en este tercer disco saben perfectamente lo que me gusta, cómo quiero que suene… Ellos me arropan y tocan con energía, con rabia… eso se refleja en el disco. Tenemos una relación de amor, ya nos hemos acoplado perfectamente. Eso hace que me sienta más seguro a la hora de grabar y sacar un proyecto adelante, porque sé que lo que voy a hacer es lo que quiero hacer, que no voy a tener ningún impedimento. Y es muy difícil encontrar a gente así, que se adapte a ti y se deje llevar.

 

Es la primera vez que te animas a componer en firme. Tuyas son las músicas de “Una sombra en la pared”, “Sentado en el andén”, “Ven a pelear”, “Rodar cuesta abajo”, “Tu blues maldito” y “La travesía”, esta última a medias con Paco Cara. ¿Por qué ahora, y por qué no lo has hecho antes?
Siempre he hecho canciones sueltas, pero de una forma que no era muy típica ni ortodoxa. Le pedía a alguien que me grabara una guitarra de una forma, o cogía loops de canciones. Con este tercer disco he aprendido a desenvolverme con una guitarra, más o menos, y me he decidido a componer.

 

«Estoy aquí de casualidad. Los Cero hemos resucitado una vez, y yo he resucitado dos»

 

Las letras vuelven a ser de Nicolás Hernández, tu letrista habitual cuando trabajas con El Hombre Garabato. Sin embargo, parecen tremendamente personales. ¿Ha habido mucho trabajo conjunto previo, para saber traducirte, o ha hecho un ejercicio de inmersión muy profundo?
Hemos tenido un trabajo previo. Nicolás y yo hemos hablado mucho para trasladar lo que quiero decir. Ha intentado reflejar mi mundo, cómo veo las cosas. Me pide que le escriba reflexiones y él les da forma. Ha sido mi traductor. Yo he escrito letras, no creo que hayan sido buenas, y teniendo en cuenta de dónde vengo [091], con un letrista como José Ignacio [Lapido], siempre he tenido la idea de hacer letras que te digan mucho y no digan nada, para que cada uno las interprete como quiera. Con Nicolás he hablado mucho sobre eso: que alguien pueda escuchar una canción y sienta una cosa, y otra sienta la otra.

 

Diría que tu voz ruge como nunca en este disco. ¿Hay un trabajo distinto, en ese sentido, o una intencionalidad que proyecta tu voz de una manera más fiera que de costumbre?
Creo que es por la mala hostia que tengo encima, de todo lo que me ha pasado, y todo lo que llevamos arrastrado. Ha salido toda la rabia que tenía dentro y la he proyectado con mi voz. La grabación ha sido como siempre, pero quizá ese sea el motivo por el que la notes más rabiosa.

 

Además de rabia, hay mucha fortaleza, y un carpe diem, un canto a la vida en el disco, de alguien herido pero más fuerte que nunca.
Es que hay que seguir luchando, con ánimo, con ganas. Cada disco tiene una vida propia, y esta ha nacido de una serie de circunstancias que he vivido y que reflejo en él.

 

Te refieres al episodio de COVID-19 que sufriste, que estuviste muy grave, ¿no?
Es que yo realmente estoy aquí de casualidad. Los Cero hemos resucitado una vez, y yo he resucitado dos.

 

En este disco aflora tu vertiente más rebelde, la furia, el dolor… diría incluso que el desahogo. Es como si te hubiesen abierto la jaula, o mejor aún, como si la hubieras abierto tú desde dentro y hubieses salido huyendo.
No lo podía haber expresado mejor.

 

Esa imagen, la de salir huyendo, está también en una de las fotos promocionales del disco, a cargo de Javier Martín Ruiz. Se te ve en una moto, cual Steve McQueen en La gran evasión. ¿Un homenaje que encaja bien con el espíritu del disco?
La foto de portada se hizo en la pandemia, cuando nos dejaron salir. Yo caí después en la enfermedad. Me llamaron para hacer una versión de Tequila y Javier me dijo que fuera a su estudio a grabarlo, y me hizo la foto de la portada. En cuanto a la de la moto, se me ocurrió eso: «Estoy aquí, voy en mi moto donde quiero». Lo clásico me gusta mucho, la moto es una Montesa Impala. ¿Sabes cuál es?

 

No… pero tampoco soy especialista en motos.
En los NO-DO salía mucho, tú no los habrás visto [ríe]. Fue la primera moto que tuve y me la robaron, y siempre la quise tener, y a raíz de la enfermedad, me dije: «La voy a comprar». La compré estando en el hospital, por mediación de un amigo. En este disco he unido muchos elementos. Es mi disco, el gran disco.

 

Tiene mucho peso emocional detrás.
Sí. Crear este disco es el escape de todo. Para colmo, he participado más en la composición. Sinceramente, no estaba seguro de si mis composiciones estaban bien… Nicolás me guía mucho, en ese sentido.

 

Estéticamente, el álbum apuesta por los colores rojo y negro en la portada, la tipografía… pero diría que las canciones también. El rojo está muy presente en muchas de las letras. En “Sentado en el andén” hay sangre y carne viva, además de una bala; en “Colgado de los pies” hay «manchas rojas dentro de mi voz»…
El rojo me ha gustado siempre, es un color muy fuerte, muy intenso, y sobresale entre todos los colores. Todo está ahí, inconscientemente. No me había parado a reflexionar sobre eso, lo veo como algo normal, como un color que habla de mí.

 

Otra lectura más, inconsciente. ¿Es verdad que, a estas alturas de tu carrera, es la primera vez que te dedicas exclusivamente a la música?
Sí. Bueno, no. Con los Cero, hasta el 95 nos dedicamos a la música en exclusiva. Cuando nació mi hija teníamos problemas financieros, porque la música no es estable, y decidí buscarme un trabajo, que es el que he tenido hasta la enfermedad, que me echaron de él, directamente. Ahora me siento más liberado porque me puedo dedicar plenamente a lo que me gusta, que es la música. Es de los aspectos más positivos que me han pasado, dedicarme a esto plenamente. Antes sacaba un disco y ensayaba cuando terminaba de trabajar… y así andaba.

 

O sea, que ahora has decidido apostar fuerte.
No es apostar, es pensar que lo que me queda de vida voy a hacer lo que realmente me gusta, y poder vivir con lo que me gusta, simplemente.

 

Ahora, Lapido y tú os lanzáis a la carrera solista, pero la pandemia causó la cancelación de algunas fechas de la última gira de 091, la de La otra vida, y el público os recuerda que hay ciudades que quedaron pendientes. ¿Iréis allí a ajustar cuentas?
Sí, tenemos que volver. Tras el paréntesis este que estamos haciendo para nuestras carreras, volveremos. Eso está planificado, está pendiente, eso hay que arreglarlo.

 

«Tras el paréntesis que estamos haciendo para nuestras carreras, 091 volveremos»

 

Al margen de este disco, he leído en Secretolivo, en una interesante entrevista de Fernando Jaén y Javier Gilabert, que andas recopilando material para regrabar el primer disco de TNT; algo en lo que trabajaba Jesús Arias antes de morir. ¿En qué punto se quedó eso, y cuál es el objetivo de esa nueva grabación?
Los TNT siempre nos hemos estado peleando, nos hemos pasado toda la vida así. Hubo un momento que estábamos juntos y Jesús tenía una espina por cómo se grabó el primer disco, porque no estábamos todos los miembros y no salió como queríamos, así que decidimos regrabarlo todo. Empezamos a grabarlo en un pequeño estudio que tiene Ángel Doblas y de buenas a primeras nos peleamos otra vez y aquello se quedó empantanado. Antes de que Jesús muriera nos volvimos a juntar, le di el primer disco que saqué en solitario, Cuatro tiros por cabeza, y le gustó muchísimo. Jesús murió y teníamos todo el material en el estudio de Ángel, queríamos hacerle un homenaje y no sabíamos cómo. Como tenemos ese material, decidimos sacarlo a la luz. No están todas las canciones, pero hay muchas. Aunque siempre estábamos peleándonos, Jesús y yo nos queríamos mucho y hemos sido como hermanos, igual que con Ángel y Joaquín. Nos conocemos desde que empezamos y tenemos una relación de cariño. Hablé con ellos y les pareció buena idea, y lo tenemos medio listo para sacarlo y hacerle un homenaje.

 

¿Saldrá en 2023?
Tenemos que verlo, porque es costoso sacarlo. Si no, lo editaremos nosotros, no sé cómo. Estamos viendo cómo se puede sacar. Quizá a final de año sea el momento, ya veremos.

 

De momento, ahora estás de gira con Fuera de control. El miércoles 18 actúas en Madrid, en la sala Shoko, y después continúas por el sur: Motril (20 de enero, teatro Calderón); Jaén (4 de febrero, La Mecánica), Tomelloso (25 de febrero, sala Beat), Granada (11 de marzo, Planta Baja), Córdoba (17 de marzo, Hangar), Málaga (21 de abril, La Cochera)… La mayoría de las fechas son en Andalucía, ¿habrá más?
Sí, he empezado por Andalucía porque para mí es más cómodo. Vamos a Madrid el 18 de enero. La intención es hacer también festivales.

 

También andas enredado en un proyecto con el Coro de Cámara de Granada, con Lorca como telón de fondo. ¿Cómo va a leer José Antonio García a Lorca?
Joder, eso es una pasada. Precisamente, Jesús me insistía siempre en que leyese a Lorca, ¡como hacía letras tan malas! Para los granadinos, es algo tan cercano que no es que no le dé la importancia que tiene, pero piensas que ya está hecho. Hace poco, Nicolás, que trabaja en un instituto en Fuente Vaqueros, donde nació Lorca, me dijo que estaba haciendo algo de Lorca con los niños y me preguntó si podía cantar con ellos. Era algo para el colegio, pero al final tuvo bastante éxito. Esa fue la chispa que saltó para meterme en el proyecto. El director del Coro de Cámara de Granada, Jorge Morata, llevaba detrás de mí bastante tiempo para hacer algo, y le propuse llevar a Lorca al rock con el coro, y le pareció muy buena idea. Me dijo que tenían un concierto en la Peña La Platería, la peña de flamenco más antigua que existe, que está en Granada, y que podíamos hacer un aparte con los temas de Lorca que teníamos compuestos. Accedimos. Había dos partes en el espectáculo: el coro por un lado y Nicolás con la guitarra eléctrica y yo a la voz, e hicimos cinco temas. Cada vez que terminábamos, la gente se levantaba y aplaudía, algo que yo veía normal, y más porque la noche anterior habíamos tocado los Cero. Pero cuando terminó el espectáculo, el director de la orquesta comentó: «Ha estado muy bien, pero cuando han salido el cantante y el guitarrista la gente se levantaba y aplaudía, y aquí, con el flamenco, no se levanta nunca». Lo escuchó un sobrino mío. Que entre un rockero en algo tan puro era algo novedoso, y lo aceptaron muy bien. Eso nos ha dado pie a seguir trabajando. Cuando creas algo, no sabes si está bien o mal hasta que no ves la reacción de la gente. He hablado con Jorge para retomar el proyecto. Estamos montando temas Nicolás y yo, viendo dónde puede ir mejor la poesía de Lorca.

 

¿Qué poemas habéis escogido?
Una nana, “La canción tonta”; el “Son de negros en Cuba”, una canción que hicimos los TNT y saldrá en ese disco, una versión, de las primeras canciones que hicimos justo después de la separación de los Cero, que trabajamos en un cuatro pistas que me había regalado mi madre. Esa la haremos con guitarra flamenca. El “Zorongo gitano”, “Árbol de canción”, una zambra, una colombiana… es llevar el flamenco al rock y el rock al flamenco con Lorca. Ahora tengo tanta energía que me embarco en los proyectos sin pensarlo. Todo se puede compaginar, una cosa no quita la otra.

 

Terminamos con un guiño a tu nuevo disco: «Si la cosa va a ponerse fea / que nos pille con la radio puesta». Un buen consejo, y atemporal: la radio fue la gran aliada en épocas convulsas como las guerras. ¿La vida siempre te pilla con la radio puesta?
Siempre me ha pillado con la radio puesta, y seguirá puesta. Empecé a escuchar la música en la radio, descubrí a los Sex Pistols en la radio, por el año 79, 80, es un canal que me sigue funcionando. No tuve tocadiscos hasta que fui bastante grande, porque no tenía dinero para comprarlo, me lo compré con los primeros ahorros que tuve. Soy un músico hecho a la fuerza, yo tenía que estar en la música sí o sí. El recuerdo que tengo es escuchar la radio; la primera vez que escuché a los Beatles pensé que quería hacer eso, quería ser como ellos. Era crío, tendría nueve años. Lo escuché en el colegio, me lo puso un compañero. Desde entonces, toda mi vida ha estado con la música.

 

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