“Vivimos un momento mucho más desesperanzador, por eso el disco se llama “Rebelión”, porque es momento de rebelarse”
Ilegales acaban de publicar “Rebelión”, el último de una larga carrera que empezó en 1983. Carlos H. Vázquez habla con Jorge Martínez sobre el espíritu que desbordan las canciones de este disco, acorde con el de su carismático líder.
Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos Jorge: MABEL LADYBLUES. Fotos Ilegales: JAVIER ROSA.
En España se están viendo las navajas. De un tiempo a esta parte, hasta cruzar por el paso de cebra se ha convertido en una acción de riesgo. La vida son dos guantazos y uno lleva anillo. Rebelarse siempre ha tenido un precio. Y hay quien aguanta con las botas puestas y quien clava la rodilla (incluso para ir al altar). Ya lo dijo Cela en “La colmena”: “En este valle de lágrimas faltan dos cosas: salud para rebelarse y decencia para mantener la rebelión”. De la pólvora nace el hombre y de la pólvora muere.
Decía Jesús Ordovás que quien daba las mejores hostias era el cantante de Ilegales (Jorge Martínez). Y no le faltaba razón: “Me llamo Jorge, toco la guitarra en Ilegales, un grupo que funciona desde hace dos años. Antes estuve en muchos otros grupos, pero todos se disolvieron de forma violenta. Como llegó un momento en que no me querían en ningún otro grupo, formé Ilegales con otros dos a los que habían expulsado de varios grupos por broncas y borrachos”, escribía el músico asturiano sobre Íñigo Ayestarán y David Alonso en la contra del primer elepé, titulado “Ilegales” (Epic, 1983). Desde entonces, Ilegales han pasado de y por todo, pero un grupo viene y va. Y si no es el grupo, sus componentes. “Rebelión” (La Casa del Misterio, 2018) es el primer disco de Ilegales tras el fallecimiento de Alejandro Espina en 2016, bajista del grupo desde 1994. Sin embargo, “Rebelión” no viene en frío, sino en caliente: los directos de Ilegales han mantenido en marcha el ruido de fondo, el que dejan los bichos y las canciones de Elvis Presley, aunque al propio Jorge le haya podido costar la vida. A tumba abierta.
Tiempos nuevos, tiempos salvajes… pero tiempos en los que te pueden procesar si te cagas en dios. ¿Qué hace la gente que no está sacando las armas a la calle?
Es algo que estoy diciendo y es un discurso que quiero mantener. Cuando Ilegales aparecimos con el primer disco ya había desaparecido la censura. La sanidad pública no solo era muy eficiente, sino que también se hizo universal en pocos años. La educación pública, además de gratuita, era cojonuda y estaba creciendo: más calidad, más profesores, menos alumnos por aula, más centros… Los derechos laborales habían mejorado muchísimo y los sindicatos podían actuar con libertad y con equidad y no estaban corruptos. Pero ahora vivimos un momento mucho más desesperanzador, por eso el disco se llama “Rebelión”, porque es momento de rebelarse. No es que Ilegales hayan adquirido un tic y no podamos huir de él, es que es el momento. Si no lo hiciéramos seríamos unos imbéciles. Fíjate en lo que está pasando ahora: hay una censura, que es la Ley Mordaza, y todos estos censores vocacionales que se sienten agredidos por cualquier opinión. Con dinero público se está financiando la educación privada (en detrimento de la pública, que recibe menos fondos). Lo mismo pasa con la sanidad: el anterior Gobierno ha intentado durante años hundir la sanidad pública para que quedara en manos de los igualatorios médico quirúrgicos, que son de los bancos. Y luego están los derechos laborales, que se han ido a la mierda.
¿Qué te parece que los obreros voten a la derecha?
Me parece algo estúpido. Son víctimas de un proceso de infantilización del ciudadano. No son selectivos con toda la desinformación que aparece y votan contra sus propios intereses con mucha y alarmante frecuencia. La canción ‘Si no luchas te matas’ es una revisión del himno carlista ‘Oriamendi’. Utilizamos unos riffs punks pero cargándonos los acordes que, previsibles, debían ir de la tónica a la quinta. Es una armonía distinta.
¿Cómo es eso de que las maquetas de Ilegales de entonces se las pasaban los directivos a los grupos de primer nivel para ver qué hacíais? Suena a que os copiaban.
Sí. Y nos copiaban fatal. Eso explicaría algunas coincidencias. CBS pasaban nuestras maquetas para que se “inspirasen” los otros grupos. Cuando Ilegales hacía algo, había un eco en otras muchas bandas. Si nosotros estábamos trabajando con saxos o con teclados, al día siguiente ya había bandas que estaban haciendo lo mismo o tocaban los mismos temas. “Mira qué casualidad”, decían. Sí, casualidad… ¡Hijos de la gran puta!
El artículo 30 de la Constitución Española dice que “los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España”. ¿Tú la defenderías?
No reconozco fronteras, ni naciones, ni banderas, pero sí defendería a las personas con toda la fuerza de la que soy capaz. España es una extracción que puede ser utilizada de la peor manera posible, como ya se ha hecho en la Historia. He estado en el ejército y sé manejar un arma: tiro a tiro, con ráfaga, con bayoneta, con bomba… Eso es lo que hacíamos en la mili. Creo que tenemos una generación que no sabe defenderse, que no ha accedido a esos conocimientos que son necesarios y que sí existían con esa modernidad que era el ejército de leva. Amigo, no sabemos defendernos, se ha conseguido un pueblo indefenso.
Leí que estabas dispuesto a disparar sobre los mandos y sobre tus compañeros antes que disparar sobre la gente de la calle, si te lo pidiesen. ¿Lo tenías tan claro?
Por supuesto que estaba dispuesto a hacerlo. Lo pensé muy seriamente. ¿Cómo voy a disparar sobre mujeres, niños o gente que se manifiesta con pleno derecho? Era 1976, un momento conflictivo, y las cosas todavía no se habían aclarado lo suficiente. Después vino el golpe de Estado del 23 de febrero del 81 y otros intentos posteriores que silenciaron.
Vienes de familia de conquistadores y militares.
Y también de gente que se ha rebelado contra todo. Siempre estábamos metidos en cosas. Es una familia muy antigua, las raíces se hunden hasta la época de los Austrias, pero yo creo que viene de más lejos. Todavía se conserva la casona familiar y hay piedras que son claramente romanas. Somos los mismos de siempre. La vieja sangre corrompida del Lacio está en nosotros. Todas las culturas se basan en la violencia y en la muerte.
“No reconozco fronteras, ni naciones, ni banderas, pero sí defendería a las personas con toda la fuerza de la que soy capaz”
¿Se exagera mucho cuando se habla de supervivencia en el rock?
Se exagera muchísimo. Hay gente que la palabra rock and roll ya le llena la boca, sobre todo los travestidos de rock and roll, que no tienen ninguna conexión con él. Sobrevivir no es tan difícil, porque la muerte hace muy mal su trabajo, pero algunos hemos rozado el peligro con demasiada o excesiva frecuencia: por error, por desconocimiento o porque la tendencia natural es ir hacia la muerte. Todos los seres vivos están hechos para ir hacia la muerte. Nos pasa a todos. Sería antinatural ir rejuveneciendo cada vez más y desaparecer.
Pero la naturaleza se ha llevado a gente demasiado pronto.
Sí. Hay individuos que se desgastan con más facilidad, bien por el entorno o por algo congénito.
Si no tengo mal entendido, perdiste una novia por las drogas.
Y a muchos amigos también. Se ha advertido del peligro de la heroína y de los efectos que provocaba, pero parece ser que hay un repunte de su consumo. La heroína es una droga que he visto en mi entorno y… hostia, es chungo.
Siempre he pensado que ‘El souvenir’ era una especie de nueva parte de ‘Drogas duras llenan sepulturas’.
Tiene conexión con las drogas, que son una constante en la sociedad actual. En la canción ‘No tanta, tonto’, lo que canto me lo digo a mí mismo y a mis compañeros, porque hay momentos en los que uno se excede y pierde el sentido de la medida. En mi caso, al no tener una personalidad adictiva, me hace menos daño, pero tengo amigos que no saben parar. No se acepta como un hecho y se debería informar a los jóvenes sobre qué hace cada droga y en qué cantidad.
¿“Rebelión” es el primer disco que hacéis sin Alejandro Espina?
Sí. Ha sido duro hacerlo, porque Alejandro creció con nosotros. Entró con veinte años y hemos sido compañeros durante veintitrés más. Ha sido un momento muy doloroso. Volvió a entrar Willy [Vijande], que había estado con nosotros y conocía la situación y el momento tan duro por el que estábamos pasando. Había dos opciones después de la muerte de Alejandro: entrar en depresión, lo cual habría sido muy peligroso, o mantenernos erguidos, por muy abatidos que estuviéramos. El mismo día que murió, cogí la guitarra y toqué con casi todos los amigos. El rock canaliza muy bien ese tipo de cosas.
¿Cómo fueron los primeros conciertos sin él?
Durante los primeros días yo siempre miraba a la derecha y no lo veía, entonces me entraba como un escalofrío. Era muy duro, pero había que seguir adelante. Creo que por eso hemos tocado con tanta rabia últimamente. La voz de un compañero caído grita en cada en cada uno de nosotros.
¿Imaginar es lo mismo que crear?
[Se toma unos segundos para responder] No es lo mismo. Imaginar es necesario, y es necesario para todo, incluso para cruzar la calle. Pero crear es otra cosa que está fuera de nuestro alcance. Sí podemos modificar un modelo de utilidad, pero crear es algo que viene de algo como el Big Bang, algo que ya sabes que es discutible.
“A mí me llegaron a dar por muerto incluso físicamente. Fue en América, y no se vendieron las entradas porque creían que estaba muerto”
Tienes sesenta y tres años. ¿Cuántas vidas has vivido ya?
Creo que voy a necesitar alguna más o pedir prórroga. He vivido muy intensamente. La canción ‘Tatuaje invisible’ es premonitoria: “Un tatuaje llevo dentro que espera hambriento su momento y un día me devorará”. Habla de eso que está dentro de nosotros y nos matará o nos hará daño, como puede ser un cáncer. También puede ser una verdad cruel que no puedes dejar fuera, una mezcla hostil de dignidad y estupidez o una neurosis de cualquier tipo. Lo que a mí me alcanzó fue una tuberculosis pleural. Di conciertos con tres litros en el pulmón izquierdo, en Murcia y en Altea. Hace año y medio que me curé, pero el concierto de Murcia fue muy largo, más de dos horas, y había riesgo claro de parada respiratoria.
¿No te lo advirtió el médico?
Es que no quise ir al médico hasta después de esos dos conciertos. Cuando fui, me dijeron que ni un concierto más. Iba a ir a Inglaterra con la banda, pero se acabó. Paramos y por eso estoy vivo.
¿Hubieras preferido morir con las botas puestas?
Quiero vivir un poco más, pero sí es hora de despedirse. ‘El bosque fragante y sombrío’ habla de cantarle a la despedida cuando estás lleno de vida, que es el mejor momento para hacerlo, porque decirlo en la agonía es repugnante. Ahora estoy lleno de vida y le tengo miedo a la muerte.
¿Miedo?
Sí. Y tengo razones. Cuando me tenga que morir, me moriré, no hay ningún problema, pero que no sea ahora. Yo respeto mucho a los suicidas. Esta crisis, que ha sido una estafa a gran escala, ha hecho que mucha gente se suicidara, pero se oculta o aparece la noticia minimizada. Hay muchísimos suicidas, aparte de los hombres-bomba, que son mucho más llamativos.
¿Cuántas veces se ha dado por muerto a Ilegales?
(Risas) Muchísimas veces. A mí me llegaron a dar por muerto incluso físicamente. Fue en América, y no se vendieron las entradas porque creían que estaba muerto. Mi cara es muy reconocible y mucha gente iba al hotel para hacer guardia. ¡Algunos decían que me habían visto! Pero cuando se empezaron a vender las entradas de verdad fue cuando aparecí por televisión. La prensa había publicado que yo había muerto y se había dado por hecho. No se contrasta nada.
¿Guardas algún recorte?
Creo que alguno debo tener por ahí.
‘Sin remedio’ es otra canción premonitoria. Hablaba del momento por el que estaba pasando Ilegales…
La situación era de máximo peligro. Había un montón de heroína dentro de la banda y se veía venir lo que iba a pasar. Yo no consumía heroína, porque me parecía que era una porquería peligrosa.
Os conocían, se ganaba dinero…
Pero el reconocimiento es muy malo, porque hace que se te asedie. Y yo estoy en esto para hacer música, no para que me reconozcan nada (y si me lo reconocen pues de puta madre, ¿eh?). El dinero le sentó muy mal a mis compañeros de viaje, pero a mí todo me sienta bien y soy un poco estoico en ese sentido. Si vienen cosas buenas las disfruto, pero sin que me dirijan. Voy siempre a lo que quiero hacer. Incluso huyo de las guitarras. Mira que tengo, pero me resulta difícil hacerlo, porque las guitarras son malignas y pueden desarrollar un tic que algunos llaman “virtuosismo”. Cada modelo te condiciona la ergonomía y ya no tocas la música que quieres tocar.
¿Fueron complicados los noventa para Ilegales?
Sí. Fue un momento difícil, porque el español es un idioma proscrito en aras de una internacionalidad. No entendía por qué se estaba empezando a cantar en inglés. Se imitaba muy servilmente la música anglófona con unas letras que eran de risa. Cualquier grupo nuevo podía tener más altavoz que los medios de comunicación, que Ilegales o que cualquier grupo de nuestra época. Todo tenía que ser nuevo. De hecho, muchos grupos, a los dos años o a las dos semanas, eran sustituidos por otra puta mierda de grupo. Al que habían ensalzado lo tumbaban porque ya no tenía nada que darles. Todo era una mentira. Creo que eso contribuyó un poco a la caída de la prensa y de cierto tipo de radio
“Quizá, por mi culpa, no hemos cuidado mucho el negocio cuando llegaron las ofertas discográficas”
Vosotros preferisteis estar bajo la superficie que sobre la cresta de la ola.
Nos vino muy bien para hacer otras cosas. Yo tenía una colección de canciones cojonudas en esa época, pero me las jodieron en el sello discográfico (Avispa Music). Nos jodieron todo el disco “El corazón es un animal extraño”, desde la portada, y jodieron a todo el mundo. Me parecía una pequeña y valiente compañía, pero me han decepcionado mucho.
¿Qué hicieron con la versión original del disco?
La perdieron. Ni una copia dejaron para poderla recuperar. La portada era una disección e íbamos a comercializar unas camisetas de color negro donde se veían todas las vísceras del cuerpo. Era un poco heavy. Hicimos alguna de prueba y parecía que llevábamos todo por fuera, pero nos macharon entera la portada. Las grandes cadenas de radio, cuando decían que iban a poner el disco, querían asegurarse de que yo no iba a ir a la emisora para cagarme en Dios. Pero yo no voy cagándome en Dios. Primero: no soy creyente, y para blasfemar hay que serlo. Y segundo: no tengo intención de blasfemar u ofender de esa manera. Cuando echas espumarajos y bilis por la boca pierdes la credibilidad. Yo no iba a ir a la radio en ese plan, así que cancelaron todo. Lo supe porque hablé con Rafa Revert (40 Principales) y me lo contó. Luego me lo corroboraron otras cadenas. Ha sido una pena, porque las letras y las canciones eran muy buenas. Avispa no quería perder el favor de las cadenas de radio mayoritarias para conservar a Medina Azahara. Y me parece muy bien, pero tenían que apostar por más cosas. Luego, cuando pasamos ese mal momento, empezamos a autogestionarnos y colaboramos con los de El Diablo. Con el directo “El día que cumplimos 20 años”, que llevaba Santo Grial, empezó la cosa a respirar y salimos del bache. Durante ese tiempo aprovechamos para tener permanencia en América. Entramos muy fuerte allí.
¿Cuándo sabías que estabas haciendo un proyecto paralelo y no un proyecto frustrado?
¿Lo dices por Jorge Ilegal y Los Magníficos?
Sí.
Es un disco que me gusta. Artísticamente fue un éxito (para eso nos juntamos), pero también fue un proyecto caro. Ocurrió una cosa cómica: cuando llegué a un acuerdo y di mi palabra de volver con Ilegales, ya tenía canciones hechas para el grupo (Ilegales). Salieron dos discos en poco más de dos años y el documental “Mi vida entre las hormigas”. Di mi brazo a torcer y salimos a tocar. Pero en realidad Ilegales volvieron a aparecer justo cuando vino a verme un manager que me hizo tres ofertas cojonudas por Los Magníficos: la primera era inaceptable. Bueno, la hubiese aceptado de no haber tenido la reunión, cuatro días antes, con mi actual manager. La segunda oferta era para aceptarla. Pero la tercera era la leche (económicamente).
¿Cómo pensabas gestionar el dinero y lo artístico?
Lo artístico es lo primero y el dinero no da la felicidad. Yo soy feliz con muy pocas cosas, aunque tengo bastantes, como mi estudio y la casa de al lado, que está en ruinas. La compré para que no se me metiera ningún pijo a restaurarla y no se quejara todo el día. Soy uno de los herederos del palacio de mi familia, tengo mi propio piso, aunque no es muy grande (sesenta y siete metros cuadrados). Lo tengo en perfecto desorden y hago lo que quiero. También tengo todos los juguetes que quería de pequeño: indios, vaqueros y soldaditos de plomo. Los moldes en ese momento eran inasequibles, pero ahora los he conseguido y me hago los que quiero. Además, conozco la técnica para hacerlos. Me dediqué a las artes plásticas y me resulta muy fácil pintarlos, como juguetes. Y guitarras, tengo muchas más de las que querría, pero es que no me hacen falta tantas cosas.
Te ganabas el pan tocando en orquestas con diecisiete o dieciocho años.
Era muy divertido. Acompañaba melódicos. Ahora las orquestas llevan un gran espectáculo, pero antes era algo muy ágil. Llevábamos un pequeño equipo y poníamos uno o dos altavoces a los lados del escenario. Lo montaban los músicos y en media hora ya estaba sonando todo perfecto. También se ganaba dinero: tenía un sueldo equiparable al de un juez de la época. Hasta se alternaba con otra orquesta que estaba en las mismas condiciones. Solo queríamos reírnos y pasarlo bien.
¿Cómo funcionaban Los Metálicos?
Funcionábamos como orquesta y como grupo de rock. Hacíamos fines de semana y hasta dobletes en un mismo día. Como el equipo era muy ágil, lo desmontábamos nosotros mismos. Tocábamos lo que queríamos, pero lo que me ponía chungo eran los pasodobles. No podía con ellos ni con las rumbas flamencas. En cambio, los boleros, el cha-cha-chá o el mambo me gustaban mucho. Toqué en una orquesta en la que la cantante me odiaba. Era bruja y me maldijo. La enemistad empezó una vez que íbamos en ruta. Yo no me quería sacar el carnet, porque el encargado de la banda, que iba borracho perdido y tocaba el teclado, aunque nunca estaba en el escenario), quería que me encargara de conducir la furgoneta y hasta que me ocupara de la cantante, que era su mujer. La tipa llevaba la ropa tres tallas más pequeñas y siempre se le veían los pelos del pubis, en esa época no había peluquería canina. Estando en la furgoneta, paramos y me tomé unos vinos, así que me metí detrás para descansar durante el viaje. Quedaban todavía unos cincuenta o sesenta kilómetros cuando noto que la cantante me pone la mano en la bragueta. Me despierto, la veo con esas uñas… y le digo: “Eh, déjame la polla”. Ahí se fraguó la enemistad.
¿Qué era lo que te gustaba? Musicalmente, me refiero. Todo el mundo habla de quién es el mejor que hacer rock, pero alguien miente siempre.
Pero hay gente muy buena. A mí me gustaban Los Cardiacos a finales de los setenta. El power-pop que hacía Nacha Pop estaba muy bien. Nacho [García Vega] hacía muy buenas canciones y las sigue haciendo. Los Enemigos tienen cosas buenas también. Pero nosotros estamos en otro sitio distinto. Hay que asumir peligros para hacerlo, pero lo hemos hecho. Quizá, por mi culpa, no hemos cuidado mucho el negocio cuando llegaron las ofertas discográficas. Entramos en Hispavox en un momento decisivo para la música. Estábamos en el número uno, porque habíamos vendido más discos que nadie y todas esas cosas. No queríamos salir en televisión porque era un atraso sonar a través de un altavoz tan pequeño, de unas pocas pulgadas, y no queríamos ni vídeos ni hostias. Creíamos que era una traición a la propia música, porque le restaba al público la capacidad de imaginar. Lo que hacíamos era convertir los conciertos en grandes acontecimientos, una especie de eucaristía. Si podíamos llenar la sala Astoria, ¿para qué íbamos a ir a “La Edad de Oro”, donde iba la gente que no era capaz de llenar el Rock-Ola, que era tres veces más pequeño?
¿Qué falló?
Ha sido una política negativa para el grupo. En el cambio de discográfica, CBS había echado a Mecano. Me reuní con el director de BMG-Ariola y le dije que yo quería sacar ya nuestro disco y tocar ese material todo el verano, pero me equivoqué. Podíamos haber publicado “Chicos pálidos para la máquina” en septiembre, con un lanzamiento de puta madre y con BMG-Ariola, pero yo quería hacerlo en ese momento, cuando no existía presupuesto suficiente para hacerlo bien. “Piénsatelo bien o va Mecano”, me dijeron en BMG-Ariola. Se decidía entre el pop y el rock… y vino la gran campaña de Mecano. Fue mi gran equivocación y hemos padecido toda esta mierda por mi culpa. La cosa iba muy rock en ese momento y el disco anterior de Ilegales (“Todos están muertos”) era claramente rock.
Y “Chicos pálidos para la máquina” tenía unas letras que no sé si ahora se iban a ver tan bien como entonces.
Ese hubiese sido el lanzamiento absoluto y el mapa del rock hubiera sido totalmente diferente, porque es un disco fuerte que dice cosas, pero la cagué para el rock and roll y para mis compañeros.
Si no me equivoco, presentaste candidatura (conjunta) para la SGAE.
Sí, pero la retiramos por las reglas del juego; los dados están cargados y no podemos ganar ni competir con alguien que tiene amañada la partida. Los ladrones están dentro y ocupan los puestos más importantes en directiva, presidencia… Está lleno de corruptos que han conseguido sus votos y dinero de manera fraudulenta. Tampoco se admite el voto electrónico. El Gobierno por fin ha tenido los cojones de meterse, pero tarde. También hay una investigación en marcha (“la Rueda”) con la que he colaborado en la medida que he podido. ¿Qué más puedo hacer? ¿Liarme a hostias? Podría hacerlo y me encantaría, pero perdería credibilidad y en los tribunales.
¿Sigues pensando que es inevitable estar rodeado de los mayores hijos de puta para hacer rock?
Hagamos lo que hagamos, estaremos llenos de hijos de puta. La mayor parte de la gente es buena y los malos son una minoría a la que hay que hacer frente sin dudarlo, porque por eso consiguen hacer las cosas, porque nadie quiere líos. Pero yo estoy dispuesto a tener líos y a tener enemigos, porque me encanta tenerlos (según qué tipo de enemigos). Hay que saber enfrentarse y decir las cosas y hacer frente a los malos. Estoy dispuesto a ello. Incluso he combatido en circunstancias muy desfavorables, pero hay que combatir y no facilitárselo a los malos de esta manera tan obscena. Estoy dispuesto a combatir e incluso a manchar mi nombre. A ver quién tiene cojones a manchármelo, porque estoy bastante limpio.
¿Te quedan cuentas por ajustar?
Sí. Y las ajustaré, porque el mismo mecanismo que me hace ser muy agradecido también me hace ser muy vengativo. A cada uno lo que se merece.