Johnny Winter
19 de julio de 2010
Sala Joy Eslava, Madrid
Texto: CHARLY HERNÁNDEZ.
Los más de treinta grados que hacían arder el aire de Madrid en los exteriores de la Joy Eslava no eran nada comparados con el infierno –blues– que trajo el emblemático guitarrista tejano. Infierno en el mejor sentido de la palabra, que lo hay.
Con puntualidad británica, incluso adelantándose por unos minutos a la hora prevista, se apagaron las luces de la sala mientras Paul Nelson a la guitarra, Scott Spray con el bajo y Vito Liuzzi a la batería hacían acto de presencia en escena arrancando con una introducción instrumental que daba la bienvenida a los visitantes y anunciaba la ansiada aparición del bluesman albino que minutos después se dejaba ver entre aplausos, flashes y expectación. Aparentemente desmejorado, dificultoso en el caminar y acompañado por una señorita del staff que lo llevó hasta la silla para tomar la curiosa guitarra Erlewine Lazer de color negro –en los bises la cambiaría por la emblemática Firebird– fueron los prolegómenos de una exhibición de manos rápidas; ágiles dedos y punteos demoníacos que disparaban los primeros rasgueos en ‘Hideaway’ no sin antes saludar al respetable con un “welcome, good night”. ¿Habló mucho? ¿Habló poco? Lo justo y necesario entre canción y canción, presentándolas y esgrimiendo agradecimientos al terminar, no se necesita nada más para impresionar, la música era más que suficiente y Johnny Winter viene siendo avalado por toda su larga trayectoria.
Era, y es, un «white devil» vestido de negro ataviado con sombrero del cual, debajo, nacía una fina cabellera, su pálida piel adornada con los tatuajes como si de condecoraciones se tratara convertían a aquella figura en algo todavía más mítico si cabe, sentado y con la mirada clavada al vacío pasó los casi noventa minutos que duró el concierto entregando a los allí presentes grandiosos clásicos como ‘Sugar coated love’ de The Fabulous Thunderbirds, donde no sólo la guitarra de Winter era protagonista, sino también la Stratocaster negra de Paul Nelson apoyando los punteos y notas, haciendo de la canción una auténtica delicia para amantes de las seis cuerdas. Se dejaron oír ‘Red house’ de Hendrix, ‘Good morning little schoolgirl’ de Sonny Boy Williamson, ‘Blackjack’ de Ray Charles o ‘It’s all over now’ de los Rolling Stones, entre otras muchas. De su cosecha se pudo degustar ‘She likes to boogie real low’, con gran fuerza notoria en la voz del bueno de Johnny, y ya en los bises, con el slide, llegaron ‘Mojo boogie’ y la bien disfrazada ‘Highway 61 revisited’ para dar por terminada la velada.
Todavía había quien se quedaba insatisfecho pidiendo otra nueva aparición de Johnny Winter y su banda sobre las tablas pero el show terminó con los músicos y el forajido albino en pie recibiendo los aplausos de la gente. Bajó el telón rojo dejando sólo visible la silla y micro, como la última imagen de una sesión de categoría que, esperemos, pueda hacer temblar suelo y alma en futuras apariciones.