«Yo nunca he tenido la necesidad de vivir una mentira y nunca he aceptado o permitido mentiras. Siempre he vivido mi vida con la idea de que lo que hacía era siempre desde la verdad»
Han pasado cuarenta años desde que lideró la banda punk por excelencia, un buen momento para recordar quién fue aquel Johnny Rotten, y ajustar cuentas tras las mentiras vertidas sobre el grupo, sobre Sid Vicious y las rencillas de un pasado de éxito. Lydon se desnuda en su libro “La ira es energía”, y pone el dedo en la llaga en esta entrevista a Efe Eme, realizada por Sara Morales y Fernando Fernández.
Texto: SARA MORALES / FERNANDO FERNÁNDEZ.
Hemos desafiado a las leyes del tiempo y del espacio y nos hemos atrevido a arrebatarle cincuenta minutos de conversación a una de las leyendas vivas más influyentes de la cultura popular: John Lydon (Londres, 1956). Conocido mundialmente como Johnny Rotten, en su rol de alma y fundador de los Sex Pistols, este icono de la música y padre del punk nos ofrece un testimonio en primera persona sobre aquellos años de insurrección al frente de la mítica banda y los porqués de su consigna. Retazos de una existencia apasionante que hoy recuerda desde Los Ángeles, a raíz de sus recién publicadas memorias en un libro bautizado «La ira es energía» (Malpaso, 2015). Su máxima pretensión con él, y por consiguiente en esta entrevista, es poner los puntos sobre las íes a una memoria colectiva que, en ocasiones, no ha hecho justicia.
Un privilegio charlar con este intelectual de la revolución, defensor de la palabra como mejor arma. Ese que compartió adolescencia y gamberrismo con el inolvidable Sid Vicious; ese que le cantó a la reina de Inglaterra ‘God save the queen’ y retó al sistema con «Anarchy in the UK». El mismo que asentó las bases de una filosofía callejera que dio la vuelta al mundo y que, todavía hoy, continúa latente.
Dedicas tus memorias a la integridad, toda una declaración de intenciones para una biografía como la tuya. Es valiente y honesto por tu parte.
Bueno, es la historia de mi vida y la verdad sobre la misma. Yo nunca he tenido la necesidad de vivir una mentira y nunca he aceptado o permitido mentiras. Siempre he vivido mi vida con la idea de que lo que hacía era siempre desde la verdad. Cuando era un niño sufrí enfermedades serias que se convirtieron en realidades para mí. Nunca me hubiese recuperado de ellas si los adultos que estaban a mi alrededor cuidándome me hubiesen contado mentiras. Lo cierto es que la sinceridad me hizo recuperar la salud… Lo que quería era volver a entrar en el Jardín del Edén y, para ello, siempre intenté mantener mi integridad.
¿Satisfecho entonces de haberte mantenido fiel a ti mismo pese a todo, o te ha salido demasiado caro?
¡Yo nunca estoy satisfecho! Nunca es todo lo suficientemente bueno. Nunca he conseguido ser completamente la persona que yo hubiese querido ser de verdad, porque pienso que es imposible ser perfecto. Pero ocasionalmente hago el esfuerzo de intentarlo (risas).
Todos lo hacemos, inevitablemente.
Así es, pero, ¿sabes? No soy perfecto… No soy un ángel, y ¡desde luego no soy ningún santo! Así que ahí lo tienes. He intentado siempre hacerlo lo mejor posible y ayudar a los demás. Es lo que he hecho de una manera más consistente en mi vida.
Como decías antes, la verdad, aunque en ocasiones sea dura, es importante para poder avanzar.
¡Bueno, no siempre! Soy irlandés, ¡y nos encanta contar historias! Historias fantásticas o como las quieras llamar. Y no son la verdad, pero son realmente divertidas… Siempre he apreciado el buen humor en todas las cosas de la vida. Es una de esas cosas que siempre ha tenido mi más alta consideración, y el tener buen humor siempre incluye contar mentiras. Es lo mejor para divertirse.
Pero hay mentiras que duelen y hacen un daño irreparable, como que Malcolm McLaren fuera el creador de la marca Sex Pistols.
(Reflexiona). Que todo aquello fue obra de Malcolm McLaren, según decía él, claro, ¡es la mayor mentira! (ríe). ¡Es una mentira terrible! ¡Espantosa! Es como si los adultos intentaran robar a unos niños pequeños, porque eso es lo que éramos en esa época. Es algo asqueroso e insoportable para nosotros tener que soportar este tipo de basura. Realmente hace daño. Y este sentido ha continuado a lo largo de mi vida: que sobre cualquier cosa que he hecho otras personas hayan reclamado el crédito para ellas. Realmente es algo sobre lo que dan ganas de reírse. He sido parte de alguna de las bandas que más influencia han tenido en la música, y si no soy responsable de ello, digamos que simplemente he tenido mucha suerte. Pero yo no creo en la suerte, nunca puedes tomarte todo tan en serio. Siempre he seguido una máxima en mi vida: lo que es mío es mío, y lo que es tuyo es tuyo. Yo no creo en la opción de robar a nadie por ninguna razón. El ideal de las cosas también puede ser robado por las personas, y eso está mal. ¡Debe detenerse! No se trata de que esté predicando sobre ninguna moral, se trata de valores. Si quieres que otros seres humanos te respeten también debes mostrarles respeto.
Totalmente de acuerdo.
No quiero parecer que estoy dando lecciones a nadie. Simplemente, para mí, es la única manera de continuar viviendo.
“Que los Sex Pistols fuimos una marca creada por Malcolm es una tontería. Una absoluta tontería. Muy fácilmente podríamos haber creado una banda sin Malcolm”
No te cortas a la hora de dejar clara tu opinión sobre Malcolm y todo lo que supuso su «trabajo» con respecto a vosotros.
Que los Sex Pistols fuimos una marca creada por Malcolm es una tontería. Una absoluta tontería. Muy fácilmente podríamos haber creado una banda sin Malcolm. Muy fácilmente. Y desde luego no habría ningún Malcolm sin los Sex Pistols. Su actitud de robar y de inventarse los elogios hacia sí mismo es algo que siempre me pareció horrible. Fue muy mala persona en ese sentido, y es una pena que muchos tiendan a creer sus mentiras. Yo escribí las canciones, por lo tanto pienso que soy bastante más importante que él. Todos y cada uno de nosotros lo somos, incluso aquellos que escribieron canciones y compusieron la música y las letras lo son. ¿Quién coño se creía que era? (Risas).
En tus memorias se percibe la necesidad de contar en primera persona quiénes fueron los Sex Pistols en realidad. ¿Era necesario aclarar cosas?
Lo que me interesaba era contar la historia como realmente fue y es, porque, durante muchos años, la gente ha estado creyendo cosas que eran auténticas mentiras. Y eso tiene que parar en algún momento, porque incluso aunque uno asuma que la gente debería ser más lista, la realidad es que tiende a creer lo último que se dice. Todas esas mentiras se van acumulando. Espero que el libro sea lo último que se diga. ¡Esta es la verdad! El libro no contiene ninguna mentira, de ser así seguro que me pillaban ahora mismo (risas)… y yo tiendo a ganar esos casos sin resolver.
¿Consideras que la historia ha sido injusta con los Sex Pistols?
La historia nunca es justa, excepto con los ganadores.
Y tú, ¿te consideras un ganador o un perdedor?
Bueno, no me valoro a mí mismo en ninguno de esos términos. Mientras sea capaz de mantener mi integridad me siento bastante contento. Tengo a mi alrededor amigos y familia que son honestos y leales, que me pararían los pies si estuviese haciendo algo equivocado. Es muy importante rodearte de personas a las que, de una manera genuina y real, les importas. Conozco muy bien a todos los demonios con los que he trabajado (ríe), pero ahora Public Image Limited somos un grupo de muy buenos amigos y nos preocupamos unos de otros. Nos importamos de verdad y eso es una sensación increíble…. es como una familia. También discutimos como si fuéramos gatos y perros (ríe), pero eso es algo muy importante. No hay necesidad de albergar rencores o resentimientos, porque cuando hablas abiertamente estas cosas no existen. Al segundo en que las dices te das cuenta: «Oh mierda, es una tontería…» y sigues con tu vida normal.
Es cierto, a veces desaprovechamos demasiado tiempo en tonterías que nos complican la vida sin necesidad.
Déjame decirte una cosa. Lo bueno de escribir canciones –el regalo más grande que me ha hecho la madre naturaleza– es permitirme aliviar toda esa tensión y estrés por el que pasamos simplemente por estar vivos. El tener la posibilidad de apoyarme en la música y explicar cuáles son mis sentimientos a otra gente, es un regalo fantástico. No sé donde estaría si no lo tuviera. Siempre he tenido la sensación de que he nacido para hacer esto. Me ha llevado bastante tiempo llegar aquí, y ahora veo claro que esta era la manera en que tenía que pasar.
O sea que eres un tipo satisfecho y feliz.
Estoy relativamente feliz en estos momentos. Pero puede cambiar, como todas las cosas en la vida. No soy una persona de alegría desbordante porque sé que detrás de cualquier esquina hay un montón de nuevos problemas a los que enfrentarse. Por ejemplo, me encanta beber. De vez en cuando me sigo emborrachando. ¡Pero no lo hago todas las noches! Y sé que en ocasiones cuando lo hago y me despierto a la mañana siguiente… ¡Plaf!, todos los problemas me caen de repente. He descubierto, una vez más, cómo mantener una integridad no llevando esa borrachera demasiado lejos en atracones egoístas; porque nací para ser una persona que se preocupa por el bienestar de otras personas tanto como por el mío propio. Y sentirte obligado a dar ese bienestar a otros seres humanos es algo bueno. Soy así, no porque me hayan enseñado a ser así, sino porque yo he decidido ser así.
Quizá por lo que cuentas sobre tu forma de ser es más entrañable aún la forma en la que hablas de Sid Vicious en tu libro, desde que os conocisteis en aquel instituto siendo unos chavales, hasta aquella fatídica gira por Estados Unidos.
Sid era amigo mío. También miembro de la banda, pero sobre todo amigo mío. La gente me habla mucho de él y piensa que lo conocen, pero ¡no saben nada! Deberían dejar de hablar de él y dejar de interferir. Es una manía que la gente tiene: empezar a construir fantasías sobre ciertos seres humanos y convertirlos en ridículas estrellas del pop. Sid se retorcería en la tumba si pudiese ver la imaginería que se utiliza sobre él, la manera en que está siendo malinterpretado.
¿Cómo era él?
Él era una persona encantadora y divertida, pero las drogas le convirtieron en un adicto vacío y superficial. Y eso es una lástima. Yo recuerdo conocerle antes de las drogas, e incluso antes de entrar en la banda… y aquellos sí que fueron grandes tiempos. Pero cuando llegó a los Sex Pistols se hizo evidente que era incapaz de soportar ese tipo de presión. Por eso siempre me consideraré parcialmente responsable de ello… Yo nunca pensé, ni por un momento, que él no tuviese talento. Pienso que sí era realmente efectivo lo que hacía en los Sex Pistols.
“La gente me habla mucho de Sid y piensa que lo conocen, pero ¡no saben nada! Sid se retorcería en la tumba si pudiese ver la imaginería que se utiliza sobre él, la manera en que está siendo malinterpretado”
¿Crees entonces que el mundo tiene una deuda pendiente con Sid?
Sí. Existe una tendencia terrible, hablando en general y de la que no es culpable el público sino los medios de comunicación, a quedarse enganchados con falsas imágenes y crear falsos dioses. Y esa actitud provoca mucho daño, porque eso destruye a la gente. Es realmente doloroso verlo y soportarlo cuando ocurre. Por esa razón, cuando empecé con PiL, el nombre era «Public Image» (imagen pública), pero «Limited» (limitada). Nunca hubiese permitido, nunca jamás, que hubiese caído en la categoría de «estrellas del pop», que era algo que casi estábamos en riesgo de que ocurriera. Eso es algo que me hubiese destruido. Te convierte en un arrogante y te hace perder la cabeza, y para nada quiero ninguna de esas cosas. Cuando empecé era muy joven, y tremendamente tímido, pero creé una persona que es Johnny Rotten, que no es nada tímido. Supongo que para mí esa era una táctica de supervivencia.
Hablando de ese álter ego tuyo, ¿qué queda de aquel Johnny Rotten en el John Lydon de hoy?
¡Oh! ¡Es mi mejor amigo! (Risas). Es el otro lado de mí mismo. Los dos hemos vivido muy felices juntos y tenemos la misma edad. No podría existir uno sin el otro. Es la clásica dualidad, supongo. Pero nunca nos hemos querido hacer daño el uno al otro, ni a otras personas, por supuesto.
Desde la distancia que da el tiempo, y haciendo un poco de autocrítica, ¿cambiarías algo de lo que hiciste en aquella etapa?
No. Mira, siempre he dicho que una de las grandes cosas de las que carecemos en la vida es de retrospectiva. Yo nunca pienso: «Oh, que hubiese pasado si…», porque eso que hubiese podido pasar no existe. Nos conocimos como nos conocimos, y así es como debió ser. No puedes volver atrás en el tiempo y reescribir la historia. Eso es lo que hacen los periodistas.
Cambiar es imposible, pero seguro que mejorarías algo.
Bueno, si pudiese volver al comienzo de todo no me importaría hacer algo sobre las letras de las canciones. Considero que las letras de mis canciones eran excesivamente… inseguras, podríamos decir. Todavía no me daba cuenta de en qué tipo de espectáculo nos íbamos a convertir. Pero no lamento nada de lo que he escrito. Es más, me sorprendo en ocasiones de lo brillante que es. Por eso nunca hemos mirado hacia atrás. ¡Hay tantas cosas por hacer!
Tu papel en los Sex Pistols era fundamental, no solo como letrista y compositor, sino también aportando cabeza y conciencia. ¿Lo ves así?
Si hay que ser justos… si se quiere ser realmente justo… tampoco hubiese sido posible sin sus otros tres miembros. Es realmente importante que eso se entienda. Incluso aunque tuviésemos momentos en los que nos odiásemos unos a otros, lo que me queda es un gran cariño por todos ellos. Y es algo por lo que siempre les estaré eternamente agradecido, por todos aquellos momentos que pasamos. Pero no tiene sentido volver a ello nunca más, yo no podría escribir nuevas canciones para los Sex Pistols ahora. Ya no me encuentro en ese estado ánimo; por eso he seguido con mi vida. Y a lo que hago musicalmente en la actualidad, lo denomino «punk adulto con cojones» (risas), y me resulta mucho más importante.
Por cierto, ¿has vuelto a tener contacto con tus compañeros en Sex Pistols Paul y Steve?
Si, sí… De vez en cuando nos llamamos por teléfono. Ahora que todos hemos tomado la decisión de que no vamos a volver a hacer nada de lo que hicimos, nos hemos dado cuenta de que realmente somos amigos (ríe). La presión de estar en esa banda fue lo que nos separó. Pasamos buena parte de nuestra juventud bajo el escrutinio del público, no teníamos libertad de movimiento en absoluto. Realmente era como si estuviésemos en una prisión.
Hablando de prisiones, aquella persecución y censura hacia la música e imagen de los Sex Pistols fue desmesurada, por parte del Gobierno y la alta esfera británica. ¿Te has reconciliado ya con tu país?
¡Claro que sí! Yo nunca he tenido ningún problema con la gente de mi país. Se trataba de los políticos (ríe), y solía estar tremendamente enfadado con ellos todo el tiempo, porque son deliberadamente problemáticos. No te creas que no he pensado detalladamente sobre este tema para encontrar una alternativa a los políticos. Todo este mundo al que yo suelo denominar «tormenta de mierda» necesita cambiar. Como una sociedad global y mundial, debemos empezar a preocuparnos por nuestro bienestar propio y el de los demás. El egoísmo, la avaricia y los monopolios financieros son realmente dañinos para todos nosotros. Seamos menos egoístas. Nunca debemos querer sentirnos como si fuéramos hombres muy ricos y felices, porque normalmente solemos sentirnos miserables y con miedo a perder nuestro dinero continuamente. Esa no puede ser nuestra manera de pensar, es como encerrarse a uno mismo en una celda, es frustrante.
“Los medios de comunicación estaban siempre detrás de mí, diciéndome que destruía cualquiera de las cosas buenas que estaba haciendo. Pero me parece bien, porque cuanto menos les gustaba, mejor lo hacía yo”
Es algo parecido a lo que pensaste cuando el punk, al que tú mismo diste forma, se acabó convirtiendo en un estereotipo, una moda, y dejó de interesarte.
Sí, sí, sí… por supuesto que sí. Esta actitud que adoptó –digámoslo así– la gente de bandas con menos talento fue la de hacerse los ignorantes. Una violencia innecesaria que encubría simple avaricia por su parte. Ellos querían convertirse en estrellas del rock. Yo me sentía horrorizado y asombrado de que la gente le prestase siquiera atención a toda esa basura, pero ahí lo tienes. Los medios de comunicación estaban siempre detrás de mí, diciéndome que destruía cualquiera de las cosas buenas que estaba haciendo. Pero me parece bien, porque cuanto menos les gustaba, mejor lo hacía yo.
Imagino que tuvo que ser duro que el público de los Sex Pistols te atacara o renegara de ti por tu nueva etapa con Public Image Limited (PiL). De no haber sido por éxitos como ‘Love song’, ¿te habrías mantenido en tu sitio igualmente, o habrías caído en la tentación de rescatar a los Sex Pistols?
Bueno, eso comenzó por culpa del periodismo, realmente. A nadie le gustaba lo que hacía cuando estaba en los Sex Pistols, y un tiempo después parecía que funcionaba y le gustaba a un público numeroso. Cando empecé con PiL ocurrió exactamente lo mismo. A la gente le cuesta porque es algo nuevo, diferente. Además, puede ser que la gente lo vea como inaccesible, pero el tiempo termina destruyendo esa impresión. Entonces descubres que hay un buen número de bandas por ahí copiando los primeros tres discos de PiL, igual que otras terminarán copiando los diez álbumes intermedios. En la música, uno es tan interesante como lo sea hoy. Si creas algo nuevo porque es apropiado para tu estilo de vida de ese momento –que es lo que hago yo– y aparece alguien que dice «¡yo puedo hacer algo así!», es para decirle sinceramente «¡que te jodan!, yo lo hice primero!» (Ríe).
Precisamente, esa reivindicación de la personalidad propia es una de las grandes bases teóricas del punk. Pasados los años, veo que te mantienes en tus trece.
Todo el mundo tiene su propia manera de enfocar la vida. No importa la cantidad de seres humanos que existan, siempre serán muy diferentes entre sí. Eso es lo que yo persigo. Yo compro música, compro un montón de música todo el tiempo. De cualquier tipo, sin prejuicios. Y lo que busco es la individualidad. Me pasa lo mismo con los libros, busco encontrar la individualidad del autor. Eso es lo que me atrae. Es una manera completamente diferente de mirar el mundo, y me parece que es una manera muy cuidadosa y generosa de hacerlo. No necesito ni quiero oír versiones de nada. Me molesta cuando todo va colocándose en categorías. Como cuando el punk se convirtió en una categoría, y todo el mundo quería ser punk durante una época. Ninguno de ellos era un verdadero punk con respecto a la ideología. Lo que ellos querían era imitar al punk. El punk era un manifiesto de «hazlo tú mismo». Hazlo tú mismo, no hacer algo que otros ya están haciendo. Hazlo tú mismo y sé diferente.
Exacto. Entonces, ¿qué sientes al ver todo un mercado de merchandising creado en torno a vuestra imagen? Ropa, complementos… incluso tarjetas de crédito. ¿No choca esto frontalmente con los preceptos del punk?
Ay, sí. Tengo bastantes problemas para conseguir alejarme de todo eso. Básicamente porque se trata de personas que no tiene nada que ver con los Sex Pistols y que producen lo que yo personalmente denominaría como basura. Pienso que están minando los esfuerzos que, como banda, hicimos hace ya años. Simplemente digo lo que pienso: no compres basura. Desgraciadamente, uno no puede dedicar las veinticuatro horas del día a pelear contra esto, es una auténtica avalancha la que nos llega, así que al menos lo hacemos lo mejor que podemos. Hay cosas que realmente me gustan, como esto que comentas de cuando un banco nos pidió permiso para lanzar una tarjeta de crédito con imagen de los Sex Pistols. ¡Eso sí que fue algo grande! Es anarquía en su máxima expresión. La ironía de todo esto es muy simple: como banda jamás nos pagaron bien, así que nunca tuvimos demasiado dinero. Conclusión: ¡ya era hora de que pudiéramos tener una tarjeta de crédito! (Ríe).
En “La ira es energía” lanzas frases lapidarias y perlas como «Mis enemigos no son las personas, son las instituciones». ¿Sigues pensando igual?
Si, siempre. Los políticos tienden a ser autonombrados a los que se les ocurren normas ridículas opuestas a otros pensamientos que son mucho más constructivos. Y eso puede ser incluso peor. Estamos asistiendo a un crecimiento del fundamentalismo, cuando no olvidemos que bajo el cristianismo se han producido casos horrorosos de esclavitud. Y todo el mundo parece estar tremendamente asustado de decir algo en su contra, así que… ¡Hey, hola! ¡Yo sí digo algo en su contra!
En la forma de funcionar de este mundo sigue habiendo demasiado miedo y demasiados tabús.
¿A que sí? Pero se tiene que parar en algún momento… Yo soy pacifista por naturaleza, solo espero que pueda mostrar cosas a través de mi ejemplo, sin embargo tú me dices que debo matar a personas en el nombre de Dios. Todo es política. Por otro lado, realmente nada te dirige a que tengas que asesinar a nadie, por ejemplo. En este caso, simplemente eres un asesino, sin ninguna excusa. En algún momento uno debe proteger lo que quiere, a su familia, y debe asesinar al asesino (hablando figurativamente). Y de esta manera el ciclo continúa. Quiero romper esa rueda del vagón y parar ese tren.
Algo complicado, John.
No, yo no quiero que el mundo se pare; yo quiero que el sinsentido se pare. Pienso que podemos mostrar hacia los demás un poco más de amabilidad. El problema es que la gran mayoría de la gente no quiere porque son codiciosos… Y nos volvemos contra la gente, reclamando ideologías como si fueran propias, cuando en el fondo estamos robando de otros. Si el mundo y las personas pudiéramos volvernos transparentes y ser capaces de leer las mentes de los demás, probablemente al mundo le iría mucho mejor. Eliminando la necesidad del secretismo, puesto que el secretismo es simplemente una manera de encubrir una mentira. Eso no quiere decir que yo deba contar a todo el mundo todas las cosas que he estado haciendo durante toda mi vida (ríe). Prefiero referirme a ese área como «privacidad».
Todo el mundo necesita su parcela.
Claro… Si yo me quiero masturbar, ¡no necesito ningún público! (Ríe).
“Resulta difícil poder contar con unas fechas en España, básicamente porque no parece que haya promotores que tengan interés en apoyarnos o financiarnos, así que actualmente estamos buscando cómo hacerlo”
Tu próximo disco con PiL se llamará «What the world needs now…». Tiene mucho que ver con lo que estamos hablando, ¿verdad?
Justo. Se trata de una frase no terminada: lo que el mundo necesita ahora es… puntos suspensivos y con una interrogación al final, para que cada uno decida interpretarlo a su manera. Deliberadamente, se trata de una declaración abierta.
El disco sale a la calle en septiembre, pero ya nos has dejado ver el diseño artístico. Has hecho un dibujo en el que reflejas tu animadversión hacia la religión, una de las constantes en tu vida como hablábamos antes. ¿Hemos interpretado bien?
Sí, para la portada del disco he pintado una figura que es una especie de «joker». Es un símbolo de buena suerte de los indios hopi, y lo hace contando las cosas con humor, siendo un payaso. Los payasos ofrecen bastante más pensamiento filosófico que un intelectual, y lo hacen a través del humor. Yo creo que el humor cura. Mi crítica hacia la religión siempre va a estar ahí, ante cualquier persona o cualquier cosa que quiera decirme lo que debería o no debería pensar. No me importa que me den consejos, si encuentro que son útiles los seguiré sin problemas, pero si están equivocados me temo que no puedo aceptarlos. Hay ciertas creencias políticas que no me gustan, pero no permiten ser puestas en duda, no toleran ser cuestionadas… por lo tanto para mí son inválidas. Ya hay demasiadas prisiones y cárceles en este mundo sin necesidad de poner tu mente en una de ellas. Hacerlo por tu propia voluntad es un acto de un increíble odio hacia uno mismo. Todos nos merecemos algo mejor que eso.
De ahí tu eterna lucha contra el establishment, los corsés y la hipocresía del sistema.
Y este miedo a las leyes. «Oh, ¿qué me va a pasar si no sigo esta norma?» (risas). A ver, todas las religiones están creadas por los seres humanos, y por lo tanto todas contienen leyes de la propia humanidad en ellas. No hay un arcángel que surja del cielo, eso es un cuento de hadas, cosas que se cuentan para asustar a los nativos desde hace siglos. Se trata de una forma de manipulación.
Respóndeme a la cuestión que planteas en tu nuevo disco: ¿qué crees tú que necesita el mundo ahora?
Yo creo que hace falta algo más de análisis sobre uno mismo, es algo que está desaparecido. Gran parte de la gente no se encuentra preparada para retarse a sí misma, ese sí que sería un paso en la dirección correcta. Deberíamos ser capaces de cambiar si sabemos que lo que estamos haciendo está mal. Si lo que hacemos le hace daño a otra gente, ¡entonces parémoslo! Es suficientemente simple poder admitir que uno está equivocado. Es algo que encuentro muy útil en mi vida. ¿Sabes?, nunca he querido verme en la posición en la que tengo que defender algo que sé que no es válido. Lo mismo le pasa al resto de los seres humanos, sin ningún tipo de vergüenza. Incluso las personas que son malas, tienen algo bueno.
¿Cómo será la gira de este nuevo álbum?
En los conciertos intentaremos incluir todas las canciones que podamos del nuevo disco. Decidiremos el set de canciones dependiendo del tamaño del lugar y del público, estamos muy interconectados con él. En el fondo lo hacemos como si se tratara de una pura cuestión familiar. Algunos nos abrirán la puerta y otra gente preferirá no hacerlo… (ríe).
¿Entra España en vuestros planes?
Es complicado. Resulta difícil poder contar con unas fechas en España, básicamente porque no parece que haya promotores que tengan interés en apoyarnos o financiarnos, así que actualmente estamos buscando cómo hacerlo. La verdad es que nunca hemos estado por España, así que no tenemos idea de cómo puede ser nuestro público allí. Pero es el camino por el que parece que va el negocio de la música actualmente, está colapsándose sobre sí mismo y la única gente que recibe un apoyo de verdad son los mismos diez o quince artistas que ves en los Grammy de Estados Unidos todos los años. Todos nos conocemos la lista de nombres ya… y es algo que parece muy destructivo para la propia música. Hay una elevada cantidad de shows que se montan para estos artistas y hay demasiados pocos para el resto. ¡Dadnos algo de espacio! Es una lástima…
Pese a la gran locura social y cultural desatada con los Sex Pistols y la prolífica carrera de nueve discos con PiL, defines este décimo álbum como tu mejor obra. ¿Por qué?
Digo lo mismo tras cada nuevo álbum, siempre pienso que el último es lo mejor que he hecho. Y hasta este momento, este disco es lo mejor que he hecho, incluso ahora estoy pensando en nuevas canciones. Estamos muy orientados al trabajo como grupo, nos encanta estar siempre creando. Las mejores cosas que he creado musicalmente son aquellas que aún no he hecho. Cuando esté en mi lecho de muerte, para lo que aún me quedan más de cien años, seré capaz de responderte a esta pregunta. Entonces sí que te podré dar una respuesta justa y precisa, según el análisis en mi cabeza de todo lo que he hecho. Siendo sincero, conocer de lo que soy capaz en el futuro es lo que realmente me importa.
“Si lo que quieres es disfrutar de ser una gran estrella del rock así como así… lo siento, eso requiere esfuerzo, trabajo, pelotas y compromiso. Un compromiso al 100%, y eso es algo que no se hace a la ligera”
Ser padre de uno de los grupos y movimientos más influyentes de la historia de la música, ¿pesa o se lleva con dignidad?
No, no es problema porque es parte de mi vida. No hay ninguna imaginería falsa en ello, no me presento con un catálogo de mentiras. Son todos hechos genuinos. Y es algo que no me resulta difícil, porque ese soy yo. Considero que tengo más suerte que muchas personas, al igual que tengo menos suerte que otras… es la manera en que el mundo funciona. Me eduqué a mí mismo lo suficientemente bien cuando era joven para ser capaz de reconocer las situaciones cuando aparecían y ser capaz de agarrarme a las oportunidades que iban surgiendo en mi camino. Porque sé lo que estoy haciendo, sé por lo que estoy viviendo. Si lo que quieres es disfrutar de ser una gran estrella del rock así como así… lo siento, eso requiere esfuerzo, trabajo, pelotas y compromiso. Un compromiso al cien por cien, y eso es algo que no se hace a la ligera.
Antes de terminar la charla, cuéntanos, ¿cómo eran los minutos previos a un concierto en el backstage de los Sex Pistols?
Bueno, antes de cualquier concierto o de cualquier gira, incluso en los ensayos, éramos un absoluto saco de nervios. Estábamos tremendamente asustados. No de que hiciésemos el ridículo, sino de decepcionar a la gente. Yo quería comprometerme con ellos en dar de mí el ciento cincuenta por ciento si podía, hacerlo todo lo mejor posible. He cometido errores, he estado borracho antes de subir al escenario y, sinceramente, es algo que me ha roto el corazón posteriormente. Esa sensación de haber decepcionado a las personas me hacía daño, por eso me prometí no volver a hacer una cosa así nunca más. El miedo sigue ahí. El pánico al escenario, si quieres llamarlo así. Pero lo que he aprendido es que esa es una muy buena herramienta, porque es la razón (aunque me aterroriza) que me da la energía para lo que hago. Así que cuando me subo a un escenario, y la gente me dice: «Mira, estás tan lleno de confianza…», lo puedo estar en ese momento, pero en realidad ¡acabo de atravesar un maldito infierno terrenal para llegar a ese punto! (Risas). Simplemente hablando contigo están volviendo los nervios, el miedo, las fobias, las dudas. La duda es la mayor asesina de todos ellos. Aunque al final no es más que tu sistema interno poniéndote en marcha para todo lo que sea necesario. Es algo fantástico. Fantástico.
Al final, ¿»La ira es energía»?
Exacto. Hay que entender la manera en que tu cuerpo y tu mente funcionan, ser capaz de absorber toda esa ansiedad y dolor y convertirlo en algo increíblemente positivo. Eso es lo que hago con la música ahora, estudiar las emociones humanas. Es lo que hacemos y es algo que no se explora en absoluto. Y todo esto sin necesidad de hacerme un lifting facial (ríe). Aunque me tengo que ir ahora, debo ver al dentista de nuevo.
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