“Creo que es tan normal que un músico español mire a la música latinoamericana como que un músico inglés mire hacia el soul, es lógico”
“El Barrio de La Paz” surgió como un homenaje de Javier Ojeda a las calles donde se crió, y el proyecto ha dado de sí una trilogía de versiones y canciones propias en las que el inquieto malagueño viaja del rock al funk o los ritmos latinos. De todo ello habla con Chema Domínguez.
Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
Colaboración de NOEMÍ SÁNCHEZ.
Fantástico el cierre de Javier Ojeda para su mambópera «El Barrio de La Paz». Iniciada en 2013 con su primer acto, en este 2016 publica de manera conjunta los actos dos y tres. La personalidad del malagueño sigue siendo arrolladora sobre el escenario, y en su madurez artística se ha empeñado en grandes ideas desde que comenzara con «Polo Sur» (2006). Ahora repite equipo de producción junto a Daniel Amat y Miguel Paredes, al igual que en el «Acto I», hay excelentes versiones y temas originales como las de Ry Cooder y la ‘Onda callejera’ de «Chávez Ravine» (2005) o el primer sencillo que se extrajo, ‘Hora de empezar’. Rock, pop, funk, ritmos latinos, canción popular, atrevimiento, frescura, profundidad, denuncia y mucho sabor gracias a sus hispano-cubanos, logrando minutos de gloria en ‘Baila conmigo’, ‘Hoy debo partir’ o ‘De qué manera te olvido’. A quién le importan los fallos viéndole sobre el tablado.
Te marcas los «Actos II y III» de una tacada, ¿es el cierre definitivo de «El Barrio de La Paz»?
Sí, sí, seguro, después ya me inventaré otra cosa, claro. Aunque lo he cambiado mucho, el bloque principal de canciones lo hice como tres años o así.
Es tu trabajo más conceptual, ¿cómo te lo planteaste?
En el esquema global junté como veinticinco temas entre versiones y canciones propias, de hecho estuve barajando si hacer un disco de versiones o de canciones propias y al final me dije: «Como a mí me cuadre mejor en el disco y ya está». Eso sí, a lo largo de la gestación sí que cambié tres o cuatro versiones por otras, y también hice un par de canciones completamente nuevas que veía que eran necesarias.
¿De qué imaginario sale el nombre de Barrio de La Paz?
Es un homenaje al barrio donde me crié, cada calle tenía nombre de compositor, y luego da la casualidad de que en el barrio o alrededores han surgido muchos artistas. Además parte de una idea muy reivindicativa también, nosotros somos los del Barrio de La Paz que hacen el bien contra los especuladores.
Musicalmente, vives a gusto en la encrucijada. El nombre de mambópera es revelador, también contiene funk, raíces españolas e hispanoamericanas…
Y el rock de extracción ochentera. Me he criado con Talking Heads y Bowie, cito el ‘Fashion’ de él aunque dije ‘Let’s dance’, el ‘Psycho killer’ de los Talking, y ‘Hit me with your rhythm stick’ de Ian Dury, que si te fijas en las tres son como funky marciano.
Ese “funky marciano” influye desde el principio, con ‘El trago’, aunque abres con ‘Hora de empezar’, rock latino marca de la casa.
Es lo que a mí me gusta de siempre, la base del rock pero luego el funk, el soul de toda la vida, más el gusto por la música latinoamericana en general, no solo cubana, también brasileña, sudamericana, argentina y de todo. Pero vamos, no es tan raro. Muchas veces cuando dicen lo del rock latino se piensa como en una etiqueta pasada de moda, y no, creo que tan rock latino puede ser lo mío como lo de El Kanka. Creo que es absolutamente normal en un músico español, es tan normal que mire a la música latinoamericana como que un músico inglés mire hacia el soul, es lógico.
Cuéntame cómo surge hacer todo en falsete en ‘Apasionado’. En el imprescindible «A tu alcance” (1988) lo practicaste solo en algunas estrofas con buen resultado.
Sugerencia del productor a partir de un experimento en un espectáculo, «Inglis Pitinglis: la paradoja de hacer español el rock» para la Casa Gerald Brenan (Churriana, Málaga). Me encargan muchas cosas así, y me invento espectáculos. En este caso hicimos una adaptación en clave humorística de ‘Sabor de amor’ sampleando la base del ‘Kiss’ de Prince y canté toda la canción en falsete y la gente se partía el culo, y el productor dijo: «Atrévete a hacerlo así», y a la letra le pega cantarla tipo los Bee Gees.
Luego realizas un despliegue tremendo de músicos para piezas como ‘Baila conmigo’, emulando a las brillantes orquestas cubanas. Aunque el resultado es magnífico, supongo que el trabajo de producción ha sido agotador, ¿repetirás esquema?
No estoy seguro, la verdad, porque este disco… sin duda ha sido del que he acabado más cansado de toda mi carrera. También me coincidieron un montón de cosas, falleció mi padre de manera muy inesperada que nos dejó a todos hechos polvo, luego pillé una hernia discal que me tuvo inmovilizado casi dos meses, todo eso unido a que en el disco hubo un pequeño maremágnum, había cuarenta y tres músicos, había pistas acabadas y otras pistas que había que editar porque era, bueno, «te voy a dar esto, coge lo que quieras y tal». Es un trabajo muy de laboratorio y al final del disco acabé cansadísimo, mi idea inicial era haberlo sacado a finales del año pasado, pero se retrasó.
Entiendo, pero otro tema destacado viene de ese trabajazo: ‘De qué manera te olvido’.
Es una canción mexicana, un poco más de la mitad del disco son versiones. En principio el disco iba a tener once temas, iban a ser seis versiones y cinco temas propios, a la inversa del anterior. Sucede que al final me llegaron los permisos de adaptación de dos canciones, que tenía muchísimas ganas de hacer.
¿Cuáles?
‘Pepe el vulgar’, originalmente ‘Ordinary Joe’ (de Terry Callier) y ‘Resistir’, del original ‘Creep’. Me llegaron a última hora y decidí montarlas en directo en el estudio, hicimos el experimento de estar un día en casa del productor, dejar el esquema básico del tema, al día siguiente ensayarlo con una banda que monté, y a la semana todos en el estudio tocando. Y está de regalo en el cedé. Creo que se puede cantar el soul y el funk en español cantándolo a tu manera. No me lo he inventado yo, por ejemplo, había una cantante de rumba, Maruja Garrido “La voz de fuego”, que tenía una versión de ‘Reach out (I’ll be there)’ (Four Tops). De pronto se lo llevaba a la rumba catalana y estaba muy gracioso.
Adaptas ‘Onda callejera’ de Ry Cooder para estos últimos actos, concretamente está en el tercero. Y como hizo él en «Chávez ravine», sirve para denunciar la especulación infame.
Sí, porque en el fondo dije: «¡Coño!, está hablando de lo mismo y es perfectamente extrapolable», la escena de los chicanos que los echan de un barrio por construir un supuesto estadio de béisbol que era mentira. Pues aquí va a ocurrir lo mismo, a los habitantes pacíficos de Barrio de La Paz los echan para construir un campo de golf (risas), es una translación costasoleña.
Abordas el cancionero más pegado a tu tierra con ‘Camino verde’ y el piano de Chucho Valdés, más las voces de La Mari, El Kanka y Laura Insausti.
Ha sido un poco casual. Al Kanka le conozco porque coordiné la selección de canciones de una película malagueña de bajo presupuesto, “321 días sin mi chica”. Seleccioné una canción suya que se llama ‘Qué bello es vivir’. Estaba rastreando canciones que estuviesen libres de editorial y que fuesen malagueñas (Carmelo Larrea, bilbaíno, fue su autor y el malagueño Antonio Molina una de las voces que la popularizó), me acordé de que había hablado de este hombre en el libro que hice de «La historia del pop de Málaga» y me gustó. Rastreando un día, dije: «¡Hostia!, esta canción cómo mola». Llamé al director y le dije: «Oye, para la escena del campo del partido de fútbol tengo la canción». Luego nada, nos vimos un día en un concierto conjunto, que tocaron Dry Martina, Efecto Mariposa y nosotros, Danza Invisible, y el Kanka iba de invitado de Dry Martina, total que estábamos los tres hablando y les dije: «Veniros al estudio los dos», tan fácil como eso.
‘Hoy debo partir’, con Sara Baras, trae mezcla afrocaribeña con epílogo folklórico, ¿qué estilos has mezclado exactamente?
Lo único que canto al final es algún dejecillo de la canción tradicional de Málaga (entona unos verdiales), una canción típica que de pequeñitos ponían en todos los sitios de Málaga, pero es lo único. La canción no, me parece que el ritmo técnicamente se llama yambú, rumba lenta y ceremoniosa o algo así, pero la música creo que tiene más que ver con músicas brasileñas. Es un cruce raro.
Lo que es nítido es el divertimento en la versión que haces de ‘Kokomo’ junto a Javier Andreu, Manuel España y Josá Antonio García. Supongo que no ha sido difícil convencerles.
Ha sido lo más fácil. Nosotros llevábamos tiempo haciendo una gira conjunta, bajo el nombre de “Rock & roll star”, concepto así como revival años ochenta pero de nivelazo, con una banda muy buena. Digamos que era una especie de concierto repartido entre cuatro, cada cual toca sus éxitos. A lo largo de los dos, casi tres años que lo hemos hecho, hemos entablado muchísima amistad. Para esa canción dije: «Hostia, la letra es tan tontorrona que pega mucho que esté tocada por gente muy sinvergüenza como somos nosotros (risas)». El bajo es Chris y la acústica es Manolo, de Danza los dos. Total, al final son los grupos con los que más he tocado este año, todo el mundo está junto.
Inevitable preguntarte por Danza Invisible, estáis vivos en directo pero no llega disco nuevo.
Por ahora no, ahora mismo seguimos en directo, es una cosa que depende casi básicamente de mí, y para que haya un proyecto conjunto tiene que haber una voluntad conjunta.
Lo que salta a la vista es que no te bajas del escenario.
Es que yo vivo en una gira perpetua, a mí me salen los conciertos y los cojo y ya está. Tengo conciertos firmados con Danza Invisible, con “Rock & roll star”, sin José Antonio García porque está de gira con 091, y ha entrado Carlos Segarra. Y ya te digo, yo voy cambiando el repertorio constantemente y lo que para alguna gente es algo inexplicable a mí me resulta lo más natural del mundo, lo más enriquecedor. Lo mejor de todo, pero claro, tiene su peaje, porque mantener una banda de solista cuesta mucho trabajo, los músicos necesitan cierto número de conciertos para llegar a su cuota y me paso la mitad del tiempo con el sustituto del bajista, del pianista… el batería es el road manager de Chambao, estamos así, pero es eso, trabajar.
La ventaja es que trabajas la cantera y tus músicos de ahora son los titulares de mañana.
Es curioso, porque de los músicos que han tocado conmigo, tanto con Danza como en solitario, prácticamente todos han llegado a ser músicos destacados… Coki Giménez ha estado en Chambao, Amaral y M Clan, ahora creo que está con Dani Martín. Roberto Cantero ha estado también con Chambao, y con Fuel Fandango… Málaga es una ciudad de grandes instrumentistas y grandes cantantes, y muy pocos proyectos sólidos.