Javier de Torres: El eterno amateur

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«La música es mi pasión y disfruto haciéndola y el poder hacer un disco y grabarlo es prácticamente un fin en sí mismo. No busco mucho más»

Javier de Torres reconoce abiertamente su vocación amateur, lo que no le impide facturar excelentes discos de pop tan personal como inteligente. Conversamos con él a propósito de la publicación de su nuevo álbum, «Las grandes ambiciones», el quinto de su trayectoria.


Texto: JUAN PUCHADES.


Javier de Torres (Madrid, 1965) es uno de esos claros ejemplos que constatan que la música, más allá de resultados comerciales, es una pasión: Militó en El Compromiso y más tarde optó por dedicarse profesionalmente a la abogacía, sin por ello renunciar a la música. Al contrario, ya lleva cinco discos a su nombre, el último «Las grandes ambiciones» (Boa), que se publica estos días. Pero Javier de Torres, al contrario que esos pintores domingueros que repiten incansablemente paisajes o bodegones realistas sin la menor emoción o ingenio, domina los recursos del pop y ha logrado desarrollar una personalidad y estilo propios. Además, siempre se rodea de excelentes músicos con los que grabar, incluso, en este nuevo trabajo se marchó hasta Sofía para que una orquesta de allí pusiera colchones orquestales a algunas de estas nuevas canciones.

Ha sido sorprendente que hayas contado con la orquesta búlgara para algunos temas del disco, menudo lujo, ¿no?

Bueno, sí, la verdad es que le da un aire distinto y envuelve las canciones de otra manera. Pero, ha sido un lujo relativo, porque es una pequeña orquesta y lo hicimos en una sola sesión, en cuatro horas, los músicos son muy buenos.

¿Todas las tomas de la orquesta están grabadas en cuatro horas?

Sí, los diez temas. Es importante que todo esté perfectamente escrito, que los músicos sean buenos y que el director sea bueno. Vimos con él, con el director, las partituras en el hotel un rato antes de ir a la grabación, incluso nos dio tiempo a repetir algunas tomas y seleccionar la mejor, hicimos dos o tres por canción. Vale la pena trabajar con ellos, están acostumbrados a grabar bandas sonoras y si está todo bien escrito, sale rápido.

¿Los arreglos para la orquesta son de Jesús Redondo, no?
Sí, son de Jesús, que, bueno, en Los Secretos, por el tipo de música que hacen ellos, no diría que está infrautilizado, pero no se ve todo su talento, y creo que aquí ha hecho un trabajo estupendo.

¿Cómo fue esa grabación en Sofía?
Todo estaba bastante bien preparado, tuvimos que contar también con un intérprete, porque el director no hablaba inglés, pero eso sí, estaba perfectamente mecanizado, grabamos en el estudio de la radio nacional de Sofía.

¿Un estudio moderno?
No, para nada, un estudio antiguo con muchísimo aire, empecé a contar pianos de cola y había como cinco. Muchos microfónos de ambiente. Lo tienen muy mecanizado por la grabación de las bandas sonoras, aparte de la tradición que tienen en el Este para todo lo que es música clásica y similar.

¿Viste desde el primer momento que algunas canciones de este disco iban a necesitar una orquesta?
Sí, la verdad es que en otros discos, «Dando tumbos» e «Insolente», había alguna canción que tenía un arreglo de cuerda, pero con sampler, y me di cuenta de que en el talento de Jesús había un filón y siempre me quedé con ganas de poder hacerlo. Entonces, al empezar a escribir el material sí vi que las canciones lo pedían y continué escribiendo las canciones dejándoles un poco más de aire para eso.

¿Tus producciones son completamente independientes?
¡No sabes cómo!

Totalmente independientes, ¿no?
Absolutamente.

Sin embargo, cuentas con un Secretos (Jesús Redondo), un Mamá (Carlos Rodríguez), con David Gwynn en las guitarras, Juan de Dios Martín también está por ahí… ¿Cómo consigues contar con tales músicos?

Afortunadamente es gente con la que puedo contar, los llamo para tocar, con algunos porque ya llevamos muchos años trabajando y otros porque les entrego el material y están encantados de trabajar conmigo en las condiciones de una producción independiente. Y yo encantado, además la relación personal con ellos ha sido estupenda, David, por ejemplo, es un tipo estupendo.

¿Por qué la colaboración de Juan de Dios Martín?
Llegó a través de Jesús Redondo y grabamos en su estudio y a la hora de hacer un tema a piano, espontáneamente se puso a tocarlo y lo hacía bien, además Jesús había metido muchos pianos en el disco y sobre la marcha decidimos que lo hiciera él y luego, aparte, metió un bajo porque es un tipo extremadamente rápido y creativo en todo.

En este disco quizás se aprecia menos, pero sigue estando ahí, en algunos temas, que sientes como una especial predilección por las canciones muy breves, de minuto y poco o dos minutos. ¿Cómo es esto?

Sí, en este disco es menos acusado, pero sí. Lo que pasa es que intento darle a la canción lo que creo que la canción pide, me da la sensación muchas veces de que el estándar de la canción pop, de entre tres y cuatro minutos, obliga a introducir lo que al final son trampas: Una intro, un puente, repetir el estribillo. Y muchas veces la canción pop se puede reconducir a lo que es su esencia sin necesidad de alargarla innecesariamente y cuando se ha dicho lo que se tiene que decir, se pasa a otra. Así los discos tienen más intensidad.

Incluso, en ocasiones, rehúyes del estribillo, lo cual no es una solución muy pop.
Es verdad, quizás no sea muy pop, pero cada canción tiene su propia dinámica. Aunque sí que es verdad que a veces huyo del estribillo.

También sorprende tu manera de encarar las letras, muy cargadas de ironía, de detalles humorísticos, ¿es un recurso premeditado?
No, no es premeditado, es espontáneo, escribo las letras que me apetece y que puedo hacer por mi forma de ser, pero no hay un planteamiento previo, no lo busco. Si tengo que ir a un psiquiatra, admito sugerencias.

Sin embargo, a la vez, da la sensación de que son letras muy trabajadas…
Sí, por la espontaneidad me refiero al componente de ironía o sentido del humor, pero eso no está reñido con trabajar las letras. Porque sí, efectivamente, están muy trabajadas.

No parece muy «cool» citar a José Luis Perales o a mi querido Umberto Tozzi en algunos textos, ¿no?
No sé si es cool o no es cool, pero Tozzi tiene canciones que me gustan, al margen de que sea cool o no sea cool. Y en cuanto a Perales, lo que hay es una relectura paródica de una letra suya, no es cool, pero en cierto modo molaba, en la canción quedaba bien y me hacía gracia hacer una relectura y citarlo.

En las letras te creas un personaje algo trasto, con, por momentos, ciertos dejes de comedia negra.
En general las letras escritas en primera persona dan más autenticidad al relato, a la narración, y la forma de introducir variación muchas veces es crear un personaje que no tiene que coincidir con lo que tú eres, a partir de ahí hay libertad para crear todo tipo de personajes.

¿Tienes ‘Un fan en el CSIC’, como deja suponer la canción con ese título?
Sí.

¿En serio?
Sí, sí, no lo conozco personalmente, pero escribe a mi web y, de hecho, ya ha detectado la canción y me ha escrito encantando preguntando si era él.

¿Es habitual que le saques punta a situaciones cotidianas?
Sí, estas letras tienen más sentido si están más pegadas a la realidad. Y sí, es verdad que mis letras tienen un punto cotidiano.

‘Detroit’ está inspirada en uno de los capítulos de «Viaje al fin de la noche», de Celine. ¿Cómo se te ocurrió eso?
La novela me encantó y esa parte me emocionó particularmente y la primera frase es la que me sirvió de detonante para la canción, «para dejarla necesité gran dosis de locura», a partir de ahí había una canción.

Escuchando la canción y recordando la novela, pensaba en lo divertido que sería adaptar en canción una novela entera. Porque no es habitual trabajar sobre una novela, lo normal es hacerlo sobre poesía.

Sí, una novela habría que fragmentarla, porque para pasar una novela a un formato pop haría falta un álbum triple, pero fragmentos de novela sí se pueden adaptar, si vas a una escritura más prosaica huyendo de la rima, como a veces hago yo, sí se puede recurrir a la novela como fuente de inspiración.

Eres un hombre con una actividad laboral extramusical seria, que imagino debe ser bastante absorbente, ¿cómo sacas tiempo para componer, para grabar?
El secreto debe de estar en hacerlo todo regular, y en robar un poco de tiempo aquí y allá, al trabajo, a la familia y, por supuesto, dedicar buena parte del tiempo libre a la música. Pero sí, no es fácil sacar tiempo.

Porque, en tu caso, la música ha terminado por ser una actividad cero profesional y cien por cien vocacional
.
Sí, en ese sentido sigo siendo completamente amateur, pero busco el tiempo y la manera para seguir componiendo y grabando.

Tengo la impresión, por esa misma circunstancia, de que eres un artista más de disco que de directo.
Sí, es verdad que, digamos, mi tipo de mi vida no me permite recorrerme España y tocar mucho, con lo cual es cierto que mis conciertos son un acontecimiento excepcional, en el estricto sentido de la palabra.

Pues estás vendido en los tiempos que corren, con gente clamando porque los discos sean gratuitos y que los músicos dejéis esa vida dorada y que os ganéis el sustento en el directo.
Eso es tremendo, no estoy para nada de acuerdo con que la música grabada no deba tener ningún valor, el disco me parece esencial.

De hecho, siempre ha habido músicos cuya vocación era grabar y no tocar en vivo.
Claro, es que uno no tiene que tocar en directo si no quiere, y aparte está el autor que no es intérprete y que, lógicamente, también tiene derecho a percibir un rendimiento por la utilización de su creación. Está claro que la música grabada y los discos tienen un valor y es importante que la gente, incluso, sienta cierto orgullo por pagar por la música. Es importante que tanto los autores, los artistas como las discográficas obtengan algo de su trabajo, es de justicia elemental.

¿Tienes previsto presentar el disco en directo?
Sí, no tengo fecha todavía pero estamos preparándolo con el grupo que ha grabado el disco y un cuarteto de cuerda, acabamos de terminar la adaptación del material al cuarteto.

¿Eres consciente de que la música que haces, aunque es abiertamente pop, no resulta muy convencional?

Quizá, es posible, yo no sé qué lo que es convencional y lo que no lo es, y sabemos que las radios no ponen novedades, pero para mí es importante hacer realmente lo que quiero hacer, que es una de las ventajas de la independencia y del género amateur. Y cuando lo hago no me planteo si es convencional o no el resultado final, pasa con lo videoclips, que he hecho un par ahora que se alejan de lo que es convencional, pero se trata de hacer lo que uno quiere hacer y pasarlo bien haciéndolo.

¿Te sientes cómodo en esa situación de amateur?
Sí, hasta cierto punto sí, hace unos años lo veía de otra manera y pensaba que si tenía la oportunidad de vivir de la música, probablemente me habría lanzado, pero ya no lo veo de ese modo, y no solo por la situación de penuria que vive la música, creo que de alguna forma me he acostumbrado a la ventaja que supone el hecho de grabar y decir algo y escribir cuando sientes que tienes realmente algo que decir, lo malo de ser profesional es que de algún modo estás obligado a sacar un disco cada año y medio o dos años, y eso supongo que te genera una presión que te hace grabar incluso en momentos en que no estás particularmente inspirado. En ese sentido soy más libre.

Funcionando de este modo, de lo que no hay duda es de que la música es para ti pura expresión sin más, sin otros componentes externos.
Sí, la verdad es que la música es mi pasión y disfruto haciéndola y el poder hacer un disco y grabarlo es prácticamente un fin en sí mismo. No busco mucho más, tampoco sé cuánto tiempo seguiré o si seguiré haciendo discos, porque sí que tengo la sensación cada vez que hago un disco de que es posible sea el último. Pero como paso por ello en cada disco, pienso que a lo mejor hay un disco más, pero, bueno, eso tampoco está mal porque hace ponerle pasión a cada disco que preparas.

Desde aquí puedes visitar la web de Javier de Torres.

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