Javier De Torres: A favor del instinto y en contra de la memoria

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“Tengo la sensación de llevar un tiempo largo sin parar, quizá por miedo a que el músculo de composición se me atrofie si paro”

 

Burlando las leyes del tiempo: así vive Javier De Torres, uno de nuestros músicos más prolíficos. Regresa con dos nuevos discos bajo el brazo, titulados “Inmersión radical en la melancolía” y “Permanent Monday”. Una entrevista de Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO. Fotos: THOMAS CANET.

 

“Déjales siempre con ganas de más”. Tal vez lo dijese Warhol, y con toda seguridad, lo reproduce Carlos Pérez de Ziriza en la nota de prensa que acompaña a lo nuevo de Javier De Torres. En realidad, dos nuevos trabajos: “Inmersión radical en la melancolía” y “Permanent Monday”, ambos editados por Altafonte. Un disco en español y otro en inglés lanzados el pasado marzo, aprovechando esa brecha lingüística que ha explorado en sus últimos discos “anglo” junto a Roger Sincero. Esta vez, De Torres vuelve a trabajar solo, componiendo las casi treinta piezas que aglutinan sus dos nuevos álbumes. Canciones que a veces pasan como un suspiro, pequeños momentos de gloria efímera que atrapa en una melodía, en un acorde o en una voz. Piezas fugaces como las estrellas, pero con una ventaja: las podemos escuchar una y otra vez. Para hablar sobre ellas nos citamos en Madrid, en un bar frente a la sede de la SGAE, pero de espaldas. Por las mañanas es un abogado refutado, pero por las tardes y las noches solo manda la creatividad.

 

Hace un año y medio publicaste “Was your tie black?” con Roger Sincero. Entonces me comentaste que ya tenías grabadas las bases de otros dos discos, uno en español y otro en inglés. ¿Trabajaste todos esos discos a la vez? Si es así, me gustaría saber cómo.
“Was your tie black?” fue un trabajo de producción cuantioso: reclutar las chicas, mirar los tonos, ver dónde grababa cada una… Tengo la sensación de llevar un tiempo largo sin parar, quizá porque tengo miedo de que el músculo de composición se me atrofie si paro. Hablo con José María Granados y él hace un poco lo mismo: escribe, escribe, escribe. No sé si cuando vamos cumpliendo una edad nos entra el miedo de la atrofia o simplemente nos volvemos vigoréxicos en cuanto a la composición de canciones.

 

A veces, cuanto más profundizas en una materia, más difícil te resulta sentirte a la altura. ¿Te ocurre con las canciones?
No sé si es un tema de dificultad. Sí es verdad que cuantos más discos haces, tus posibilidades de innovar o hacer algo nuevo respecto a lo que hacías antes son más escasas. Sabiendo eso intento vestirme de otra manera en cuanto a la producción y a lo que abordo: hago un disco de chicas, luego discos en inglés con Roger, un disco de pseudo boleros…

 

“Permanent monday” es el primer disco en inglés que haces tú solo, entonces.
Sí, a mi tierna edad, después del matrimonio con Reyes, quitando un disco de versiones en las que hay composiciones mías, es mi debut en solitario en un disco en inglés.

 

¿Concibes “Permanent monday” como una prolongación de “Was your tie black”? No sé si tiene lazos con ese álbum.
Sí, tiene que ver. Hay canciones de “Permanent monday” que podrían haber estado perfectamente en los discos que he hecho con él. Otras no. Es un disco un poco más enérgico y más pop. Creo que en el dúo he tirado a hacer discos muy tranquilos y melódicos, y ahora me lanzo a un territorio más pop, un territorio en el que él se mueve muy bien.

 

O sea, que empujaste a Roger hacia otro lugar, y ahora que ya no trabajas con él, vuelves a su habitat natural.
Es que creo que Roger brilla muchísimo en la parte de la melodía, y yo estoy feliz de haber llevado los discos a ese terreno.

 

“Inmersión radical en la melancolía” y “Permanent monday”, cada uno en su idioma, ¿tienen algo en común, al margen del autor y la fecha de lanzamiento?
Tienen mucho en común en la medida en la que los he grabado a la vez. En el disco en inglés prima más la melodía, y en el disco en castellano parto más de textos, eso determina mucho la manera de componer. En inglés, aunque me veo más suelto y de alguna manera soy yo en la mayor parte de las letras, me permito más licencias y me avergüenza menos decir una nadería o un estándar. En castellano no me permito decir una nadería con la misma indulgencia.

 

¿Nunca te has planteado hacer una misma canción en los dos idiomas?
Me parecería un poco feo. Los italianos lo hacen, me viene a la mente Lucio Dalla, que siempre metía dos o tres frases en inglés en una canción en italiano. Nunca me ha gustado componer lo mismo en dos idiomas. Grabé todo el material y creí que quedaba mucho mejor separado.

 

En función de su idioma, ¿han nacido de forma diferente?
Siempre tengo distintas formas de escribir, eso es lo que me permite seguir escribiendo a pesar de haber compuesto muchas canciones. Algunas parten de la melodía, otras de la letra, de una frase… Mis letras en castellano normalmente surgen al mismo tiempo que la melodía, o hay una idea de letra antes. En inglés parto de una melodía tarareada o silbada en la que inserto una melodía.

 

Alumbrar veintisiete canciones entre ambos discos, ¿responde a una creatividad desbordante, o a una pasión especial por las ideas al vuelo sin pensar en largos desarrollos?
No tengo la sensación de haber atravesado un alto periodo de inspiración. He creído estar más inspirado en discos como “Dando tumbos” o “Las grandes ambiciones”, pero sí es verdad que tengo más oficio, y después de los discos con Roger las canciones en inglés me han salido con muchísima más facilidad. En castellano me cuestan más por el mayor grado de exigencia con la letra.

 

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“Prefiero seguir sintiéndome ‘peterpanizado’ y hacer cosas nuevas, como si no tuviera memoria de lo que he hecho antes. No me revisito con frecuencia”

 

Sigues siendo el policía de la síntesis. No hay trazo de reiteración en tu forma de entender la música. ¿Se vive mejor sin estructuras?
Sí, se vive mejor sin estructuras, y sigo ejerciendo un poco conmigo mismo de policía de la síntesis. No sé por qué, pero me veo cómodo haciendo canciones no tengan puentes para repetir estribillos, preámbulos innecesarios… sigo pensando que es una forma honesta de escribir canciones. No pretendo ir de precursor, pero la gente tiene cada vez menos tiempo para escuchar música, y quizá yo también tengo menos tiempo para escribir, y que todo de alguna forma se encamina a eso. Igual es simplemente una justificación a posteriori que me doy a mí mismo sobre mi forma de escribir. Hay menos riesgo a la hora de acometer una canción corta que a la hora de pretender hacer algo más ambicioso en cuanto a metraje. Me acuerdo de Pessoa, cuando decía que lee un poema de Rilke y le parece absolutamente perfecto, y lee a Shakespeare y lo encuentra lleno de defectos. Aplicado esto a la canción pop, las reduzco a la mínima expresión y así me equivoco menos.

 

Te adaptas casi a esta modernización del momento.
Sí, pero no hay un propósito deliberado de adaptarme. Me siento cómodo en esta fórmula, me gusta y de alguna manera me distingue.

 

En el fondo haces algo muy punk: canciones muy cortas, píldoras casi de Nueva Ola, y muy irónicas. Haces pop, pero con una actitud muy punk.
Sí, me lo han dicho alguna vez. Me han hablado de punk y de honestidad, porque no hay canciones superfluas. Las valoraciones morales sobre estética son muy difíciles de hacer. Hago lo que hago porque es lo que me sale de dentro.

 

Has escrito estos versos: “Antes de cazarlo vendí la piel del oso con sobreprecio, soy español”, “Soy artista y quiero ser burgués, y eso es inglés”. ¿Te sientes cómodo usando la ironía como arma?
Bueno, quizá puede haber un exceso de ironía, me refiero a los intelectuales de cierta generación. Si hay ironía en mi prosa es porque me viene de forma natural, y no en todas hay.

 

Es parte de tu forma de ser.
Sí, y lo traslado a las canciones.

 

¿Eres el mismo, en tu vida y cuando escribes?
Yo creo que somos el mismo y no lo somos. Hay muchas canciones que están escritas en primera persona porque proyecta una sensación de mayor autenticidad, pero en absoluto soy yo el narrador. Pero sí que tengo que ver con el autor de mis canciones. Hay unas más autobiográficas, otras menos… escuchar mis canciones es una forma de conocerme.

 

¿De qué hablas en “Inmersión radical en la melancolía”?
No hay un hilo conductor temático en el disco. Hay memoria y hay nostalgia, el recuerdo y la memoria es casi madre de la inspiración. Hay desamor, como siempre, y evocaciones de otros tiempos añorados.

 

¿Hay alguna obra (discos, películas, libros…) que hayan marcado la composición de estos discos?
Nada en particular, vengo escuchando música continuamente, desde las listas prefabricadas de Spotify cuando salgo a correr hasta música pop en español y en inglés. En los dos últimos años el descubrimiento que más me ha impactado es el de Francisco Nixon, alguien a quien no seguía y con el que me identifico mucho a la hora de escribir canciones, y al que admiro mucho, aunque nunca le he visto tocar en directo ni conozco personalmente.

 

En la nota de prensa de tu disco, Carlos Pérez de Ziriza dice que compones canciones “que nacen sabiendo que no tendrán un eco acorde con su valía”. ¿Cómo te marca eso como autor?
¡Está diciendo que estoy abocado a ser un artista maldito!, cosa que es muy cierta porque ya lo vengo siendo, y lo seguiré siendo. Disfruto escribiendo las canciones y teniendo el privilegio de grabarlas y que lleguen a la gente. La valía la juzgan otros, y en cuanto al éxito… Cuando llevas un tiempo grabando y editando a nivel independiente, la satisfacción y la pequeña vanidad la tienes en unos pocos comentarios de gente que te escribe a tu web o al Facebook, a veces un tiempo largo después de haber editado el disco. Pero he disfrutado haciendo el disco y eso es lo importante.

 

Uno de los rasgos más significativos de tus temas es la sutilidad. En alguna ocasión hay vientos, como en “Valeria” o “Ayuda exterior”, pero en general no hay un exceso musical. No hay sobresaltos, no hay ruidos, todo pasa como de puntillas. ¿Por qué?
No hay estridencia sonora, y últimamente tampoco hay tantas estridencias en cuanto a letra. Yo he tenido una tendencia al exabrupto que intento reprimir con los años. Si después las canciones tienen varias lecturas, y ganan, está bien. No diría que hay minimalismo, porque sónicamente hay de todo. Alguna es hasta naïff en cuanto a la parte instrumental que tienen, en eso Charlie Bautista se maneja con muchísima clase. Hay otras, como “Cartas de ruptura” o “Biarritz”, que son las primeras que escribí y tienen un aire bastante más barroco en cuanto a los arreglos y el enfoque instrumental. Creo que las canciones más recientes del disco tienden más a ser simples en su presentación sonora y también melódica, un poco en la idea de que se puede expresar más con economía de recursos. Me temo que eso es una cosa bastante habitual cuando uno gana edad.

 

Sí, con el manejo y la experiencia muchos apuestan por el “menos es más”.
De hecho, las canciones con las que me siento más identificado son “Oscar Wilde”, “Indecoroso”… las más recientes en cuanto a composición, y las más pequeñas.

 

Con los años, hay quien acaba despojando sus canciones de tanto adorno que lo deja todo en el esqueleto, en la raíz. Me viene a la cabeza Diego Vasallo, por ejemplo.
Cuando desnudas más las canciones, no falla: si no funciona a piano y voz, o guitarra y voz, no vale. Eso no significa que haya que dejarlas todas así, pero sí que hay una tendencia a dejar las cosas más sencillas, en cuanto a la composición y a la instrumentación.

 

Ambos trabajos los has grabado en el estudio de José María Rosillo. Charlie Bautista se ha encargado de la instrumentación (piano, guitarra, bajo, sintes…) y Gabriel Marijuán de la batería. También hay colaboraciones puntuales de David Gwynn o Juan De Dios. ¿Tú has tocado algún instrumento?
Algunos pianos, el resto son de Charlie Bautista. Él capta mi forma de hacer, le pilla el punto a mi forma naíf de tocar, que deriva de mi falta de pericia. Cuando lo hace Charlie lo hace bastante parecido a lo que yo tenía, traslada mucho el espíritu de lo que hago. Le encuentra cierto encanto a mi niñonismo a la hora de tocar el piano y a esa forma de hacer de quien es poco virtuoso.

 

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“Hago música porque no puedo evitarlo. Es algo mucho más instintivo que deliberado”

 

Leí en las redes sociales que quizá estos discos no lleguen a los escenarios. ¿Por qué?
No sé si lo presentaré en directo o no. Si lo hago será después del verano. Ahora estoy disfrutando del hecho de haber vomitado y terminado los dos discos. Después del verano me lo plantearé. Como sabes, no me prodigo mucho, me preocupo más en grabar, que es lo que perdura.

 

Al final lo que queda para siempre es la obra.
Sí, y cuando tienes un tiempo y presupuesto limitado, yo priorizo siempre a favor de la grabación. Disfruto más. Se tiende a ponderar demasiado las actuaciones en directo, ese encanto de lo efímero, que está bien, pero pasa.

 

Llevas por lo menos una docena de discos publicados en apenas quince años, una estadística bastante impactante. ¿Qué pasaría con tu faceta musical si no te dedicases a la abogacía?
A veces tengo la sensación de que tenía razón Calamaro cuando decía que los músicos de pop en general somos bastante vagos. Si pudiera dedicarle el grueso de mi tiempo a la música no sé cuál sería mi dedicación. Quizá no sería muy superior. El tiempo en el que estás viviendo y no escribiendo es un tiempo de apilación para escribir y componer. No necesariamente por tener más tiempo libre uno es más productivo. Yo aprovecho el tiempo que tengo.

 

No sé si miras mucho hacia atrás. Si lo haces, ¿qué piensas de toda esta carrera solista que empezaste con “Roland Garrós”?
No miro mucho atrás porque me puede dar vértigo llevar tantos discos sobre mis espaldas y pensar en la posibilidad de hacer una antología o un “grandes no éxitos”. Prefiero seguir sintiéndome “peterpanizado” y hacer cosas nuevas, como si no tuviera memoria de lo que he hecho antes. No me revisito con frecuencia.

 

¿Qué buscas en la música?
Nada determinado. Hago música porque no puedo evitar hacerla, es algo mucho más instintivo que deliberado. Cuando haces música, te atrapa y te produce un gran placer que no deja de ser narcisista, porque uno escribe para los demás, pero sobre todo para sí mismo.

 

Entonces, ¿qué planes tienes?
Ninguno. Ahora mismo disfrutar de los dos discos editados, y luego ya veré.

 

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